Ruido en la calle –desde las 12- y gritos en el corazón, el rumor de la tierra que ya está temblando por los pasos de mujeres que empezaron a darse desde el este del planeta, por el deseo de quienes nos preparamos en este país, en esta región latinoamericana para detener nuestras tareas, para recuperar el tiempo que se nos expropia a diario a fuerza de trabajo realizado y no pago, para decir ¡basta! a la violencia machista y patriarcal, a la asfixia de la feminización de la pobreza, al disciplinamiento que se nos pretende imponer a través del encarcelamiento de una líder popular, indígena, como Milagro Sala, a través de la condena a una lesbiana que se protegió como pudo de una violación correctiva de diez tipos y su acción no lee como defensa propia.
Hoy es 8 de marzo, hoy caminamos sobre las huellas de las mujeres que hicieron huelga para dar inicio hace más de 100 años a la Revolución rusa, nos enlazamos con las luchas de nuestras desaparecidas que soñaron un mundo más ancho para todos y todas, nos dejamos proteger por el ejemplo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, ponemos en práctica la experiencia que nos habita en el cuerpo de 31 años de Encuentros Nacionales de Mujeres. Hoy, las mujeres, lesbianas, trans y travestis, ponemos en práctica el mundo en el que queremos vivir; hoy, en este día de insumisión colectiva frente al patriarcado, vamos al paro y a la calle, porque ¡Vivas nos queremos!
Más de 50 países alrededor del mundo paran con nosotras, las razones nos sobran, las más urgentes llevan los rostros de todas las que nos faltan. Este paro se habla en distintas lenguas, su color es el de la diversidad de nuestras pieles, lleva la temperatura de nuestros cuerpos juntos, acá y en Polonia, en el sur y en el norte, en el este y el oeste. El paro internacional de mujeres es como una marea, se cuela por las grietas, abre debates en las estructuras de todas las organizaciones que no nos tenían en cuenta, se desmadra de su curso para contagiar rebeldía, para abrir imaginarios, para mover sensibilidades que ahora mismo están transformando las relaciones entre las personas, en las camas, en las casas, en las plazas y en los territorios.
Por nosotras y por las otras, por nuestros hijos y nuestras hijas, por la memoria de quienes no están, por ese mundo que estamos diseñando juntas, porque nos mueve el deseo, este 8 de marzo que irradia su energía desde nuestro país y hacia el mundo, #NosotrasParamos y volvemos a decir #NiUnaMenos, porque ¡Vivas y libres nos queremos!