“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: una mano, una máquina, un mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez la estan esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad". Vanesa Orieta apeló a estas palabras del escritor y militante Rodolfo Walsh para difundir --ya no con mimeógrafo sino en las redes sociales-- los datos de la convocatoria para volver a exigir justicia por la desaparición y muerte de su hermano, Luciano Arruga, de la que mañana se cumplen 11 años. La tristeza que se instaló en su mirada hace más de una década, al igual que la dureza de sus palabras, no borraron del todo la ternura de esta mujer que tuvo que crecer de golpe. El sábado, para la marcha, volverá a Lomas del Mirador, el barrio que tuvo que dejar para poner "un poco de distancia", como le dijo a PáginaI12 hace poco, en ocasión del estreno de la película Quién mató mi hermano?.
“No hay que minimizar la vida del pobre con la excusa de que el aparato político no se va a poner en juego para aniquilarlo. Cada vez que se mata o desaparece a un pibe o piba está operando una lógica de gobierno que debe ser juzgada. Cuando un barrio es abandonado por el Estado y la gente deja de acceder a sus derechos fundamentales, hay personas que se creen con el poder de gobernar en forma violenta, hacen lo que quieren porque saben que los costos son mínimos”, había dicho en diálogo con este diario en abril pasado. https://www.pagina12.com.ar/185760-este-gobierno-tiene-mas-impunidad-para-reprimir
Su hermano, un joven de 16 años que cartoneaba y que se negó a robar para la policía allí en el corazón de La Matanza, fue visto con vida por última vez en los calabozos de la comisaría de Lomas del Mirador, ese chalecito que transformaron porque los vecinos pedían "mano dura" contra la delincuencia. Su cuerpo recién fue hallado en 2014, enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita.
Su familia, amigos y amigas siguen reclamando que se investigue qué hicieron con Luciano. En 2015 la familia logró llevar a juicio al policía Julio Diego Torales que fue condenado a diez años de prisión por torturarlo durante una aprehensión en 2008.
“Hace siete años impulsamos un jury de enjuiciamiento contra las primeras fiscales de la causa, Roxana Castelli y Celia Cejas Martin, y el juez Gustavo Banco. El desempeño de los funcionarios contribuyó a la impunidad y obstaculizó el acceso a la verdad, pero el Estado desestimó nuestra denuncia y resolvió no acompañar a la familia. Mientras tanto, la búsqueda de Luciano y la investigación de la hipótesis policial estuvieron y están absolutamente paralizadas en el ámbito de la Justicia Federal”, denunciaron Familiares y Amigos en referencia a la Procuración bonaerense y a una Comisión Bicameral de la Legislatura bonaerense, que interviene.
“En 2019 ambas instancias emitieron lamentables dictámenes desistiendo de acusar a los funcionarios". El dictamen de la Procuración fue firmado por el procurador Julio Conte Grand, y el de la comisión bicameral por los legisladores Ricardo Lissalde (Frente de Todos), Walter Lanaro (Cambiemos), Mauricio Viviani (Cambiemos), Sandra Paris (Cambiemos), Flavia Delmonte (Cambiemos), Mario Giacobbe (monobloque, exCambiemos), Aldana Ahumada (Cambiemos) y Fernando Carballo (Frente de Todos, massista). La decisión de no acusar deja en soledad en la búsqueda de verdad a quienes hace más de once años esperan justicia por un delito de lesa humanidad”, agregaron. Ahora es la Suprema Corte de la Provincia quien debería declarar admisible el juicio.
Este sábado 1 de febrero se desarrollará una jornada "para exigir condena a los policías responsables y jury al juez y las fiscales cómplices". A partir de las 17 se marchará desde Mosconi y General Paz hasta la Plaza Luciano Arruga de Lomas del Mirador, donde a las 20.30 se proyectará el documental Quién mató a mi hermano?, de Lucas Scavino y Ana Fraile. El punto de partida de la movilización es el lugar donde fue visto por última vez con vida, el 31 de enero de 2009, mientras escapaba de la Policía Bonaerense.