En Villa Gesell, el dolor y el reclamo de justicia por el crimen de Fernando Báez Sosa tienen cara y alma de mujer, como tantas veces ha ocurrido en todo el país, ante desgracias semejantes. Sabrina nació en Gesell, tiene dos hijas de 29 y 8 años, y una nieta de 13. Con la voz quebrada por el llanto, cuenta penas viejas que la llevaron a organizar, junto con unas amigas, las vigilias frente a Le Brique para pedir “la clausura definitiva” de la disco. Esta noche de viernes, estuvo presente en la manifestación frente al boliche para adherir a la marcha nacional por Fernando. “Hace unos años, nos pasó con Javier Piñeiro, el hijo de una familia muy amiga nuestra, que lo mataron chicos de acá y el caso quedó totalmente impune, por eso quiero que paguen todos los responsables de la muerte de Fernando”.

“Nuestra ciudad es una ciudad tranquila casi siempre, no hay tantos hechos de violencia como en Buenos Aires, pero a veces pasan cosas, hubo violaciones de chicas (en el boliche Pueblo Lìmite, ubicado en la entrada a la ciudad) y esos abusos también quedaron impunes y no queremos que se repitan estas historias”. La bronca de Sabrina es porque “muchas veces la plata lo oculta todo”.

En la noche del jueves pasado, durante una nueva vigilia en la puerta de Le Brique, pudieron conversar con los patovicas. “Es indignante cómo se manejan las cosas, porque los patovicas nos decían, casi riéndose, que la plata es todo y que no va a pasar nada con lo de Fernando. No puede ser que las cosas se manejen así, de este modo, como si se tratara de una broma”. Afirmó que el impacto que produjo en muchos habitantes de la ciudad “es porque son muchas las cosas que pasaron, y las que pasan en Buenos Aires y en todo el país, y vemos cómo los hijos del poder quedan impunes y la rueda sigue como si nada”.

Ante esa situación “seguimos juntando firmas para exigirle al Concejo Deliberante que clausure definitivamente a este boliche, porque ya no queremos que esto siga pasando como si nada”. Las vigilias en Gesell son movilizadas por Sabrina y Silvana, una de sus mejores amigas, que tiene cinco hijos, el menor de 8 años. Silvana vive sola en 145 y 3, en la zona sur de la ciudad, y es jefa de familia. Una de las noches de vigilia, un grupo de diez policías fueron hasta la puerta de Le Brique para sacarles fotos a las manifestantes. Silvana fue la que los enfrentó para decirles “no somos delincuentes, somos madres, por qué nos sacan fotos”. Como dato importante, Sabrina le señaló a Página/12 que “acá en Gesell hay muchas mujeres que se han quedado cuidado solas a sus hijos y los padres no se hacen cargo de nada. No es fácil ser mujer, pero acá estamos y estaremos”.

“Lo que a mí me indignó fue esa vieja frase del 'no pasa nada', el hecho de priorizar los intereses personales por encima de la vida de las personas”. La que habló en esos términos con Página/12 fue Gabriela Covelli, una abogada de Gesell que fue la que convocó a la primera sentada de protesta frente a Le Brique, en la noche del lunes 20, para evitar que los dueños del boliche abrieran las puertas para realizar “una fiesta” cuando estaba fresco el recuerdo de Fernando tirado en el piso, frente a la disco, luego de recibir la paliza mortal de los diez rugbiers que siguen detenidos.

“Como estamos en verano, en una ciudad balnearia, parece que nadie pensó que había un pibe muerto y que no estábamos para ninguna fiesta”. En la concentración convocada por Gabriela y otras mujeres, entre ellas Sabrina y Silvana, se produjeron otros dos gestos femeninos que conmovieron a todos.

Uno de ellos fue el de la cantante Jimena Barón, quien les dijo a los vecinos que ella había decidido suspender su show de ese lunes, a pesar de la opinión contraria de los dueños del local. “Yo no voy a hacer guita cuando Villa Gesell está de luto”, señaló. El otro gesto de nobleza fue el de Tatiana, una chica de 17 años que, a pesar de ser menor, trabajaba en negro en la disco. Ella habló de deficiencias e irregularidades, a la vez que anunció su decisión de renunciar a su trabajo. Como toda respuesta, al ser consultado por los medios de prensa, el fundador de Le Brique y único vocero hasta ahora de la empresa, Daniel Maximiliano Vázquez, negó que Tatiana fuera empleada del lugar. Todo hace pensar que Vázquez no dijo la verdad sobre Tatiana.

Gabriela Covelli aseguró que “esa noche del lunes 20, no podíamos dejar que el boliche abriera como si nada hubiera sucedido”. La mujer, cuyo hijo falleció en el Hospital de Pinamar como consecuencia de una mala praxis, dijo que le “voló la cabeza ver llorar a una madre como lloro yo todos los días, y escuchar al avioncito de Le Brique que desde el aire nos invitaba a todos porque el boliche estaba ‘de fiesta’”.

Gabriela estaba tomando mate con una amiga cuando escuchó el convite de la disco y de inmediato mandó mensajes por las redes sociales. Cuando recibió “diez respuestas positivas para hacer la sentada”, no lo pensó más y publicó un flyer convocando a la concentración, que reunió a más de mil personas en pocas horas. La vereda del boliche se llenó de geselinos y turistas.

Es inevitable hablar de lo ocurrido con el hijo de Gabriela. Ella no entiende “por qué si se sale a denunciar cuando a un chico lo matan a golpes, y hay que salir a denunciarlo porque encima lo mataron porque dicen que era un ‘negro de mierda’, por qué no fue posible denunciar acá el caso de mi hijo, que murió por la responsabilidad de un médico vestido de blanco”. Su hijo Nicolás, de 24 años, comenzó a sufrir un fuerte dolor de cabeza y “no fue atendido como correspondía por el médico Ricardo Cap, que ahora se está por jubilar y a quien yo voy a seguir acusando hasta que me muera para que se haga justicia”. Covelli, que no se sintió acompañada en su lucha ni siquiera por los medios de prensa, es integrante de la Asociación de Familiares de Víctimas de Mala Praxis, que reúne a personas de todo el país. 

Sobre el caso de Fernando, Gabriela puntualizó que “es una hipocresía decir, desde las instituciones, que nos sorprendió lo que ocurrió frente a Le Brique, cuando vemos todas las noches que en un lugar donde pueden entrar mil, entran dos mil, cuando vemos a los pibes borrachos por las calles. Era anunciado que esto podía pasar, pero no se hizo nada para prevenir, para evitarlo”. Ella tiene otro hijo y varios sobrinos: “Sabés las cosas que pasan en Le Brique, en Pueblo Límite, porque ninguno de los dueños se baña en agua bendita, son todos iguales. Lo que puedo decir, como abogada, es que no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas de lo que pasa, porque tienen protección o contactos con las autoridades. Lo que pasa acá, pasa en Pinamar, pasa en Mar del Plata, pasa en todos lados”.

Jorgelina Mena es periodista, vive en Mar Azul, que forma parte del partido de Villa Gesell, y conduce un programa que se llama Por la 3 derecho. Consultada sobre el impacto que produce en una ciudad como ésta el crimen de Fernando, sostuvo que “todos estamos muy conmocionados, aunque creo que se produjo un cambio a partir del incendio, algo que puede parecer extraño, pero ocurrió. Porque la gente se volvió a encontrar en un hecho positivo, a pesar de la pérdida de casas, porque hubo mucha solidaridad, mucho esfuerzo conjunto para parar el fuego y eso ‘planchó’ un poco la angustia por el crimen de Fernando”.

Precisó que “además del drama de la muerte, estaba el impacto de los diez detenidos, de los medios nacionales ocupando todo el espacio, pero ahora con el traslado de los presos y la partida de los periodistas, es como que nos volvimos a encontrar nosotros para analizar lo que pasó”. En ese marco, “ahora está bajando un poco esa angustia, esa presión, y en eso ayudó un poco el incendio, aunque parezca raro. No es que haya sacado de foco lo de Fernando, que es gravísimo, pero se produjo otra conmoción a nivel de sociedad y produjo lo que todos llaman una 'gran tarea' de los vecinos, de los bomberos, de tiremos todos para el mismo lado”. Hubo otros incendios “de gran magnitud, como este y los vecinos también ayudaron, pero en esta ocasión todo se difundió por los medios y fue el contraste con lo de Fernando, un hecho sobre el cual no voy a decir que nos sentimos culpables porque no lo somos, pero fue un golpe muy duro. La pelea contra el incendio fue una especie de reivindicación porque hablaron bien del trabajo de los vecinos y de los bomberos, de la solidaridad que hubo en todos”.

Explicó que el crimen ocurrió “en temporada alta, cuando todos nos sentimos un poco anfitriones de los turistas. Nosotros pensamos que no puede pasar esto en nuestro lugar, en nuestra casa, en el lugar donde vivimos y donde queremos que vengan los turistas”.

En algún punto “hubo un mea culpa que es inevitable”. La solidaridad que generó el incendio fue “sanadora, en alguna medida, por eso en las redes sociales muchos dicen 'nosotros también somos esto’, por lo que se hizo para enfrentar el incendio, a pesar de las casas perdidas y de lo feo que quedó toda la zona”.

De todos modos, todavía hay cuestiones políticas de fondo, internas, por resolver, porque la semana próxima podría realizarse la sesión del Concejo Deliberante para analizar y discutir lo sucedido y sobre todo, para las medidas a futuro. “Parece que la sesión se va a realizar el miércoles próximo y lo que se espera es un cambio, porque no puede ser, por ejemplo, que los que empleaban a Tatiana, la chica que trabajaba en Le Brique, ahora digan que no la reconocen, que no trabajaba allí. Tatiana es testigo del caso y hay que protegerla. Y hay que aclarar sobre la habilitación del boliche y un montón de cosas que se tienen que aclarar”, concluyó Mena.