En los últimos años, se ha instalado en el debate económico local una cuestión no menor respecto al rol que desempeñan las consultoras económicas en el espacio de la discusión pública. El disparador de esta controversia fue el importante margen de error que las proyecciones de las principales consultoras registraban en relación a los hechos finalmente consumados. Sin embargo, el hecho de no atinar con precisión el valor de determinada variable económica en la Argentina en una fecha futura no constituye ningún pecado por sí mismo, incluso es lo más lógico dado el marco de profunda volatilidad que caracteriza el devenir de la macroeconomía local. En definitiva, conocer con exactitud la cotización del dólar o el ritmo inflacionario que nuestra economía registrará en los próximos meses resulta una tarea prácticamente imposible, y éste no es de ninguna manera el eje central del debate.
En realidad, el meollo de la discusión radica en que las proyecciones de las principales consultoras de la city han mostrado un indiscutible sesgo en el yerro según se encontrara en el Poder Ejecutivo un gobierno con rasgos populares o un gobierno de características más cercanas a los intereses de las clases dominantes. En pocas palabras, las consultoras sobreestiman sistemáticamente durante los gobiernos de impronta nacional y popular sus proyecciones de inflación y subestiman las proyecciones de crecimiento económico. En tanto que hacen todo lo contrario durante las gestiones de mayor proximidad al establishment. Esta afinidad ideológica y de intereses entre las consultoras y los grupos económicos no se manifiesta únicamente en las proyecciones, lo mismo sucede con las recomendaciones de política económica que las consultoras repiten sincronizadamente en los medios de comunicación o en la construcción de discursos que los consultores impulsan desde los programas especializados. La razón de este sesgo es muy sencilla y es incluso ineludible por el modo en el cual se encuentra estructurado el mecanismo que lo determina.
Tal como sostenía el pensador italiano Antonio Gramsci, “cada grupo social, al nacer sobre la base original de una función esencial en el mundo de la producción económica, crea al mismo tiempo, orgánicamente, una o más capas de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de su propia función”. En el modo de producción capitalista, la organización social está dada en términos de clases, cuyos rasgos distintivos están determinados por la posición que ocupan cada una de ellas en el proceso de producción y reproducción material de la sociedad, posición que además las encuentra enfrentadas entre sí. Es por ello que permanentemente las clases y fracciones sociales impulsan la participación de determinados actores que, mediante la construcción de una estructura de sentidos (creencias, explicaciones, percepciones, instituciones, valores, costumbres), legitime y racionalice su función dentro de la reproducción material de la sociedad, con el fin último de fortalecer su posición.
Bajo este marco estructural, un servicio de consultoría económica prudente, razonable y especialmente comprometido con el bienestar de las mayorías resulta imposible de vender entre los consumidores habituales de estas prestaciones, dado fundamentalmente que los sectores populares no contratan el servicio de las consultoras de la city. De forma tal que si un consultor presentara como una política económica recomendada el control de la cuenta capital y la regulación del sistema financiero, los bancos no contratarían sus servicios, lo mismo sucedería con un economista que fuera a vender sus informes a una central de productores rurales señalando la razonabilidad de una suba a las retenciones en las exportaciones agropecuarias merced a la estructura productiva desequilibrada que nos caracteriza.
Es por eso que las consultoras económicas estructuran productos para vender entre los sectores más acomodados de la sociedad dadas las reglas de juego vigentes, lo cual constituye en definitiva una estrategia comercial sumamente razonable. Pero para que el juego no resulte una estafa para el resto de los participantes, es importante que todos conozcan las características del mecanismo en cuestión. En este sentido resulta indispensable que la sociedad en su conjunto comprenda los procesos sociales que determinan los discursos que se viralizan en los medios y en las redes. Las proyecciones y los análisis presentados por las principales consultoras de la city no resultan desinteresados ni objetivos, por el contrario se encuentran moldeados al calor de los intereses de aquellos sectores económicos más acomodados, que son en definitiva los que financian a los prestadores de servicios de consultoría a través de la compra de sus productos.
Estos actores, en tanto representantes de determinada fracción del capital, procuran formalizar bajo metodologías supuestamente rigurosas los planes, deseos y objetivos de ciertos sectores en particular. Por ello es tan común ver en sus informes ataques especialmente severos cuando en la gestión del Estado hay gobiernos de corte nacional y popular que pretenden mejorar las condiciones de vida de las clases subalternas mediante el incremento de su participación en el ingreso. En realidad, extraño sería que propugnaran lo opuesto, pues como dijimos, estos intelectuales orgánicos son la manifestación concreta del capital en su dimensión cultural e ideológica, de carácter performativo, que actúan como formadores de marcos teórico-conceptuales que permiten legitimar y presentar sus propuestas particulares (de clase) como propuestas que reflejan el interés general del conjunto de la sociedad. De esta manera, esos grupos económicos no sólo son sus clientes, sino fundamentalmente su sustrato social.
En última instancia, estos cuerpos de profesionales se inmiscuyen en una batalla por la construcción de sentidos y la dirección ideológica de una comunidad, que pretende de esa forma modelar un determinado esquema de reproducción social. Es, ni más ni menos, que la pugna por la hegemonía. En suma, más allá del grado de precisión y rigurosidad que cada consultora o centro de estudios muestre en sus proyecciones, no debemos olvidar que a fin de cuentas representan intereses concretos de determinados actores sociales. Distinguir esto es vital para lograr una comprensión global de los discursos que circulan en nuestra sociedad.
* Sociólogo UBA
** Economista UBA