En un hecho histórico sin precentes en la historia de la Academia de Hollywood, la película coreana Parasite se impuso como mejor película, la primera no hablada en inglés en 92 años. No hubo otro ganador más neto en la noche del Oscar que el director coreano Bong Jong-hoo, que se llevó las estatuillas al mejor director, guion y film internacional, por su cruda sátira social Parasite.

Tal como se preveía, Joaquin Phoenix (Guasón) y Renée Zellweger (Judy) se llevaron los premios al mejor actor y actriz respectivamente, mientras que las estatuillas a los intérpretes secundarios fueron para Brad Pitt (Había una vez en... Hollywood) y Laura Dern (Historia de un matrimonio), también favoritos en sus rubros.

Si hubo una coincidencia en las redes sociales acerca de la 92ª ceremonia del Oscar de la Academia de Hollywood es que el show fue más parecido al de los premios Grammy que al de una celebración cinéfila, con el acento puesto en los números musicales y la notoria ausencia de un único anfitrión, que le pusiera ritmo y humor al espectáculo.

Como para que la audiencia no se aburriera de entrada y cambiara de canal, no habían pasado más de diez minutos del inicio cuando la ganadora a la mejor actriz de reparto del año pasado, Regina King, anunció al ganador del Oscar al mejor actor de reparto del 2019: Brad Pitt , por Había una vez en… Hollywood. No hubo sorpresa alguna aquí, en un premio que parecía cantado hace semanas, no sólo por su estupendo trabajo en la película de Quentin Tarantino sino también por las estatuillas que había estado coleccionado en ceremonias previas al Oscar. “Me dicen que tengo 45 segundos para estar aquí arriba”, empezó su discurso el actor. “La verdad es que es más de lo que le dieron en el Senado a John Bolton”, disparó en alusión a uno de los testigos del impeachment contra Donald Trump por el Ucraniagate. Después agradeció a su director, a su compañero de elenco Leonardo DiCaprio y señaló que “es hora de reconocer el trabajo de los dobles de riesgo”, considerando que su personaje es precisamente uno de ellos, y que hace tiempo que el gremio pide ser incluido en la premiación de la Academia.

Más gritos y emoción hubo cuando Diane Keaton y Keanu Reeves anunciaron que Parasite, la película del coreano Bong Joon-ho era la ganadora de la estatuilla al mejor guion original. La platea estalló en aplausos y se puso de pie para homenajear al guionista y director que es el primero en conseguir un Oscar para el cine de su país. “Uno generalmente escribe en soledad, pero este es primer Oscar que recibe el cine coreano así que no me siento solo”, dijo Bong en su idioma natal, con interpretación consecutiva en inglés. En el camino, Parasite dejó atrás en este rubro a contendientes de la talla de Historia de un matrimonio, de Noah Baumbach, 1917, de Sam Mendes, y Había una vez... en Hollywood, de Quentin Tarantino. 

El coreano Bong Joon-ho con el Oscar al mejor guion original


Bastante más tarde, Bong volvería al escenario para recibir el Oscar al mejor film internacional, como se denomina ahora la categoría que antes se llamaba mejor film extranjero. "Me alegro de ser el primero en recibir el premio con lo que significa este nuevo nombre", dijo el director coreano antes de confesar que ya estaba "listo para tomar un trago".

 Y mayor fue la sorpresa aun cuando Bong volvió una vez más para recibir el Oscar al mejor director. “Pensé que ya había terminado y estaba listo para relajarme”, suspiró Bong. Y luego hizo poner de pie a la platea cuando señaló: “Si la Academia me lo permitiera, partiría este Oscar en cinco y lo compartiría con ellos”, refiriéndose a sus compañeros de rubro. Entre ellos, destacó especialmente a Martin Scorsese “a quien estudié en la escuela de cine” y a Quentin Tarantino, “que cuando mis películas no eran conocidas en los Estados Unidos él las mencionaba en sus listas de predilectas”.

Mucho más inadvertido para el auditorio pasó el Oscar al mejor adaptado para Taika Waititi por la sátira Jo Jo Rabbit, que dejó atrás nada menos que a Guasón (Todd Phillips & Scott Silver), Mujercitas (Greta Gerwig) y sobre todo a El irlandés, de Steven Zaillian, en un indicio de la triste suerte que le esperaba a la película de Martin Scorsese durante la noche. Tampoco hubo mucho entusiasmo con el Oscar al mejor largometraje animado para Toy Story 4, que era un número puesto para su categoría, en la que también competían Cómo entrenar a tu dragón 3, Perdí mi cuerpo y Sr. Link.

El Dolby Theatre de Los Angeles volvió a tomar temperatura con el Oscar a la mejor actriz de reparto a Laura Dern, por su trabajo en Historia de un matrimonio, la producción de Netflix dirigida por Noah Baumbach. "Noah ha escrito un guion sobre el amor y sobre cómo acabar con las diferencias en el hogar”, dijo Dern arriba del escenario, que en la película interpreta una suerte de alter ego de Laura Wasser, una abogada súper estrella de Hollywood especialista en divorcios, entre ellos el de Baumbach con Jennifer Jason Leigh, a quien representó en contra de los intereses del director.

La ceremonia había comenzado puntualmente a las 22 hora argentina, con un vibrante número musical a cargo de Janelle Monáe y Billy Porter, dos astros de la música negra, que ayudaron a compensar la ausencia casi total de afroamericanos entre los nominados, aunque la apertura pareció más propia de los Grammy que de los Oscar. Esa ausencia de diversidad entre los nominados obligó a los productores a sumar más figuras afroamericanas entre los presentadores. El comediante Chris Rock subió al escenario del Dolby Theatre (junto a Steve Martin) y el primer blanco –en todo sentido—que encontró para sus dardos fue Martin Scorsese. “Marty es un genio”, lo halagó primero, para después dispararle: “Me encantó la primera temporada de El irlandés”, haciendo referencia a las tres horas y media de su película. 

         Laura Dern (AFP)