Desde Madrid
Alberto Fernández encara el tramo final de su gira europea después de haberse reunido con el Papa Francisco, el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, y la canciller alemana, Ángela Merkel. Este martes se reunirá con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y con el rey Felipe VI, para luego desplazarse a París, donde cerrará el viaje con un almuerzo junto al presidente francés, Emmanuel Macron.
La visita en suelo ibérico es, probablemente, la que mejor le siente al presidente argentino. Por la lengua compartida, pero, sobre todo, por las afinidades ideológicas. En septiembre del año pasado, después de haber ganado las PASO, Fernández se reunió con Sánchez en Madrid y ambos constataron la buena química mutua.
La dirigencia española que conoce a Fernández de sus clases en la Universidad Camilo José Cela, suele señalar que el mandatario argentino expresa el perfil de un político socialista.Como lo hizo en Italia y Alemania, Alberto Fernández llevará a La Moncloa su pedido de ayuda para renegociar con el FMI y los acreedores privados la enorme deuda que le dejó el expresidente Macri.
Los pasos que ha dado el Gobierno que lidera Sánchez son auspiciosos para los intereses del presidente argentino, y pueden resumirse en una declaración de la vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, en el diario La Vanguardia: “El objetivo (de los presupuestos) es que podamos reducir el déficit público y la deuda pública lo más rápidamente posible, sin poner en riesgo el crecimiento económico y la creación de empleo”.
Ahora bien, la fórmula que plantea España para su Gobierno no es exclusivamente propia. Forma parte de un cambio de paradigma económico que se debate en el seno de la Unión Europea en estos días. A principios del año pasado, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Junker, ensayó una dura autocrítica sobre el papel de la Troika (FMI, la Comisión Europea, y el Banco Central Europeo) en el caso de la crisis griega. “No fuimos solidarios con Grecia, la insultamos”, dijo el luxemburgués a propósito del cóctel de recortes sociales y medidas de austeridad que le exigieron al país heleno para que honrara su deuda, y que dejó a un tercio de la población griega en la pobreza.
El golpe contra Atenas había sido tan brutal que el Gobierno heleno de aquel momento se planteó dejar el euro en un referéndum. La historia reciente se saldó con la permanencia de Grecia en la Unión Europea, pero con la sociedad griega empobrecida, y una lección aprendida por parte de la dirigencia europea. Por eso, ahora, con el Brexit consumado, y la desigualdad económica del bloque en niveles elevados, son cada vez más las voces que abogan por reducir la austeridad y la presión sobre aquellos países con déficit fiscal y deudas abultadas.
Una respuesta favorable de Sánchez al pedido del Gobierno argentino podría tener eco en Bruselas, corazón de las instituciones europeas. A pesar de haber formado su Ejecutivo tras dos elecciones y meses de ardua negociación, Pedro Sánchez tiene buena llegada en Francia y en Alemania, los dos países que marcan el rumbo del club europeo. Prueba de ello es que el flamante Alto Representante de la Unión Europea sea Joseph Borrell, ex ministro de Exteriores de España, y a quien verá Alberto Fernández durante su escala en París.
Además de las reuniones con el presidente Sánchez y el rey Felipe VI, es probable que el canciller Felipe Solá se reúna con la ministra de Exteriores de España, Arancha González Laya, recién nombrada en su cargo. La jefa de la diplomacia española ha hecho una carrera en el ámbito económico (ocho años en la Organización Mundial del Comercio), y será una interlocutora relevante para Solá, que aspira a darle un perfil económico a su gestión.
La visita a España será de solo algunas horas, pero Alberto Fernández deberá aprovecharla al máximo. El apoyo que obtenga de Sánchez podría ser clave para concluir positivamente la gira europea, que culminará en París con Macron. A diferencia de los líderes de la izquierda ibérica e italiana, el presidente francés aún no se decide sobre si el bloque europeo debe enterrar definitivamente la austeridad y la presión excesiva sobre los países endeudados.