El subgénero dedicado a oficiales de emergencia tiene un patrón claro y estridente como el de una sirena que avisa su llegada. En la pantalla se presentan situaciones límites resueltas por rescatistas dispuestos a hacer a un lado sus problemas por la adicción a la adrenalina y al servicio. 9-1-1: Lone Star no rompe el molde impuesto hace un largo tiempo en la tevé (Chicago Fire; Rescue Me y Station 19 fueron algunos de los últimos exponentes). Simplemente le añade –mucho- más color y sonido. El último producto en sumarse a esa larga lista es, en sí, un spinoff de la franquicia con la que Ryan Murphy y Brad Falchuk incursionaron en este tipo de historias. Su estreno será este martes a las 22 hs por Fox Channel.
La serie madre se arrimaba al drama coral con el contexto de la siempre afiebrada metrópoli de Los Ángeles. Este nuevo ejemplar ubica a sus personajes en Texas con mayor desparpajo visual, sus buenas cuotas de sarcasmo y pastiche junto con algunos estiletazos culturales y temáticos. Es, en cierto modo, una entrega más afín a sus creadores (AHS, Glee, Nip/Tuck, The Politician) que al programa original. El protagonista es Owen Strand (Rob Lowe), un capitán de bomberos neoyorquino al que le encomiendan montar una estación desde cero en Austin luego de que un incendio acabara con un escuadrón. El tipo tiene sus propias heridas sin suturar: fue el único sobreviviente de su cuartel durante las operaciones de salvataje en el fatídico 11-S y le acaban de diagnosticar cáncer en la lengua (producto de su larga exposición a sustancias tóxicas en el Ground Zero). Reiniciar su vida lejos de Manhattan no parece mala idea, en especial, si es en un lugar tan hípster como conservador que la ficción presenta con fanfarria. La urbe del gigante del sureño es de esos lugares, al menos como lo enseña 9-1-1: Lone Star, que padece el síndrome de chacra asfaltada. El choque entre el estilo campechano y el héroe citadino es una de las claves de la serie. Por momentos, el tipo parece obstinado en enfrentarse a los lugareños, especialmente con Judd, el único bombero sobreviviente de la tragedia antes mencionada, casado a su vez con la operadora de emergencias.
Strand es muy consciente de la imagen que proyecta, espejo invertido para los bomberos hipermasculinos que abundan en este tipo de ficciones. Según explicó Rob Lowe, las cardinales que le indicaron sobre su personaje fueron las siguientes: bombero atlético, aventurero, robusto y valiente que se preocupa mucho por el cuidado de la piel. “Hay una gran dicotomía en mi personaje, y muy distinto al personaje tradicional de primeros auxilios, está muy dedicado a su trabajo y a la gente pero tiene un narcisismo más grande que su vida”, señaló. Un auténtico bombero metrosexual amante de los cappuccinos que quiere “arrastrar su estación al siglo XXI”.
La única condición que pide Strand para asumir la jefatura es la de poder armar el equipo a su gusto. Difícilmente haya existido en la historia televisiva un escuadrón de bomberos más diverso que el 126 de Austin. ¿Quiénes formarán parte del plantel? Una musulmana amante de las emociones fuertes, un latino tenaz y un afroamericano trans, entre otros. También formará parte del team su propio vástago, TK (Ronen Rubinstein), gay confeso, con problemas de adicción y el corazón roto. Además de combatir el fuego, el capitán va a tener sus encontronazos con la paramédica Michelle Blake (Liv Tyler). “En Texas usted hará lo que yo le diga, Capitán”, le lanza en su primer encuentro. Su papel es enérgico y etéreo al mismo tiempo, y como cada uno de los personajes, tiene su cuota de tortura emocional (su hermana ha desaparecido).
Pese a esas subtramas dramáticas, los creadores de la entrega se desentienden del realismo lacrimógeno y sopesan la narrativa con soltura y amor por el entretenimiento. Al igual que en la original, su fuerte reside en los desencadenantes de la acción, editadas con habilidad y una selección musical afiladísima (INXS; Lil Nas X; Lynyrd Skynyrd). Aquí hay atragantamientos de tacos, tornados en carreteras y envenenamientos masivos; una mujer cae de un balcón mientras hacía yoga y un burrito envuelto en papel de aluminio dentro de un microondas causa la destrucción de una fábrica. Postales del orgullo tejano según 9-1-1: Lone Star.