El ya clásico festival de piezas cortas Teatro Bombón, creado por Monina Bonelli y Cristian Scotton, toma como escenario en su nueva edición a La Casa del Teatro (Av. Santa Fe 1243), ese emblemático edificio creado por la soprano Regina Pacini de Alvear, en 1938, destinado a albergar a artistas jubilados, donde el pasado de la consagración dialoga con la nostalgia. Y la acción recorre todo el edificio, desde la planta baja, entre los vestidos y las joyas donadas por artistas, que se venden a precios accesibles, hasta llegar a espacios conocidos como el Teatro Regina y otros rincones más íntimos donde los residentes de la casa desarrollan sus rutinas.
Fueron muchos meses de trabajo conjunto entre la institución y los curadores del festival. Y de esa colaboración conjunta surgieron las obras El sueño de Rosita, L´avarieté y Limbo Regina, tres obras enlazadas por el mismo espíritu comunitario, con formatos de media hora de duración y con elencos integrados por residentes, trabajadores de la casa y artistas invitados.
“Yo venía viendo algunas obras de teatro de recorrido en el extranjero, y quería traer esa idea a la Casa del Teatro, porque creo que es un ámbito totalmente apropiado para eso. Por eso cuando vinieron Cristian Scotton y Monina Bonelli a hacerme la propuesta de hacer Teatro Bombón acá me encantó la idea, porque hace rato que tengo el deseo profundo de que este lugar se movilizara de esta manera y que fuera escenario de una estructura de ficción. Estoy muy feliz”, cuenta Linda Peretz, Presidenta de La Casa del Teatro y protagonista de Limbo Regina, que propone un viaje por la historia de la institución en una puesta muy original dirigida por Nelson Valente.
En el comedor de la casa puede verse L´avarieté, la segunda de las propuestas, dirigida por Gastón Marioni y que ofrece una serie de números musicales en los que un grupo de artistas residentes cantan, bailan y cuentan parte de sus trayectorias, con música en vivo. Allí actúan, entre otros, Angeles Gianello y Tito Rocca, cantantes que viven en La Casa del Teatro desde hace 7 y 8 años respectivamente.
“Creo que en la vida debo haber hecho alguna cosa buena, y el regalo del cielo fue venir a vivir a la Casa del Teatro que es una maravilla”, sostiene Rocca. “Vine por recomendación de una persona amiga mía. A mí estar acá me solucionó un problema grandísimo que tenía, porque cada vez que yo volvía de los viajes que hacía por trabajo no tenía dónde vivir. Y hace cuatro años, cuando hice uno de mis últimos viajes, me fui tranquilo porque ya vivía acá”.
Su nombre real, como cuenta en la obra, es Luis Aníbal Roccatagliata. Siempre cantó tangos, desde los 8 años en reuniones familiares, y desde los 20 como profesional. Y con más de 50 años de trayectoria, realizó giras por Europa, Estados Unidos y recorrió toda la Argentina. Por eso aceptó de inmediato ser parte del elenco. “Me propusieron hacer lo que yo hago todavía, porque sigo estando en actividad. Y cuando me dijeron que era para la Casa del Teatro me llenó de alegría. En mi caso eligieron un tango -“Bien bohemio”-, que tiene bastante que ver con mi forma de vivir. Y en la obra cuento parte de mi vida y cómo surgió mi nombre artístico antes de cantar”, comparte.
La historia de Angeles es similar. Llegó a la casa a través de amigos y amigas que ya vivían allí. “Yo estaba viviendo en un local chiquito y estaba pasando un momento bastante problemático. Y acá me sentí recibida con los brazos abiertos”, asegura. Se especializó en el género de la ranchera, pero su vida artística transcurrió en gran medida arriba de un barco, cantando canciones de ritmos bailables para los pasajeros de cruceros. “En mi caso vengo del varieté, que es irreverente y no tiene la estructura sacra del teatro que yo desconozco. Y en esta obra soy una actriz ocasional. Para mí es una experiencia maravillosa. El director Marioni ha sacado cosas nuestras que, por lo menos en mi caso, yo creía haber perdido”.
Son de colección las historias de quienes habitan la Casa del Teatro. Y una de ellas es la de Rosa Escalada, la enfermera de la institución y protagonista de El sueño de Rosita, la tercera obra, escrita y dirigida por María y Paula Marull y que se desarrolla en la cocina del edificio.
“Las hermanas Marull nos hicieron una entrevista en forma general y después en forma individual. En esa ocasión me preguntaron qué sueño tenía y de ahí salió la obra”, recuerda y agrega: “Yo soy enfermera, y que me permitan hacer lo que estoy haciendo me hace sentir orgullosa”. Entre ollas y sartenes, y con texto en verso, Rosita cuenta en escena cómo llegó a la casa, 32 años atrás, y cómo hizo carrera desde su primer puesto como ayudante de cocina hasta llegar a convertirse en enfermera profesional. “Lo que hago lo hago con mucha felicidad y mucha entrega. Me divierto muchísimo y la estoy pasando muy bien”.
Pero no sólo hay teatro en este festival. A la agenda teatral se sumaron también Almas Artistas, un proyecto fotográfico integrado por 34 retratos de artistas y trabajadores que el público puede llevar en forma de postales; CaZa literaria, trabajo literario a cargo de Natalia Villamil, con poesías y relatos breves surgidos de conversaciones con artistas residentes y Apuntes para un teatro colectivo, un proyecto audiovisual dirigido por Paula Kleiman y producido por Nicolás Cobasky, que aún está en proceso.
Según confiesa Peretz la situación económica de la casa, que alberga hoy a más de 30 artistas que en su mayoría ya no ejercen su actividad, es delicada. “Nosotros heredamos una deuda previsional que es muy grande, y debemos ocho millones de pesos a la AFIP. Y eso nos quita energía y calidad de vida para seguir trabajando. Esta es una casa que creó Regina Pacini de Alvear en 1938. ¿Cómo podemos responder a esa generosidad incalculable? Ella podría haberse dormido en los laureles por haber sido esposa del presidente, y sin embargó luchó por los artistas. Esta casa es única en el mundo. Por eso necesitamos salir adelante, y para eso Teatro Bombón nos viene muy bien”.
* El sueño de Rosita y Limbo Regina pueden verse el 8, 15, 22 y 29 de febrero a las 16:30 y a las 17:30 y L'avarieté el 15, 22 y 29 de febrero, a las 16 y a las 17.