Desde La Habana
En cada piedra de esta ciudad bella y hospitalaria resuena el eco de alguna frase de José Martí, santo y seña de la cultura cubana. “Leer es crecer” condensa la importancia que tiene la lectura y los libros en el imaginario de la sociedad cubana. La palma de Fidel se posa sobre el hombro de una mujer vietnamita. Ella parece sonreír. El viento agita la lámina donde aparece el líder de la revolución cubana contra los muros de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, el espacio donde se realiza la 29º Feria Internacional del Libro de la Habana, edición que tiene como país invitado de honor a Vietnam. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner presentó Sinceramente la tarde del sábado, acompañada por el escritor Marcelo Figueras, director de Radio Provincia. El grupo Octubre exhibe su catálogo editorial en el stand de Argentina y presentará Esa mujer, de María Seoane y Víctor Santa María; Ese hombre, de Gisela Marziotta y Seoane; y Los días eran así, de Hugo Soriani, director editorial de Página/12.
Durante la ventosa inauguración, la representante del partido Comunista vietnamita, Truong Thi Mai, lee un texto en el que pondera los esfuerzos de Cuba “para honrar el papel y la cultura del libro”, a pesar de las dificultades que implica el bloqueo económico y financiero. “Vietnam y Cuba tienen muchas similitudes. Nuestros países son ejemplos en la lucha por la independencia”, afirma Thi Mai los lazos de amistad compartidos desde hace seis décadas, iniciados por Fidel Castro y Ho Chi Minh. La isla de la lectura, la pequeña y gigantesca Cuba, es un país de lectores. Hay números que impresionan. Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro, precisa que habrá en esta edición cuatro mil títulos y más de cuatro millones de libros a disposición de los cubanos y visitantes internacionales. “El gobierno de Estados Unidos es el responsable directo de aplicar contra Cuba un bloqueo genocida y brutal. Esta dura realidad nos impone todo género de limitaciones. En esas difíciles condiciones hemos organizado esta fiesta de las letras, la amistad y la solidaridad”, dice Rodríguez Cabrera y recuerda una argumentación de Fidel Castro: “El Estado socialista debe editar libros no para ganar dinero, debe editar libros para beneficio del pueblo; y se beneficia al pueblo no solo con un tipo determinado de literatura, sino con una gran variedad de libros y con una política editorial que le permita tener acceso a las mejores obras creadas por la inteligencia del hombre, tanto históricas, literarias como políticas o de otro tipo”.
Andar en guagua (colectivo) es sumergirse en la vida cotidiana de los habaneros: esperas más o menos prolongadas, un estoicismo a prueba de percances domésticos ocasionados por la escasez de algunos productos y una picaresca que invita a la carcajada. Se sufre pero se ríe; el arte de tirar pa’lante y sobrevivir con dignidad consiste en evitar el llanto y el lamento que paraliza. Hay horarios donde solo es posible ingresar a las guaguas por la puerta del medio y el chofer, con paciencia, como un director técnico improvisado que tiene que acomodar en la cancha a una multitud imprevista de jugadores, da instrucciones sobre cómo moverse para poder cerrar las puertas. “¿Argentina?”, pregunta un mulato cubano. Entonces se le ilumina la mirada y cuenta –rumbo a la Fortaleza San Carlos de la Cabaña- que él una sola vez salió del país hacia Angola, donde estuvo casi dos años. “¿Por entrenamiento?”, pregunta esta cronista. “Pa’ pelear”, aclara y dice que Cristina es “honrada”, una líder política “ejemplar”.
Jóvenes cubanos y muchas familias con niños se acercan a la Feria para pasear y comprar libros. En el stand argentino hay 2500 libros y más de mil títulos de 50 editoriales, entre otras, Siglo XXI, Imago Mundi, Colihue, Corregidor, Nuestra América, Editorial Octubre, Ediciones Continente, Emecé, Planeta, Seix Barral, Ediciones Luxemburg, Lugar Editorial, Eudeba, Librería de la Paz Sudamericana, Letra viva, IPS y CTA Ediciones.
Las páginas de los libros son ámbitos donde se encuentran lectores que tal vez no saben que comparten sueños y sensibilidades, como si fueran familiares lejanos hermanados por el placer de la lectura. Gloria Esther Martínez Rivero, directora de la Biblioteca del Instituto de Historia de Cuba, tiene un ejemplar de Sinceramente en sus manos. “Cristina es una mujer valiente; el período en que estuvo como presidenta tuvo los pantalones bien puestos, como decimos los cubanos”, plantea esta mujer de mirada celestial que compra el libro editado por Sudamericana para la Biblioteca en la que ella trabaja. Marcelo Paredes, el editor y autor del libro Germán Abdala aún nos guía, revela que en doce años ya tienen publicados más de cuarenta títulos, muchos vinculados a la historia de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado). Mirta Matheos, directora de Cultura de ATE nacional firmará un convenio con el Instituto Cubano del libro para albergar en el hotel de ATE a aquellos escritores y artistas cubanos que vayan a participar de la 46º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que contará con La Habana como ciudad invitada de honor. La próxima semana Paredes junto a Matheos participarán de la charla “ATE, mucho más que un sindicato”. “Esta visita se inscribe en el marco de una estrecha relación del sindicato con el Estado y el pueblo cubano”, subraya Matheos.
La Feria del Libro de La Habana es, como advierte el presidente del Instituto Cubano del libro, “una señal inequívoca al mundo de que Cuba no se rendirá jamás”.