Hay varias clases de silencios emergentes después de la puesta al desnudo del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau establecido como parte de la "solución final" por el régimen nazi.

En efecto, uno es el silencio de quienes padecieron el horror que de una u otra forma han ido expresando sus testimonios.

También lo han hecho otros sobrevivientes de ese plan de destrucción sistemática de vidas, como el militante anarquista Lope de Masague respecto de Manthausen, donde eran recluidos los combatientes políticos revolucionarios. Señalamos esto porque Auschwitz puede ser tomado como un analizador social que sintetiza paradigmáticamente al Estado y al capitalismo en sus diversas variantes.

Lo que Giorgio Agamben llama el "universo concentracionario". Las diferentes expresiones de esto como el Gulag estalinista, los propios campos instaurados sobre el final de la II República española. Los erigidos en China y por parte de muchas de las dictaduras cívico militares latinoamericanas, y por cierto también por el Estado norteamericano.

Afirmamos que Auschwitz es paradigmático por la combinación de factores: explotación de la fuerza de trabajo, violencia sistemática, movilización de fuerzas productivas industriales y el quebrantamiento de la voluntad de miles y miles de seres humanos.

Muchos silencios y omisiones en este nuevo aniversario y el recordatorio de lo marcado por Noam Chomsky: ¿hasta qué punto en lo esencial difieren las lógicas y prácticas de los Estados vencedores de las de los "vencidos" en la Segunda Guerra Mundial?

Carlos A. Solero