Desde Santa María de Punilla
Un día más de procesión por calles y caminos. La ruta 55, en la mano que llega desde Villa Carlos Paz, transmite una imagen secuencia cancina con su hilera de autos que se mueven, ya resignados, a velocidad humana. Ahora embarrados por efecto de la lluvia que cayó sobre la localidad y alrededores desde el cierre de la primera jornada del Cosquín Rock, hasta el principio de la segunda. De camino al aeródromo que aloja las instalaciones, una familia espera apoltronada en reposeras a que pique algún cliente. “Ferné”, promete un cartel pintado a mano que, a la vez, multiplica los medios de pago: “Posnet - Tarjetas”. El terreno se puso blando, hay agua de lluvia y de toda la otra que no llegó a los baños químicos, por la alta actividad del sábado, cuando quedó claro hacia dónde se propuso ir esta vigésima entrega del festival cordobés.
Más de 50 mil personas volvieron a movilizarse este domingo para la fecha que cerraría lo que se había abierto el sábado, con una propensión renovadora de la grilla. Quizá no tan palpable sobre el escenario mainstream, que es el Norte, sino en el resto de los espacios, principalmente en el Sur, el segundo en magnitud. Si el sábado su propuesta había sido fluctuante pero coherente, con el abordaje de géneros diversos y un particular acercamiento al concepto de rock, el domingo jugó como una especie de sucursal del trap argentino, el movimiento emergente que más creció en 2019. El artista de cierre fue Duki, una de sus máximas figuras, que presentó algo de Super Sangre Joven, su único larga duración, editado en noviembre del año pasado. Así transcurrieron “Te traje flores”, “Me gusta lo simple”, y “Goteo”, que activó un interesante pogo sub-23. “Es una noche especial, el Cosquín Rock le abrió las puertas al trap argentino”, celebró el cantante de 23 años, que irrumpió en escena con un pañuelo heavy metal en la cabeza. Como último tema, casi a modo de bis, Duki llamó a los colegas y amigos que habían pasado por ese tablado para interpretar la colaboración viral “Tumbando el club”.
Una situación comparable a la de Duki es la de Wos, pero el rapero tiene una pata más en la crema rockera. El artista de 22 años se infiltró en el escenario Norte, esta vez dedicado a colegas de más largo recorrido, y logró ser de lo más atractivo de esa zona, por entrega y frescura, más la porción de freestyle, que le confiere un diferencial. Falto de aire por momentos –algo en lo que seguramente ya esté trabajando-, pero siempre conectado y respaldado por una banda sólida, esencialmente gracias a la base rítmica que componen Natasha Iurcovich en bajo y Guille Salort en batería. Wos, que el año pasado participó del Cosquín en una carpa y con apenas un puñado de simples editados, le sacó el jugo a su disco Caravana, agotó dos Luna Park, y se transformó en uno de los jugadores más valiosos de este Cosquín Rock. Incluso fue invitado por Andrés Ciro Martínez a tener un segmento dentro de “Pistolas”, durante su set junto a Los Persas. El rapero aprovechó la temática y recordó a los jóvenes masacrados en San Miguel del Monte, además de condenar al gatillo fácil, tal como lo había hecho en el festival Mastai, en Mercedes, el año pasado.
Cada paseo pedestre por el predio implica algo de esfuerzo físico y mental, cuando los oídos deben acomodarse a propuestas muy distintas separadas apenas por pasos. La renovada formación de Riff daba una buena sorpresa sobre el escenario “Córdoba X” y juntó a una interesante cantidad de público. Con Vitico y Boff como miembros originales, y con Luciano Napolitano en guitarra y voz, el ahora quinteto revalorizó el legado de una de las agrupaciones míticas del rock argentino, con piezas de colección como “El marqués bajo la luz”, “La dama del lago” y “No detenga su motor”. Vitico recordó a su amigo (“Es un placer estar acá, porque acá, hace 15 años, fue el último show que hicimos con Pappo”), mientras que Napolitano, atento al contexto e hijo de su padre, disparó: “Estamos haciéndole honor a la palabra ‘rock’”. Las guitarras seguían tronando mientras Babasónicos, uno de los números puestos del festival, quebraba la hegemonía trapera del escenario Sur con un set que viajó desde “Cretino” hasta “Putita”.
Junto con Duki, en el sector “auto-tune” sonaron otros artistas en expansión, como Neo Pistea o Cazzu, que tuvo un muy buen pasaje con “Toda”, “Pa mí” y “After house”. “Yo sé que te gusta escuchar Led Zeppelin a todo volumen… pero sé que esta también la sabés”, decía la cantante en plan de acomodarse al ambiente, y después invitó a Eli Suárez de Los Gardelitos, para cantar “Penas y problemas”. De forma similar lo hizo Duki, al entrar a caballo de “Rockstar”. En cambio, Ysy A y su equipo salieron a escena con remeras que decían “Cosquín Trap 2020”, apostando más al microclima que a la integración. El creador de El Quinto Escalón sigue presentando su segundo disco, Hecho a Mano, con un estilo algo más bolichero que el de sus colegas.
El grueso de las cámaras seguía posado sobre el escenario Norte, por donde pasaron varios de los números puestos del evento serrano, que en esta edición reclutó a 154 artistas en 8 espacios diferentes, lo que es muchísimo; más, cuando se recuerda que la primera contó apenas con 14 números. Las pantallas anunciaban que, por única vez, y a modo de festejo por los 20 años, el festival tendrá su versión porteña, el 10 y 11 de octubre de este año. Después de La Vela Puerca y de Ciro y Los Persas, que escupieron sus listas pasteurizadas para festivales, Los Caballeros de la Quema ejecutaron una nueva reunión y recordaron viejas épocas con clásicos como “Celofán”, “Todos atrás y Dios de 9”, y “Patri”. “Gracias, Cosquín. Nos la debíamos”, tuiteó Iván Noble poco después de abandonar el escenario en el que, quizás, podrían haber sido programados un poco más temprano.
A lo largo de sus dos décadas de historia, el Cosquín Rock convocó a más de 2 millones de espectadores. Si una banda fue testigo de su crecimiento, es Las Pelotas, que estuvo en todas y cada una de sus entregas. Los liderados por Germán Daffunchio tienen un master en festivales, y apuntaron a levantar con “Sin hilo”, “Hawaii”, “Esperando el milagro” y “Capitán América”. La clausura definitiva fue para Ratones Paranoicos, que acompañaron con altura ese largo languidecer de un festival titánico. Así sonaba “La nave”, estirada y relajante, para cortar con un nuevo fin de semana de locura en Santa María de Punilla.