Se esperaba que lo hiciera en el transcurso de estos días y el viernes finalmente sucedió: Marcelo Allasino renunció al cargo de director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro (INT), que ostentaba desde diciembre de 2015, y dejó libre uno de los pocos casilleros que resta llenar del flamante organigrama de la cartera cultural. Lo anunció por redes sociales, aunque su alejamiento estaba previsto e incluso hablado con el ministro Tristán Bauer, que en los próximos días anunciará a su sucesor/a. En un mensaje escueto y sin mayores explicaciones, el ahora exfuncionario agradeció “el apoyo y el afecto” y confirmó que volverá a la trinchera en la que forjó su militancia teatral: el circuito independiente.

La gestión que deja atrás Allasino estuvo teñida de logros pero también de fracasos. Entre los primeros se encuentra la firma de convenios de cooperación firmados entre el INT y organismos dedicados al fomento del quehacer teatral en distintas ciudades del mundo, algo que destacó en su último informe de gestión. También la aprobación del Plan de Formación para las Artes Escénicas, en 2018, que tiene como objetivo generar y sistematizar los espacios que promuevan la profesionalización de la actividad. Por otro lado, sin embargo, la tradicional grieta que atraviesa a la única institución cultural estatal que funciona por ley de manera colegiada se profundizó en estos años, con una cortocircuito por momentos total entre Allasino y varios representantes del Consejo de Dirección. El quiebre fue tal, que en la Fiesta Nacional celebrada en Misiones hace algunos meses el director no estuvo para la apertura ni para la entrega de premios a la trayectoria.

 

“Fueron cuatro años de enormes sacrificios y grandes aprendizajes”, resumió este viernes el también exsecretario de Cultura de la ciudad de Rafaela y presidente reelecto de Iberescena, que aseguró haber cumplido con sus responsabilidades con “gran compromiso” y haber estado disponible para hacer “la transición más saludable posible”. Habrá que ver a quién designa Bauer para ese lugar, que nunca fue fácil ni estuvo exento de grandes desafíos y polémicas.