Valessa nació en La Matanza, fue a un colegio en Almagro y vive en Isidro Casanova. Estudió diseño de indumentaria en la Escuela Argentina de Moda y profesorado de música con orientación a piano en la Escuela de Arte Leopoldo Marechal. Dio talleres de rap en Lugano y ahora ofrece uno que también suma poesía en la Escuela 6 de Villa 21. Además, participó de una obra de teatro y está por estrenarse Panash, una película que protagoniza y que orilla en el freestyle. Mientras tanto, espera la salida de su segundo disco, sucesor de Lo primero, una interesante combinación de R&B, house, soul, funk y boom bap bajo el prisma del rap y el hip hop . Y aclara: “No tengo mánager ni agente de prensa. Todo lo hago por mi cuenta“.
Todavía no cumplió 30 pero ya es cantante, compositora, poetisa, actriz, docente, diseñadora y una serie de considerandos más que le complican la vida a todo aquel que quiera etiquetarla. Quizás por eso es que la polímata matancera advierte en la canción con la que adelanta su nuevo disco: “No logro ser de ninguna parte; arte es lo que hago, es lo que soy”.
Lejos de su Casanova natal por unas semanas, Valessa responde desde algún lugar de la Patagonia donde encuentra señal de celular. “Conocí Neuquén hace dos años porque fui a tocar a un festival en San Martín de los Andes y me encantó. El rap sureño tiene su propio estilo, más consciente y profundo, y también con mucha influencia de Chile, que está muy adelantado en rap y hip hop. Además, la Patagonia es un lugar hermoso y con mucha magia. Conocí muchos rappers de acá y ahora pude darme el gusto de hacer una gira por un montón de lugares”, reseña. Durante el último tramo de enero y principios de febrero mostró por allí lo que viene haciendo desde 2013: el proyecto musical que titula Real Valessa.
“Viví casi toda mi vida en La Matanza pero fui a un colegio de Almagro, entonces tuve que viajar mucho y así fui conociendo todos los barrios de la Capital y también gente de todo tipo”, explica Valessa. “Conocí de todo un poco: lugares muy chetos y lugares muy turbios; y entender un poco de ambos mundos me inspiró a poder ser quién soy y a hacer lo que que hago. Lo cual también me permitió abrirme a otras zonas”, dice la cantante y no se refiere únicamente a delimitaciones geográficas sino a una conceptualización mucho más profunda: “Siempre pensé que para hacer algo, tenés que saber hacerlo. Cuando me empezó a ir bien con la música me puse a estudiar, para entender lo que estaba haciendo y poder explicarle al productor lo que yo quería en una pista, o bien para producirme a mí misma”, dice la estudiante de profesorado en piano.
Ese hipertexto no se ciñe únicamente a la música, y un claro ejemplo es cuando entendió que a través del universo textil podía agregarle nuevos colores a su arte. “Mis viejos tenían una fábrica, e investigando diseñadores conocí al dueño de la marca Blackphemy, que es de Laferrere, da clases de diseño en la UBA y además le gusta el hip hop. Enseguida nos sentimos representados por los gustos del otro y comenzó a trabajar conmigo en los videos y vestuarios.”
Ideas sobre pantallas, aulas y batallas
En pocos meses se estrenará Panash, una película rodada por el director Christoph Behl en Fuerte Apache, de la que Valessa es protagonista principal en una narrativa que mezcla rap con distopía y relieve social. “Es una rapera de un barrio bajo que es la única que tiene un mensaje consciente. La película es una adaptación de Cyrano de Bergerac, donde había duelos de poetas. Acá, en cambio, hay batallas de rap. Sucede en una Argentina en estado de sitio y se mezclan temas políticos con el feminismo y el mundo del rap”, explica la matancera. En 2018 ya había participado en la obra de teatro Esto es amor o muerte junto a las raperas Alina, Clipper e Irina Doom, con bailarines de hip hop en escena y dirección de Sol Llorente.
A pesar de tocar el piano, Valessa no empieza a componer sus canciones desde la armonía de un instrumento sino desde una melodía vocal que a veces ni siquiera tiene letra. “Me gusta componer con la voz para que sea lo más importante de la canción, y también para poder tocarla sola con piano o incluso a capella”, explica. “También escribo poesías a las que no les pongo música ni rima, sino simplemente porque me gusta la escritura para desahogarme”, agrega.
Valessa también ocupó diversas instancias docentes: primero dando clases de rap para chicas en Parque Centenario, luego con algo similar en Lugano a instancias de la rapera catamarqueña Kris Alaniz –quien le hizo la onda para entrar en el programa Adolescencia, destinado a barrios porteños– y finalmente en un taller de rap y poesía en la Escuela 6 de Villa 21, junto a la escritora Maia Duek. “En esa escuela había raperos pero no raperas, entonces la empapelamos con fotos y bios de raperas y poetas como Violeta Parra, Actitud Maria Marta, Maria Elena Walsh, Queen Latifah, Diana Bellessi, Anita Tijoux, Lauryn Hill, Alfonsina Storni, Sor Juana Inés de la Cruz y muchas más. Y eso llamó la atención de muchos y terminaron convirtiendo un taller para chicas en un taller para chiques con ideología de género.”
“En el trap y en las batallas de free sigo pensando que algunas canciones pierden el alma al olvidarse del mensaje y convertirse en algo banal”, opina Valessa. “La cultura hip hop, en todas sus ramas, es algo muy sano y con unos valores como elementos muy importantes: el conocimiento y el movimiento. Creo en el hip hop como un transformador social. Si no busca transformar nada, deja de serlo”, banca, aunque también procura “no quedar encerrada en esa cultura“ porque le gusta hacer “música de todos los estilos”.
“Aunque hay muchas cosas que en lo personal me falta deconstruir, creo que nuestra generación trae un cambio de conciencia”, equilibra Valessa. “El crecimiento del feminismo nos empoderó y también hay más conciencia del medioambiente con el crecimiento del vegetarianismo y el veganismo. No importa de dónde seas: el hip hop le da herramientas a todo el mundo para poder expresarse en la vida, con música, con el baile, con el grafiti y con el rap. Cuando empecé a rapear, nunca me imaginé que podría ser una influencia para los demás. No busqué más que hacerlo por mí misma y como desahogo.”