En 1981 alcanzó el récord de valla invicta del fútbol profesional en Argentina. Ese año, el equipo dirigido por Carlos Griguol fue subcampeón del Boca de Maradona. Hasta 1984, los de Caballito se convirtieron en protagonistas de los torneos.

Carlos Barisio no fue solamente el arquero con la valla más tiempo invicta del fútbol profesional argentino con 1.075 minutos (11 partidos y 65 minutos), aún imbatible. Barisio también fue uno de los símbolos del mejor período deportivo e institucional de Ferro Carril Oeste. Un club que se destacaba por su cantidad de socios, por la calidad de sus actividades deportivas, por sus instalaciones y porque tenía un equipo que, desde 1981 a 1984, hizo historia.

Dirigido por Carlos Griguol, le peleó el título del Metropolitano de 1981 al Boca de Diego Maradona y Miguel Brindisi, conducido por Silvio Marzolini. Aquel campeonato casi que se resolvió en La Bombonera, la tarde del 2 de agosto en la que Hugo Perotti quedó cara a cara con Barisio y anotó el 1-0 definitivo. Prueben de ver las imágenes de video. Todavía conmueve cómo se “viene abajo” la popular de tanto festejo. Aquel tal vez sea uno de los festejos más vistosos de nuestro fútbol. Faltaban dos fechas para que termine el campeonato. Una semana antes, el 26 de julio, Humberto Bravo, de Talleres, le había quebrado el récord de arco invicto.

 Cuando se le hizo la inevitable pregunta de qué sentía al cortarse la marca, contestó que lo que más lamentaba era que Ferro perdiese un punto. Después de aquel partido con Boca, Ferro tropezó: le ganaba 3 a 0 a Huracán y terminó 3 a 3. En la fecha siguiente, a pesar de ganarle 3 a 0 a Platense en Vicente López, no pudo descontarle el punto de ventaja que le sacó Boca, que esa tarde igualó con Racing 1 a 1: 50 a 49 fue el puntaje final.

Barisio no está entre los mejores del puesto, pero el récord -que le batió a Antonio Roma, de Boca, con 783 minutos, en 1969 -le alcanzó para volverse símbolo. Llegó al club invitado por Carmelo Faraone, que lo encontró entrenando con arqueros libres en Palermo. Después reemplazó a Rubén Sánchez, que se desgarró en un partido contra Talleres. Cuando asumió, Griguol lo confirmó como titular.

Lo que también se destaca de aquel Ferro de los “números Topper”, más allá del buen juego y sus figuras casi anónimas que a partir de ahí trascendieron, es que el país se había dividido como pocas veces entre los que hinchaban por Boca y los anti Boca. “Como suele suceder siempre cuando los equipos chicos se prenden entre los punteros, creo que todos nos hicimos hinchas de Ferro”, recordó el escritor Roberto Fontanarrosa en su libro No te vayas campeón, donde hace justicia a los equipos grandes y chicos que hicieron historia de la buena. "Después de todo, es la revancha de los humildes, la reivindicación de los desposeídos", agregó Fontanarrosa.

Aquel Ferro inició un período de inolvidables chicos grandes. Porque enseguida asomó el gran Estudiantes campeón de Carlos Bilardo, Miguel Russo y Alejandro Sabella, entre otros, y el Argentinos Juniors de Labruna -primero- y Yudica -después- que contaba con el Pepe Castro, el Checho Batista, Claudio Borghi y Pedro Pablo Pasculli.

Volvamos a Ferro. Desde 1981 tuvo, además de Barisio, a Cacho Saccardi, Oscar Garré, Carlos Arregui, Héctor Cúper, Miguel Ángel Juárez, Adolfino Cañete, Oscar Acosta, Víctor Marchesini, Juan Domingo Rocchia y Alberto Márcico, que explotó en 1984. La lista es injusta por los nombres que quedan afuera.

En el Nacional siguiente tuvo la mala suerte de que en su camino se cruzara en la final nada menos que el River de Mario Kempes, Ubaldo Fillol, Daniel Passarella, Américo Gallego y Alberto Tarantini, dirigido por Alfredo Di Stéfano. En la final de ida, en Núñez, River ganó 1-0 con gol de Julio Olarticoechea, ayudado por Barisio, que a pesar de un error no dejaba de ser héroe. La revancha, en Caballito, volvió a ganarla River; ahora con un gol de Kempes.

Después de dos frustraciones en un año, aquel Ferro se dio el gusto de salir campeón en el Nacional de 1982. Barisio alternaba con Eduardo Basigalup, quien se quedaría con el puesto. De las cuatro zonas en que se dividía el torneo, a Ferro le tocó la B, en la que se clasificó primero con 29 puntos. Para percibir el rendimiento del equipo, tal vez sirva como dato que sus dos segundos, Unión e Independiente, sumaron 23 puntos. En la zona también estaban Argentinos Juniors, Atlético Concepción de Tucumán, San Lorenzo de Mar del Plata, Unión San Vicente (Córdoba) y Estudiantes de Santiago del Estero. Otro dato: Ferro dejó afuera del campeonato a Independiente al ganarle en Avellaneda 4 a 0. En la ronda siguiente le ganó 1 a 0 a Independiente de Mendoza y en Caballito empataron 0 a 0. Luego 4 a 0 a Talleres y en la revancha, en Córdoba, 4 a 4. Así llegó a la final, ante Quilmes. En la ida terminaron 0 a 0 y en el definitivo, en Caballito, Ferro ganó 2 a 0. Además de terminar invicto con 16 triunfos y 6 empates, tuvo al goleador del torneo, Miguel Juárez, con 22 tantos.

Aquel ciclo de Ferro terminaría en 1984, con otro Nacional en el que habría revancha ante River. Dividido en ocho zonas de cuatro, Ferro ganó la suya con 9 puntos, seguido con 7 por Instituto de Córdoba y Platense. Altos Hornos Zapla, de Jujuy, apenas había sumado un punto. En la clasificación le tocó Huracán, con el que definió (y ganó) por penales en Caballito. En la ronda siguiente le tocó uno de los mejores Independiente de la historia. En la ida, como local, terminaron 1 a 1, pero lo definió a su favor por 1 a 0 en el tiempo suplementario de la revancha, en Avellaneda. En la semifinal recibió a Talleres de Córdoba, al que le ganó 1 a 0. Y en la vuelta terminaron 1 a 1.

En la primera final ante River en el Monumental, Ferro ganó 3 a 0 con goles de Cañete, Hugo Noremberg y Márcico. En la vuelta, en Caballito, se impuso 1 a 0, con otro de Cañete. De catorce partidos, aquel Ferro ganó 8, empató 5 y perdió uno.

Del período 81-84 no es menor que fue noveno en el Metro 82, segundo en el del 83 (a dos puntos de Independiente) y eliminado en octavos del Nacional de ese año. En el Metro del 84 peleó el título hasta la última fecha con Argentinos, que resultó campeón. Los resultados permitieron jugar dos veces la Copa Libertadores, pero a nivel internacional no pudo repetir la campaña local.

Para 1984, ya no estaba Barisio. Se había ido a Boca en el 83, donde fue suplente de Gatti, y seguiría en Deportivo Armenio, Chacarita y Belgrano de Paraná. Tal vez le faltó coronar su gloria en Ferro jugando la final del 82. De todos modos, el club nunca lo olvidó. Le hizo homenajes en vida y su simbolismo se agrandó con el tiempo. Con su muerte a sus 69 años se puede recordar no sólo un record sino una inolvidable etapa del fútbol argentino que lo tuvo, sin dudas, como personaje insoslayable.