Martín Mangas, investigador y docente de Finanzas Públicas de la Universidad de General Sarmiento, publicó un extenso trabajo sobre Justicia Fiscal en América Latina para la prestigiosa publicación brasilera Fineduca. Como experto en la materia, Cash le consultó sobre las primeras reformas tributarias realizadas por el actual gobierno. “Creo que van en sentido correcto, aunque es cierto que en este delicado contexto de recesión, desempleo, y endeudamiento, tienen un efecto más simbólico o político que recaudatorio. Tal como lo expresó un estudio del CEPA, todas estas medidas representan un aumento en la recaudación del 2 por ciento del PBI. Con el tiempo hay que pensar una reforma un poco más estructural y profunda que quite el sesgo regresivo que actualmente tiene la estructura impositiva recaudatoria”, señala Mangas.

Mangas contrasta las recientes medidas con las implementadas por la alianza Cambiemos, sobre las que plantea que “fueron claramente favorables a los grupos más concentrados de renta o capital, primero porque redujeron las retenciones o derechos de exportación a los commodities, un elemento recaudatorio que en toda América Latina es muy útil para compensar la evasión y elusión del Impuesto a las Ganancias". "Pero además, el macrismo redujo el Impuesto a los Bienes Personales y modificó el Impuesto a las Ganancias en contra de las sugerencias de la OCDE --el "club de los países ricos"--, que plantea que este impuesto debe recaer sobre las personas físicas antes que jurídicas, ya que las segundas pueden trasladarlo como costo de producción. De hecho, en los países desarrollados este tributo afecta a dos tercios a las personas físicas y a un tercio de las jurídicas, a la inversa de lo que sucede en nuestra región. Al mismo tiempo, en América latina el impuesto a las Ganancias representa una recaudación de 6 puntos del PBI frente a un 12 por ciento en Europa. Las reformas regresivas de Cambiemos restaron a la recaudación tres puntos del PBI y sólo beneficiaron al 10 o como mucho 20 por ciento más rico de la sociedad. Esto es lo que hay que ir desarmando”, explica.

¿Cuál es el estado de situación en nuestra región en materia fiscal?

Lo que siempre decimos es que la discusión sobre los impuestos no es técnica o contable sino que es una discusión de poder, de relaciones de hegemonía en la sociedad. Y lo que podemos ver es que en América Latina es el gasto público y social el que tiene un efecto redistributivo progresivo, pero no así los impuestos, que son claramente regresivos. Entonces la política fiscal puede ser progresiva en el gasto pero regresiva en la recaudación. Lo que hace el gasto es compensar esa regresividad, pero se pierde la posibilidad de profundizar el carácter progresivo de una política fiscal.

¿En qué aspectos se evidencia el carácter regresivo de la recaudación tributaria?

En la región, los impuestos indirectos, es decir sobre bienes y servicios, son muy elevados y, por el contrario, la participación de impuestos a la renta, ganancias, o patrimonio es baja. Esto tiene mucho que ver con las políticas del FMI y del Banco Mundial para la región, que están basadas en las medidas que aplicaron Ronald Reagan y Margaret Thatcher en la década del ochenta. Esos programas consistían en reducir los impuestos directos, es decir los impuestos patrimoniales o de ganancias a empresas y a los ricos, con la lógica de que esos recursos se vuelquen a la inversión y amplíen la oferta y el empleo. Al mismo tiempo, era necesario compensar la pérdida de recaudación mediante la ampliación de la base tributaria, principalmente con impuestos indirectos y regresivos sobre bienes y servicios y alícuotas altas para el IVA.

En su trabajo cita un documento de la CEPAL que plantea que los impuestos directos no frenan el desarrollo, por lo menos en América Latina.

Las tesis de reducir los impuestos a empresas y ricos para que eso incentive una ampliación de la la oferta no funcionó en los ochenta en los países desarrollados y tampoco lo hizo en los noventa en la Argentina. Del mismo modo, no funcionó la reforma fiscal de Cambiemos de 2016 y 2017, en donde se redujo la presión fiscal sobre rentas y patrimonio e igualmente tuvimos recesión, inflación, caída empleo y de la actividad industrial. Por eso nosotros sugerimos un esquema tributario progresivo con más peso del impuesto a las Ganancias y de los impuestos patrimoniales, porque eso no va a operar contra la oferta y por el contrario va a estimular la demanda, por medio de mayores recursos para el gasto público, que va a permitir ampliar el mercado interno.

El trabajo también desmiente la supuesta alta presión fiscal en nuestro país.

Argentina tiene una presión fiscal consolidada, esto es en el conjunto de Nación, Provincia y Municipios, que en los últimos 20 años promedia cerca del 30 por ciento del PBI. Está lejos de ser las más elevadas, es similar a la de Estados Unidos, Brasil o Uruguay y queda muy por debajo de los países desarrollados, como los escandinavos o Francia, que están por encima del 40 por ciento. La diferencia principal de los países desarrollados con los latinoamericanos es que esa presión está puesta en impuestos progresivos. Thomas Piketty, en su obra "El Capital en el Siglo XXI" exhibe cómo desde de la crisis del ´29 hasta mediados de los ´80 la tasa de impuesto a las ganancias llegaba al 80 por ciento. Acá es del 35 por ciento, y ante el planteo de subirla suena la acusación de confiscatorio.

¿Cómo es la estructura impositiva de los países como Chile o Colombia, que son modelos de la corriente neoliberal?

Chile y Colombia, al igual que México, tienen una presión fiscal moderada, pero con alta participación de impuestos progresivos, al punto que el impuesto a las Ganancias representa el 40 o 45 por ciento de la recaudación, en línea con lo que sugiere la OCDE, en la cual están insertos Chile y México.

Es decir que el macrismo, que quería que nuestro país ingrese a la OCDE, hacía reformas fiscales en sentido contrario.

Si, el gobierno anterior buscaba entrar a la OCDE pero al mismo tiempo hacía modificaciones tributarias que iban en contra de las sugerencias de este organismo. De hecho, en 2014 y 2015 el Impuesto a las Ganancias era mitad para empresa y mitad para personas físicas, pero con la reforma macrista pasó al 40 y 60 por ciento, respectivamente, cuando las recomendaciones de la OCDE y de los países desarrollados son a la inversa, es decir, que tenga más peso personas físicas que jurídicas. Asimismo, la OCDE recomienda acuerdos regionales para evitar problemas como la erosión de las bases tributarias, vía precios de transferencia, operaciones off shore o préstamos back to back de una filial a otra de multinacionales. En todas esas cosas, Argentina --ya no sólo en el macrismo sino también antes-- ha hecho poco. Hay un camino importante por recorrer en materia de evasión tributaria.

¿En qué medida esta evasión o elusión proviene de los grupos económicos y en qué medida de los pymes y trabajadores?

Buena parte viene de las grandes empresas que contratan a importantes estudios jurídicos y contables o grandes consultoras multinacionales para maximizar sus beneficios en detrimento de los Estados. Eso no opera sobre las pymes, aunque en este segmento, así como también en cuentapropiestas o profesionales, hay un alto nivel de evasión y elusión. La combinatoria genera ese agujero fiscal que representa el 51 por ciento de lo que se podría recaudar en la región, frente a una evasión del 27 por ciento en Europa. Por supuesto que lo lógico sería encarar primero a los grandes jugadores, porque mientras que los chicos lo hacen de forma más artesanal, los otros tienen mayor capacidad de presión o lobby y buscan beneficios fiscales vía exenciones.

@JBlejmar