Desde Dolores

Lucas Pertossi, a las 4:55 del sábado 18 de enero, poco más de diez minutos después del asesinato de Fernando Báez Sosa, comunicó al resto de los agresores la terrible noticia con una frase para la antología del horror. “Estoy cerca de donde está el pibe, están todos a los gritos, está la policía, llamaron a la ambulancia… caducó”, según consta en el pedido de prisión preventiva formulado por la fiscal Verónica Zamboni contra ocho de los diez rugbiers involucrados en el crimen. La brutal ironía del “caducó” para aludir a la muerte violenta del joven, es una frase entre muchas otras del mismo tono señaladas en el escrito de más de 250 carillas al que tuvo acceso Página/12.

Por su parte, el fiscal general Diego Escoda, en diálogo con este diario, señaló que en principio, la autopsia determinó que la muerte de Fernando se produjo por “un golpe muy fuerte en la cabeza que le provocó una hemorragia interna, sin fractura de cráneo”. Agregó que, como publicó Página/12 en su edición del domingo pasado , en la autopsia “también se describen algunas lesiones a la altura del hígado y sobre estas lesiones tienen que aportar todavía su declaración testimonial los médicos forenses para profundizar el análisis. Una de las preguntas para los forenses es si ese golpe en el hígado fue el que le pudo haber provocado la muerte” en forma instantánea o que por lo menos lo haya dejado sin ninguna posibilidad de defensa. 

En el dictamen de la fiscal Zamboni, se afirma que hasta ahora lo único que puede dar por probado es que los que golpearon a Fernando fueron Máximo Thomsen y Ciro Pertossi, considerados co-autores del delito de “homicidio agravado por el concurso de dos o más personas”.

Escoda, ante una pregunta, reconoció que hay testigos que dijeron que los que pegaron fueron cuatro, de manera que “todavía existe la posibilidad de que haya dos imputados cuya calificación procesal podría modificarse porque podrían pasar de partícipes a co-autores”, siempre que aparezcan nuevas evidencias que así lo confirmen.

Mientras tanto, Luciano y Lucas Fidel Pertossi, Enzo Tomás Comelli, Matías Franco Benicelli, Blas Cinalli y Ayrton Michael Viollaz son acusados como “partícipes necesarios”. El fiscal general Escoda aclaró que más allá de la calificación que se les da por separado, “todos podrían ser condenados a perpetua”. Sobre los que quedaron en libertad, Alejo Milanesi y Juan Pedro Guarino, el fiscal general dijo que es “por falta de mérito”, de manera que “siguen ligados al proceso judicial” y a eventuales nuevas medidas de prueba en su contra. Hasta ahora, el único sobreseído es Pablo Ventura, el remero que fue acusado injustamente.


Las maniobras para ocultar

La fiscal Zamboni citó pruebas señaladas en los videos que se aportaron a la causa. Uno de ellos muestra cómo Ciro Pertossi presuntamente se chupa los dedos manchados con sangre para intentar desligarse del hecho. La secuencia, que dura unos 36 segundos fue captada por las cámaras del supermercado Marina. En el texto del pedido de preventivas, se afirma que en esa filmación “se observa claramente cómo Ciro Pertossi se limpia sus manos, en todo momento de espaldas a los efectivos policiales, pero siendo tomado dicho accionar por las cámaras” de seguridad. Se deduce que el imputado trata de “ocultar sus manos –con posibles manchas hemáticas— al personal de infantería que cuidaba la zona. Al mismo tiempo se observa cómo algunos de los restantes sospechados -(Matías) Benicelli y Ciro Pertossi- guardan sus manos en sus bolsillos, presuntamente para esconder sus lesiones y/o manchas hemáticas", precisa el escrito.

Más adelante indica que “todos ellos fueron posteriormente advertidos con lesiones corporales al momento de su aprehensión pasadas las 10.00 horas de ese mismo día, y a la vuelta de donde se produjo la interceptación policial señalada".

Zamboni incorpora también como prueba otras filmaciones, entre ellas una registrada a las 4:44 del 18 de enero, tras el crimen de Báez Sosa, en la que "se observa circulando por la vereda mano Este de la Avenida 3 en dirección a la Avenida Buenos Aires, a (08) ocho personas del sexo masculino", dos de las cuales "se abrazan retirándose del lugar".

También se refiere a una grabación del local McDonald´s, tomada entre las 5.10 y las 6 de ese día, donde se ve "al menos a tres o cuatro de los imputados, tratándose presumiblemente de Máximo Thomsen; Lucas Pertossi; y quienes se tratarían de Blas Cinalli y Alejo Milanesi".

"Se observa que ingresan, encargan y consumen comida en el lugar, pudiéndose divisar que los imputados identificados como Thomsen y Pertossi, a ésa altura, ya se habrían cambiado, al menos, sus prendas de vestir superiores, o sea las del torso, de las utilizadas al momento del hecho y que estarían filmadas".

Sobre las causas de la muerte de Fernando, la fiscal cita el informe final de la autopsia, que dice que el joven sufrió “un paro cardíaco traumático por shock neurogénico producido por múltiples traumatismos de cráneo que generaron una hemorragia masiva intracraneana intraparenquimatosa sin fractura ósea”

Como resultado de los mensajes intercambiados por los imputados luego de la muerte de Fernando, incluyendo lo dicho por Lucas respecto de que la víctima “caducó”, la fiscal saca como conclusión que “claramente se desprende que los imputados estaban totalmente al tanto de lo sucedido con Fernando, como de su fallecimiento”. Como tenían “plena conciencia y conocimiento de que habían causado la muerte de Fernando, todos ellos huyeron y se escondieron”.


El pacto de silencio para tener impunidad

A las 6,06 de ese sábado 18 de enero, Ciro Pertossi escribe en el grupo de WhatsApp: “Chicos, no se cuenta nada de esto a nadie”. Esto es interpretado por la fiscal como “un pacto de silencio (está escrito en mayúsculas en el pedido de preventivas) que se mantiene hasta la actualidad”, dado que ninguno se ha prestado a las indagatorias.

Zamboni expresó que ese silencio “corrobora la participación” del grupo en el hecho como así también “la total premeditación” del crimen. Desde las 4,53 hasta las 10,39 del 18 de enero intercambiaron 41 mensajes tratando de averiguar dónde estaba cada uno y acerca de la posibilidad de regresar a la casa que habían alquilado en Villa Gesell.

Una testigo que dijo que vio el ataque contra Fernando sostuvo que le pegaron como si fuera “una bolsa de papas”, mientras que otros miembros del grupo agresor alentaban gritando “dale, matálo, golpeálo”. El repertorio de los agresores incluyó otras frases:  “A ver si pegás ahora, negro de mierda", “quedáte tranquilo que me lo voy a llevar de trofeo”. “es ahora, vamos ahora", “ahora qué pasa que estamos afuera” del boliche, “eso te pasa por pegar por atrás", "el problema no es con vos, es con tu amigo, me voy a quedar a esperarlo", “dale cagón, levantáte”, “a ver si volvés a pegar negro de mierda” . El mensaje final, de retirada, fue “vámonos, vámonos, que viene la policía”. Luego vinieron las maniobras de cambio de ropa, la quita de rastros de sangre y la dispersión del grupo cuando tuvieron la certeza de que el resultado de la golpiza había sido la muerte.