“Sí se puede/sí se puede/el paro a Macri/se lo hicimos las mujeres”. El cantito surgió espasmódico entre las miles y miles que empezaron al mediodía con un ruidazo y se fue fortaleciendo a lo largo de las cuadras que unen el Congreso y la Plaza de Mayo. Fueron las mujeres las que coronaron los tres días de masivas movilizaciones callejeras en el lugar que eludió la CGT. Murgas, performers, cientos de pancartas artesanales le dieron un color distinto, un aire de alegría, a un reclamo que una vez más puso en evidencia que la lucha de género es una lucha política. En más de cincuenta países las mujeres hicieron paro porque “toda lucha feminista es la que nos tiene a las mujeres organizadas contra el patriarcado en las calles, en las plazas, en las casas y en las camas”.
La voz de Liliana Daunes, histórica militante feminista, le puso una cadencia conocida al documento consensuado por los colectivos que confluyen en “Ni una menos”. Los ocho ejes meditados de esa síntesis que anclaron en la historia internacional de las luchas populares, en el dolor y el sufrimiento de tantas postergaciones, repasaron los logros y detallaron con contundencia las reivindicaciones (ver página 10 y 11) se anunció en la espontaneidad de las consignas.
El cartel con la foto de Milagro Sala pendía del cuello de centenares de manifestantes. “Olé/Olá/Para Milagro la libertad/Para Morales el repudio popular”, se escuchó una y otra vez entre las columnas de los movimientos sociales y sindicatos en los que las mujeres tomaron la posta. Los hombres acompañaron pero el protagonismo fue de ellas. Un matrimonio que llegó desde Morón, entrenado en décadas de protesta popular, se paró frente a la columna del Frente Renovador:
–¿Por qué no piden por la libertad de Milagro? –les preguntó la señora y del otro lado las señoras y chicas renovadoras no pudieron más que esconder la mirada. El vicegobernador de Gerardo Morales en Jujuy es Carlos Haquim, dirigente del FR.
“Las mujeres vamos a hacer temblar la tierra”, “No quiero flores, quiero tu respeto”, “Acá están los ovarios que la CGT no tiene”, “No crío sumisas ni machitos”, “Ni mi short, ni mi ropa viola, asesina o justifica ataques, el machismo sí”. Sobre cartulinas de colores, las mujeres escribieron el por qué de una convocatoria que las interpeló en forma transversal y generacional. Los hombres las miraron pasar, se conmovieron ante esos cuerpos desenfadados que aprendieron a hacerse visibles. Tomás, un joven economista que esperaba encontrar a su madre en la columna de la Confederación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu), confesó: “Es un esfuerzo permanente darse cuenta de los micromachismos que uno reproduce y no se da cuenta. Frente a una mujer, amiga, novia, que participa en este movimiento es un doble esfuerzo”.
A despatriarcalizar
Un grupo de chicas del noroeste bonaerense,de San Miguel, llegó enfundada con los pantalones con volados rojos, verdes, amarillos, negros. Distintas murgas se unieron para decir presente. Un poco más allá, cerca de la 9 de julio, el grupo “Artivismo en lo abierto” le puso el color violeta de las reivindicaciones feministas a su danza y canto: “Abajo el patriarcado/ se va a caer/se va a caer/ Arriba la rebeldía que no para de crecer”. “Despatriarcalizadas”, se unieron en un grito de guerra, tribal, un sonido que evoca lo salvaje, lo distinto y disrruptivo de la lucha de las mujeres.
Mientras la marea de rebeldía de madres, hijas, abuelas se fundía interminable sobre Avenida de Mayo, en una de las esquinas las mujeres flamencas del tablao Cantares, vestidas de negro, le pusieron garbo español y cantaron al son de las palmas: “Que vivan las mujeres, libres y las que intentan serlo”!/Que vivan las mujeres que dicen no, no quiero/Que vivan las mujeres que migran, que se refugian, las que se exilian, las del mundo entero!... Marina Lila Sainz, la profesora del grupo, había tomado la idea de una alumna y “decidimos incluirnos con lo que hacemos, no estamos solas”.
Todas juntas
Detrás del inmenso cartel fucsia y blanco con la leyenda “Paro Internacional de Mujeres, Vivas nos queremos”, marcharon codo a codo, Vilma Ripoll, Laura Marrone, Mariana Carbajal, Manuela Castañeira, Marta Dillon, Estela Díaz, Nora Cortiñas, Ornella Infante, Nelly Minsyerky, entre otras de las muchas que en los últimos años supieron enhebrar las demandas, articular las divergencias y sumar, siempre sumar. Brugo, lleva orgullosa la lucidez de sus 87, casi 88 años, recordó los años en que eran muy pocas luchando por la igualdad en la ley del ejercicio conjunto de la sociedad parental, en el divorcio, machacó en que “nos falta una ley fundamental sobre el derecho al aborto que hace a la salud pública” y destacó que el colectivo de Ni una menos “ha logrado que no sea una lucha de pocas. Tenemos que luchar por leyes que no queden en la letra, porque las mujeres sean tratadas con igualdad de derechos en las políticas públicas, la educación sexual y en la eliminación de los estereotipos que son consecuencia del patriarcado que hay que desterrar. De esta lucha se tiene que apropiar el pueblo. Los hombres tienen que comprender”.
Como incansable militante de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Nora Cortiñas, está siempre dando batalla. “La respuesta de las mujeres es que no estamos mudas. Nos escuchamos y caminamos unidas”, sintetizó.
Estela Díaz desde la conducción de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), puso en contexto la marcha: “En este momento de avance del neoliberalismo, el papel de las mujeres es protagónico para construir alternativas populares, para volver a triunfar y construir gobiernos de transformación popular. Hace tres días que nos estamos movilizando, el 6, 7 y 8”. Manuela Castañeira, dirigente del MAS,remarcó “Estamos protagonizando algo histórico que trasciende las fronteras. En la Argentina hacemos lo que no hizo la CGT, hacemos paro”.
La conciencia de las dirigentes se replicó en los argumentos de las participantes. Trabajadoras estatales, docentes, integrantes de los movimientos sociales, estudiantes. “Estamos acá para acompañar a todas las mujeres, para homenajear a aquellas que dejan su vida. Necesitamos estar juntas para generar conciencia, para que nos respeten, para que se termine la violencia de todo tipo contra nosotras, en todos los ámbitos nos tienen que tener en cuenta para luchar”, señaló Susana Ziegenbein, docente de Hurlingham. Julia, 33 años, se emocionó: “Es muy grosso que aunque sea por corrección política estemos hablando de estos temas todos los días. Te das cuenta que estamos a años luz de la igualdad y que el sentido común es el machismo, es el de la Iglesia Católica, pero estamos acá para cambiarlo”.
“Señor/señora/ No sea indiferente/Se matan a travestis en la cara de la gente”, tomó la posta el colectivo de la Asociación de Travestis, Transgéneros y Transexuales de la argentina (ATTA). La marea unió todas las opciones en el grito común de igualdad.
En ese collage de potencia y militancia se sumaron también "Las leonas de Clarín", Rocío Sal, Sara Villalba, Nora Pritz, Edith Zeballo, entre otras mujeres que acompañan la ocupación de la imprenta Artes Gráficas Rioplatenses (AGR) por parte de sus compañeros despedidos masivamente a mediados de enero.
Historia colectiva
Las miles y miles que caminaron a paso lento desde Congreso a Plaza de Mayo llegaron cuando el sol empezó a ocultarse para escuchar a Daunes leer el documento:
- “Paramos porque somos parte de una historia colectiva e internacional. Estamos acá porque cuando las mujeres del mundo nos organizamos la tierra tiembla.
- Paramos porque hacemos visible el mapa del trabajo en clave feminista. Contra el ajuste que hoy encara en nuestro país el gobierno de Macri y la alianza Cambiemos, con la connivencia de los gobiernos provinciales, que pesa más sobre nosotras, las mujeres, precarizando nuestras vidas.
- Exigimos que el trabajo doméstico y reproductivo que realizamos las mujeres de forma gratuita sea reconocido en su aporte como valor económico.
- Exigimos la apertura de paritarias sin techo, rechazo al 18 por ciento en cuotas que pretende imponer el gobierno. Apoyamos la huelga de los y las docentes.
- Paramos porque exigimos aborto legal, seguro y gratuito.
- Para defender nuestras disidencias sexuales y de género.
- Paramos para decir Basta de femicidios. Para denunciar que el Estado es responsable. En nuestro país es asesinada una mujer cada 18 horas.
- Paramos porque exigimos un Estado laico. Somos un movimiento anticlerical y exigimos el cese de subsidios a la Iglesia Católica y la educación religiosa. Repudiamos la intervención de la Iglesia Católica y de todas las iglesias evangelistas sobre nuestros cuerpos.
- Paramos por un movimiento internacional feminista que revolucione nuestro lugar en el mundo. Contra toda forma de explotación y opresión, llamamos a nuestras hermanas de todo el mundo a seguir luchando de manera independiente de los gobiernos. Ni una menos, vivas nos queremos.”
Las mujeres en la calle habían dado una lección magistral. Cuando todo terminaba, un grupo se desprendió para pintar la Catedral y encender fogatas. Las escenas empezaron a ganar espacio en las pantallas, ávidas de desmanes para deslegitimar toda protesta. Demasiado poco para opacar la magnitud de la lucha.