"Estamos contribuyendo para la reconstrucción de la Argentina", recibe sonriente Jorge Taiana en su despacho en el Senado en pleno trabajo de refacciones con albañiles y pintores. Es una oficina de la planta baja que supo ocupar Federico Pinedo y que ahora recibió él, luego de haber jurado en la banca que dejó libre Cristina Kirchner, electa vicepresidenta. Taiana fue designado ayer presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, puesto desde el que promete acompañar la estrategia de política internacional del presidente Alberto Fernández, que puso como su objetivo principal la renegociación de la deuda.
-¿Qué balance hace de las dos sesiones que se realizaron hasta ahora en el Senado?
-La sesión de la ley de Emergencia y, principalmente, esta última sobre la reestructuración de la deuda salieron bien. La ley que se votó el miércoles da básicamente apoyo político a la gestión del Ejecutivo y se mostró una solidez muy grande. Es muy difícil discutirle ahora a Alberto Fernández lo que viene diciendo: estamos en una emergencia, en terapia intensiva y Argentina necesita imperiosamente reestructurar su deuda porque es impagable en la lógica económica actual.
-¿Cree que con su actitud de la oposición mostró un reconocimiento de su responsabilidad en la crisis?
-En el Senado se logró unanimidad, lo que es muy positivo. La oposición contribuyó al quórum y después votó. En el medio hubo discursos sobre ese debate, acerca de las atribuciones de responsabilidades de la situación actual. Pero está claro que hay una aceptación de que la situación del país es muy delicada.
-Hubo discursos en los que se planteó incluso la posibilidad de consecuencias penales de parte de funcionarios del gobierno anterior por el nivel de toma de deuda. ¿Qué opina usted?
-Lo primero es lograr una visión en la sociedad de que no se pueden hacer estos pedidos de endeudamiento porque siempre terminan mal. En el caso de los cuatro años de Cambiemos me parece que, además de un error político y económico de mucha magnitud, hay algunos procesos particulares -como la especulación financiera que se permitió, el desarme de los controles, el tratamiento a los fondos especulativos y la bicicleta que se montó- que hacen difícil pensar que no puedan derivarse en responsabilidades penales. Las declaraciones del ex presidente son indignantes: decía que si nos seguíamos endeudando se iba todo al diablo y él siguió endeudándose.
-Lo designaron al frente de la comisión de Relaciones Exteriores. ¿Qué plan tiene por delante?
-Hoy hay una prioridad que es cómo ayudar a enfrentar esta imperiosa necesidad de reestructuración de la deuda. Esto requiere un acompañamiento parlamentario. Se puede hacer mediante una votación como la del miércoles, pero también en el relacionamiento de los senadores con el mundo político internacional. La segunda área de trabajo es el fortalecimiento de la región. Los avances en la integración regional son un requisito imprescindible para el desarrollo. En los últimos cuatro años asistimos a un proceso de fragmentación y ruptura de los mecanismos de integración regional. En algún caso por la voluntad política de los propios gobiernos, como ha sido el caso de la crisis y prácticamente destrucción de la Unasur. También se actuó en contra del Mercosur de diversas maneras: se buscó la parálisis del Parlasur, se separó a Venezuela, se impidió el ingreso de Bolivia. Todo esto requiere voluntad política y mucho trabajo para recomponer lazos y tejer acuerdos. A nivel parlamentario se puede avanzar sobre todo cuando se ven diferencias en los Ejecutivos.
-Obviamente, se refiere a Brasil. Es el principal país de la región y evidentemente el presidente Jair Bolsonaro no está interesado trabajar en ese sentido.
-Sí, veo que en sus declaraciones va y viene. Pero no sólo con Brasil, con otros países se puede pensar que un relacionamiento más activo desde el Parlamento puede ayudar a forjar entendimientos que vayan rearmando un tejido.
-¿El acuerdo Mercosur-Unión Europea está para ser tratado en el Congreso?
-Todavía no. Está en lo que se llama revisión legal de los textos, un proceso que lleva varios meses. Se homogeiniza el texto en distintos idiomas. Yo lo vi y hay muchos párrafos entre corchetes, lo que significa que no está definido. Mi impresión es que es un acuerdo que así como está planteado no beneficia los intereses nacionales. Los europeos obtienen mucho y nosotros muy poco. Por ejemplo, así como está, elimina la posibilidad de establecer retenciones salvo para el caso de la soja. Es decir, Argentina perdería un elemento que ha sido clave para la política económica.