El Indec de Macri modificó la serie del Producto Interno Bruto. El objetivo fue reescribir la historia estadística de la evolución del crecimiento económico para demostrar que no hubo una expansión tan importante durante el kirchnerismo. La prueba más grosera fue definir que el PIB había caído 6 por ciento en 2009 cuando no hubo ninguna variable clave que permita convalidar semejante derrumbe. Esta manipulación ha dejado libre el terreno para que fondos buitre se lancen sobre la Argentina. El rescate del activo financiero conocido como Cupón PIB, que fue adicionado a los bonos emitidos de la reestructuración de la deuda en default en 2005 y 2010, es la puerta abierta que dejó el ex ministro Alfonso Prat-Gay para que lluevan nuevos juicios millonarios contra el Estado argentino a partir del dibujo del PIB por el Indec.  

La historia de este desmanejo financiero que puede tener elevadísimos costos es la siguiente. El 28 de junio pasado el ex ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat-Gay prometió que iba a recomprar los cupones PIB antes de terminar 2016. Aseguró que la opción de recompra permitiría un ahorro para el país de hasta 9400 millones de dólares. El 30 de junio se colocaron en los mercados internacionales dos bonos por un total de 2750 millones de dólares para financiar la operatoria. Pero el funcionario dejó su cargo a fines de 2016 sin cumplir esa promesa. 

Luis Caputo, el actual ministro de Finanzas, dijo en febrero que la operatoria nunca terminó de realizarse por problemas legales y que el área técnica del ministerio pretende resolverlos este año. Esos “problemas legales” aparecieron por la manipulación realizada por el Indec de Macri con el PIB.

“El Gobierno está en una fuerte encrucijada con el tema de los cupones y por eso intentó tirar un salvavidas con el anuncio de la recompra. Pero le salió bastante mal la jugada”, dijo a este diario Ramiro Castiñera, de Econométrica. Modificó la serie del PIB desde 2004 y calculó un incremento acumulado de la actividad económica desde ese momento muy por debajo del que se registraba con la serie anterior. Esto tiene impactos para los cupones, puesto que ahora hay que tomar la decisión acerca de cómo se valúa ese instrumento financiero. Para que se gatillen los pagos, el país no sólo tiene que crecer más del 3 por ciento en un año sino que debe acumular un crecimiento desde 2005 por encima del crecimiento planteado en el escenario base del prospecto de emisión de los cupones. 

Con el PIB del Indec de Macri, el crecimiento acumulado esta debajo del estimado en el escenario base, por lo que los cupones no debería pagarse incluso si el país registrara un año de fuerte expansión. El Gobierno puede optar para definir el recorrido del Cupón PIB con la última serie pero corre riesgo de convocar a fondos buitre porque no pagaría pese a crecer 3 por ciento. Si se da esa situación, hay inversores que ya están dispuestos a iniciar acciones judiciales en el exterior contra el país. 

“El prospecto de los cupones hay un gris legal que habilita a los acreedores a avanzar en demandas en Nueva York. Prat-Gay pensó que iba a tentar a los acreedores del instrumento garantizándoles un precio de 10 dólares por cupón mientras actualizaba la serie. Pero las expectativas no coincidieron con la realidad. Nadie quiere 10 sobre algo que puede valer hasta 30. Prefieren ir a juicio”, afirmó Castiñera.

La otra opción del equipo económico es mantener las estimaciones originales de crecimiento entre 2004 y 2012 y desde ahí empezar a utilizar la serie nueva. Los inversores de afuera cobrarían pero grupos locales podrían iniciar juicios a los funcionarios porque estarían pagando lo que no corresponde de acuerdo a la serie armada por el Indec de Macri. “El Gobierno estaría aceptando pagar en los próximos cupones un monto inflado”, dijo el economista de Econométrica. Las acciones judiciales, en este caso, podrían venir desde distintos grupos locales porque el Gobierno estaría desembolsando más de lo necesario por los títulos vinculados al PIB. “Hay que ver si Caputo quiere arriesgarse a esto. El problema es que está cercado. Si hace una cosa, pueden llegarle las demandas de afuera, y si no corre el riesgo de tener las demandas de adentro. Es un callejón sin salida”, afirmó Castiñera.