Decenas de guerrilleras de las FARC celebraron ayer el Día Internacional de la Mujer por primera vez en paz en sus campamentos y con el sueño de construir un nuevo partido político y una familia una vez que dejen las armas.
En La Variante, una zona rural de Tumaco, municipio del departamento de Nariño (suroeste), donde unos 300 guerrilleros de tres frentes de las FARC y del Bloque Alfonso Cano se preparan para su nueva vida en sociedad, las 60 mujeres del grupo, muchas de ellas con hijos pequeños, tuvieron ayer un día de celebración que incluyó un acto social con tarta para todos. “Hoy es diferente porque estamos en el proceso de paz y nos da mucha más oportunidad de hacerlo tranquilamente con mujeres de otro lado, con civiles”, dijo Marly Fernández, una guerrillera de 21 años, en referencia a otras mujeres de la zona que fueron invitadas al acto.
Vestida con el uniforme verde oliva y maquillada como para una fiesta, Fernández habla sobre su futuro mientras se pinta las uñas en una carpa improvisada en la que su fusil y el de su compañera Paola Rodríguez reposan sobre una silla al lado de la cama. “No podemos decir que vamos a desmovilizarnos, iremos a hacer una dejación de armas pero seguiremos siendo unidos como siempre, trabajando por nuestra causa”, afirma la chica, cuyo brazalete con la bandera de Colombia muestra que pertenece a la Columna Móvil Daniel Aldana, una de las más temidas de las FARC.
Como muchas de sus compañeras, Fernández se imagina en los próximos meses aportando para el nuevo movimiento o partido político que formarán entre todos para lograr el objetivo que dice que siempre han soñado. “Mi futuro depende de todo el proceso que se está dando en la implementación de los acuerdos. Si el gobierno nos cumple nosotros daríamos un paso muy importante en la transformación de las FARC a un movimiento político, que es lo que nosotros queremos”, afirma por su parte Rodríguez, quien carga una historia de 27 años en la guerrilla.
Algunas de las guerrilleras quieren, cuando dejen las armas, estudiar carreras como medicina o ingeniería o simplemente cuidar a sus hijos, pero coinciden en que quieren seguir vinculadas a las FARC como partido político. “Me gustaría que mis hijos fueran a estudiar y que salieran adelante, nada más”, afirma Catalina Paz, una madre de tres hijos pequeños que la acompañan en el recorrido del campamento al lugar donde se hará la celebración junto con su compañera Ana, también con dos hijos menores.
A los mayores ellas mismas les enseñaron a leer y escribir pero quieren para ellos una vida más tranquila, explica Catalina.
Otra joven guerrillera, Jessica Sánchez, se ajusta la gorra verde mientras explica que en las FARC las mujeres no pierden la feminidad ni el toque de vanidad y les gusta “vestir bien y lucir bien” porque dentro de su organización la mujer es un símbolo. “Nosotras representamos a todas aquellas mujeres que no han tenido la oportunidad ni ese coraje de enfrentar esta guerra y como nosotros sí los estamos haciendo representamos a todas ellas”, expresa esta chica que, a pesar de su experiencia de 10 años en la guerrilla, no piensa en casarse porque cree que es una responsabilidad muy grande y según dice, no tiene práctica en las cosas del hogar.
La maternidad en las filas de las FARC también tocó a Diana, de sólo 21 años, que carga orgullosa a su pequeño hijo de 21 meses al que se imagina cuando sea grande como doctor. Metida en las FARC desde 2011, cuando tenía 15 años, Diana cuenta que cuando nació su hijo, sus jefes le dieron permiso de ir a casa y lo tuvo en casa de sus padres, en un pueblo del vecino departamento del Cauca. “El niño nació el 17 de mayo de 2015. siempre ha estado conmigo”, dice la joven, quien afirma que cuando las FARC dejen las armas y se desmovilicen le gustaría terminar el bachillerato y luego estudiar ingeniería de sistemas.