Las diferencias en Juntos por el Cambio quedaron claramente expuestas en la sesión del miércoles de Diputados. Si bien la principal bancada opositora apoyó la ley de reestructuración de la deuda externa, porque sus gobernadores (Jujuy, Mendoza, Corrientes y CABA) están apremiados por sus deudas con el Estado nacional, la grieta se expresó cuando tuvieron que votar la suspensión del Pacto Fiscal que había realizado la gestión macrista. En este ítem votaron todos divididos: a favor, en contra, abstenciones y ausencias que atravesaron al PRO, la UCR y la CC a pesar de que sus gobernadores pedían que apoyaran esta iniciativa. Este proyecto no sólo provocó el malhumor de los mandatarios provinciales sino que sacó a la superficie las diferencias entre los integrantes de la alianza política. La disputa dejó ganadores y perdedores en el posicionamiento por el futuro liderazgo de Juntos por el Cambio (JpC).
La foto del martes los mostró monolíticos. Los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy), Rodolfo Suárez (Mendoza) y Gustavo Valdés (Corrientes) llegaron a Buenos Aires y se reunieron con el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta en el Congreso y los jefes del interbloque: el radical Mario Negri, el macrista Alvaro González (Cristian Ritondo está de vacaciones), el lilito Maximiliano Ferraro y el diputado y titular del comité nacional de la UCR, Alfredo Cornejo.
Todos juntos fueron hasta el despacho del presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, a reclamar --mientras se realizaba el plenario de comisiones-- que se sume a las provincias al proyecto oficial de renegociación de la deuda externa. Esa era la condición que ponían para votar la iniciativa que había enviado el Ejecutivo. Las negociaciones se extendieron durante toda la jornada. Del otro lado de la mesa estaban Massa, Máximo Kirchner, el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el ministro de Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, entre otros.
La solución fue crear una mesa de trabajo para “tender a la sostenibilidad de la deuda que las provincias y la Ciudad de Buenos Aires mantienen con el sector público nacional”, según quedó redactado en el proyecto de declaración que elaboró JpC. En la alianza opositora exudaban satisfacción por la “concesión” que le arrancaron al oficialismo.
Sin embargo, el miércoles la foto fue otra. La piedra de la discordia fue la suspensión del Pacto Fiscal que promovió Macri durante su gestión y que obligaba a las provincias a reducir gradualmente sus impuestos. La suspensión ya tenía media sanción del Senado, donde JpC se alineó con el deseo de sus gobernadores de no perder más ingresos propios. Pero los diputados no siguieron la misma línea y la discusión cruzó transversalmente a todos los bloques del macrismo. La encargada de patear el tablero fue Elisa Carrió: mientras sus socios (incluso la CC) negociaban con el oficialismo alguna salida a las deudas de las provincias que todavía gobierna para respaldar la renegociación de la deuda externa, Carrió llamaba a apoyar al tiempo que rechazaba la suspensión del pacto fiscal.
La discusión al interior del interbloque no tuvo frenos, dividió posturas y cruces discursivos en el propio recinto, y mostró que sus propias administraciones provinciales no son la prioridad a la hora de adoptar posturas políticas.
La votación fue la muestra de la dispersión opositora. La mayoría del PRO votó a favor de la suspensión, mientras una decena lo hizo en contra. La postura de la UCR, que dio libertad de acción para no tensionar aun más la disputa interna, fue inversa: mayoritariamente lo hicieron en contra y apenas media docena de boinas blancas votaron a favor. La CC, en contra, alineada con su líder, que se ausentó a la hora de votar. También hubo más de 20 diputados de la alianza opositora que se levantaron de sus bancas y figuran ausentes en la votación.
Un detalle más fino de la votación mostró ganadores, perdedores y heridos. El porteño Larreta, que estuvo negociando durante toda la sesión, salió fortalecido: no solo logró el voto a favor de sus intereses de gran parte del PRO (entre ellos a los rebeldes monzonistas) sino además de los radicales que integran la alianza en la Ciudad.
La suerte entre los radicales fue dispar. Negri, el jefe del bloque se encolumnó con la mayoría de los diputados sin tierra (que pertenecen a provincias peronistas o de otro signo político). Mientras que Cornejo no quiso abandonar su perfil de opositor duro y arrastró a los otros cuatro diputados de la UCR mendocina a abstenerse, y dejó herido de respaldo a su sucesor Suárez, al que tampoco acompañó su aliado PRO. Morales mantuvo la fidelidad de sus dos diputadas jujeñas, pero quedó en minoría dentro de los legisladores partidarios. El Correntino Váldez, quedó huérfano de apoyo de sus propios correligionarios provinciales.
Aunque algunos buscaron minimizar las diferencias, las duras disputas internas entre las fuerzas de la alianza opositora y al interior de sus propios integrantes son parte de la búsqueda de liderazgo de la alianza opositora, ya de regreso al llano y sin la verticalidad que imponía el poder desde la Casa Rosada.