Suena un piano y una voz masculina entona One, el tema de Harry Nilsson que hizo famoso la cantante Aimee Mann al redescubrirlo para la película Magnolia, ese que dice que uno es el número más solitario y que luego viene el dos, también solitario. Sobre un colchón en el piso, aferrada a su edredón blanco, una chica con aire añiñado recita entre lágrimas un mail de despedida. Le escribe en voz alta a su ex, de quien se acaba de separar después de siete años, para tratar de entender. “Siempre fuimos seres de palabras” es la frase con la que arranca Terrorismo emocional, una epopeya en verso libre, crónica de un duelo, ensayo vivo sobre los restos del amor, que hace hace casi dos años tiene cautivado al público uruguayo de forma ininterrumpida y esta semana se estrena en Buenos Aires. La obra está escrita y protagonizada por Josefina Trías, que no tiene ningún vinculo familiar con la escritora Fernanda Trías, también uruguaya. Dirigida por Alejandro Bello, cruza el charco para participar de la octava edición del Festival Temporada Alta (TABA) que realiza Timbre4 , un evento en el que este año participan obras de Francia, México, Perú, Venezuela, Chile y España, de donde llega una obra de otro dramaturgo de su misma nacionalidad, Kassandra, del uruguayo Sergio Blanco.
Además de sus premios, Terrorismo emocional trae consigo la noticia de la reciente publicación del monólogo por la editorial independiente montevideana Salvatora Editora . Se trata de un texto tan potente que no necesita más que un escenario despojado, un poco de música y un cuerpo, el de Clara, una treintañera que vuelve a la casa de sus padres y desde el bunker regresivo analiza el derrumbe e intenta volver a ser. No es fácil. En poco más de una hora, Clara piensa, llora, se ríe, se enoja, habla –mucho- con su padre y deja a los espectadores con la sensación de haberse subido a una montaña rusa estructurada en estaciones donde las carcajadas --las hay, y bastantes-- se alternan con la congoja. Del chisporroteo a un lirismo en clave Idea Vilariño. O a un rap: "El otoño es un bicho bien raro que muere/ que cae que miente que escupe/ que anuncia la muerte y anuncia la vida/ que anuncia caída/ Es mentira hace frío y no estás/maldito el otoño me agarra en pelotas/ me agarra sin novio/ me agarra sin chongo/ me agarra el otoño".
“Trabajamos el texto con el director de forma intensiva. Horas encerrados en mi casa y así instalamos entre los dos una forma de trabajo muy elástica basada en la confianza, al punto que veinte días antes del estreno se cambió toda la escenografía para terminar con los pocos elementos que se ven hoy en la puesta”, cuenta Trías. Además de una larga trayectoria actoral para su juventud (integró una compañía de teatro a los 18 años y desde entonces se siguió formando), Trías estudió Letras y es correctora de estilo. Su veta literaria aparece en los mundos de Clara –profesora de Lengua– y en las reflexiones sobre el poder catártico de la escritura, un tema que viene y va a lo largo de la obra; porque los caminos de los duelos no son directos, ni en ascenso, sino en espiral o zigzagueantes. "Cuando terminamos lo primero que me dije fue/ ok/ ok/ de esto sale algo creativo/ es que somos como la energía renovable/ de las pérdidas, las rupturas, los momentos de mierda/Es ese segundo donde decís/ acá hay material/ esto se usa/ quizás ese segundo/ ese segundo/ sea el segundo que te salva", dice Clara al principio del monólogo. La obra se vuelve decididamente metateatral en “Invierno”, cuando la narración del duelo se transforma en un viaje introspectivo y en la búsqueda de una voz propia.
Además de la falta, lo difícil de un duelo amoroso es la proyección del después. Imaginar los vínculos que vienen. La pereza de conocer. La pereza de reconstruir. La pereza de volver a ser. Habitar ese universo afuera de la burbuja de la pareja. Y a Clara le toca, por sorteo generacional, aterrizar en el mundo de Tinder y el de los vínculos teorizados. Entre la deconstrucción y las flores de Bach, la chica se marea y protesta. Terrorismo emocional funciona como una suerte de himno contrageneracional donde, entre situaciones desopilantes y reflexiones hondas, se combate la labilidad de los vínculos y lo poli como quimera. "No supe estar a la altura de la época/ estaba tratando de ser romántica en un mundo hostil y devorador de instantes/ estaba tratando de ser moderna en un mundo pasado de post/ estaba tratando de dejar una huella en vos para que dejaras una huella en mí/tratando de perdurar/ de ser menos finita/ menos inmortal/ menos inmoral/ estaba tratando de sentir distinto/ de no sentir culpa por querer ser algo más allá de hoy/ por querer ser yo misma con mi neurosis galopante del siglo pasado", dice Clara, angustiada, de verdad, por el tiempo en que le tocó vivir. Lo vincular se entrelaza con los mandatos del cuerpo, un cuerpo que está siempre presente porque el monólogo de Trías es un texto encarnado. La honestidad del discurso se refleja en el movimiento escénico y las formas de decir sin palabras en una obra llena de palabras. En ese sentido, cuenta Trías: “Una vez que visualizamos todo el recorrido del personaje pasamos al cuerpo. Y la propia materialidad de mi cuarto, los objetos con los que contábamos fueron los objetos que terminaron por aparecer. Trabajamos con un nivel de capas de actuación muy complejo hasta dejar lo más descarnado. Luego se sumó Leandro el músico y pasamos a investigar cómo el piano empezaba a meterse y ser protagonista. Ha sido de los procesos de trabajo más enriquecedores que he tenido”.
Clara se somete – y somete a los espectadores- a una revisión constante, a un chequeo, a la anti-negación. Y es esa interpelación lo que puede leerse como una forma de terrorismo. "Harta de que me hablen de mi dependencia emocional/ qué problema tienen con la dependencia/ gracias a dios y no sé qué dios dependo de alguien/de álguienes/ Por suerte no soy una planta/ siento/ construyo/ imagino/ la pifio pero proyecto/ proyecto/ proyecto/ sí/ es otro verbo en desuso". Clara prende la mecha y tira la bomba. Adentro.
Terrorismo emocional se presenta el jueves 13 a las 20:30 y el viernes 14 a las 22:30 en Timbre4, sala México, México 3554.