La muerte y el amor, conceptos esenciales y pensables. El cine puede acercarse como nadie a estas preguntas. Así lo hace Fernando Salem con La muerte no existe y el amor tampoco, su segundo largometraje, que el Cairo Cine Público (Santa Fe 1120) incluye en su agenda como Película invitada del mes, cuyas funciones de la semana próxima (jueves, viernes y sábado) contarán con la presencia del realizador: “No ir a la sala de cine es como faltar al cumpleaños. Como realizadores y realizadoras tenemos que verle la cara a la gente para aprender y conocer, porque quiero que la película llegue, que movilice”, le dice Salem a Rosario/12.

Con su película anterior, Como funcionan casi todas las cosas, Fernando Salem obtuvo, entre otros méritos, el galardón al mejor director en el Festival de Mar del Plata. Así como en aquel film, ahora también sobresale una puesta en escena meditada, que interpela desde sus personajes, a los que desdobla en paisajes y problemas. En La muerte no existe y el amor tampoco, Emilia (Antonella Saldicco) vuelve a su pueblo natal de la Patagonia para despedir las cenizas de su mejor amiga. Allí se reencontrará con familia, anécdotas y amores. Casi otra vida. La raíz del film está en la novela Agosto, de Romina Paula (quien participa también en un breve rol), que también tuvo algo que ver con la película previa del director.

“Al libro llegué por Esteban Garelli, mi coguionista. En la película anterior teníamos un problema, nuestra duda era cómo podíamos hacer para que los espectadores perdonaran, así como la protagonista, a una madre abandónica. Esteban me sugirió entonces este libro, Agosto, porque allí había una situación similar. Me puse a leerlo, tratando de encontrar alguna pista, y la verdad que nos sirvió bastante para resolver el problema. Lo devoré. Y sentí mucha generosidad por parte de la autora en dejar que yo, como varón, entrara en la cabeza de una mujer para asistir, presenciar o leer, de qué forma ella, o sus personajes, viven ese duelo, ese amor o desamor. Además, el libro ofrece una mirada sórdida de lo femenino, que me parece muy atractiva. Agosto me pareció increíble, y me permitió encontrar puntos en común con mi masculinidad, si se quiere. Lo vi tan sensible y visceral, que me pareció que ahí había una película”, rememora el cineasta.

"En la película hay muchos personajes que dicen ‘no sé’, y en esa falta de certidumbres hay una aproximación que intenta ser un poco más honesta y sincera"

Establecido el contacto con Romina Paula, lo cierto es que la escritora y actriz no accedió a dar respuesta a Salem hasta luego de ver Como funcionan casi todas las cosas. “Cuando lo hizo, me dijo: ‘Hacé lo que quieras, porque siempre va a ser una visión tuya sobre un material mío. En ese sentido, tenés que encontrar lo propio’. Romina me dirigió de una forma bastante sabia y zen a hacer propia la película, a encontrar mis temas dentro de su material. Me enseñó mucho, porque me permitió hacerlo con mi huella, con mis duelos, con mis amores”, agrega Salem.

En la película, el personaje de Andrea, la amiga fallecida, aparece bajo los rasgos de la actriz Justina Bustos, lo que hace que La muerte no existe y el amor tampoco adquiera un tinte fantástico, que se acentúa. “A la hora de dirigir a Justina, ella me decía qué hacer. ¿Cómo dirigir a una actriz que hace de muerta? Yo trataba de verla en Emilia (Antonella Saldicco), porque Andrea está en su imaginación, funciona como un pensamiento suyo, como una proyección. De alguna forma, ese fantasma es conducido e imaginado por la protagonista, así que tenía que buscar en el personaje de Emilia las motivaciones para poder dirigir al personaje de Andrea, que no tiene voluntad propia sino que está en función del duelo. Luego lo fui entendiendo mejor, porque el fantasma, de alguna forma, es también Emilia. Es ella quien regresa a un mundo que ya no le pertenece, donde todos la ven como una presencia extraña; de alguna manera, ella funciona como fantasma en su propio pueblo, parecería que ya no hay lugar para ella”, explica Salem.

--Esta alteridad y desdoblamiento, habla de un guión meticuloso.

--Con Esteban (Garelli) pensamos en rodear a Emilia con distintas versiones del amor: el de la pareja donde hay uno que apoya y el otro es sostenido, el de quienes se dejan transitar por lo que va sucediendo sin preguntar, o el del padre que dice sentirse todo el tiempo enamorado de la nueva esposa. A la vez, está el amor idealizado, el romántico, el que nos dicen que tenemos que tener, el del departamentito donde dormir cucharita. En una proyección del Malba, una mujer también me decía que en relación a la muerte cada personaje reaccionaba de manera diferente, que cada uno hacía lo que podía con ese duelo. Así en el amor tanto como en la muerte, tratamos de trabajar pormenorizadamente cada personaje, para que estuvieran en función del drama principal.

En ese drama, el vínculo entre Emilia y Andrea tuvo un nexo preciso en la tarea de sus actrices, porque “fueron ellas quienes me ayudaron a encontrar ese tono de amistad ante el cual yo tenía un terror bárbaro, por temor de caer en el cliché o por mi lugar de varón. Lo mismo con el duelo, donde (la actriz) Susana Pampín me ayudó tanto. Yo traté de plantear preguntas, para que los intérpretes o la directora de fotografía o quien fuera, fueran dando sus propias respuestas. En la película hay muchos personajes que dicen ‘no sé’, y en esa falta de certidumbres hay una aproximación que intenta ser un poco más honesta y sincera, porque no hice una película sobre lo que sé o mis certezas, sino que trato de abrir interrogantes para que cada espectador pueda completar a su modo”, concluye.