Desde Brasilia
Un paso importante hacia el deshielo. El canciller Felipe Solá concluyó su visita a Brasil con la meta alcanzada, comenzar a recomponer las relaciones con el principal socio comercial de la Argentina. "Pragmatismo", fue una de las palabras repetidas por el funcionario encargado de la difícil faena de reconstruir los puentes rotos entre Brasilia y Buenos Aires. El propio Jair Bolsonaro, que sólo esta semana admitió la posibilidad de recibir a Solá, finalmente lo hizo, bajó el tono de confrontación y propuso celebrar su primer encuentro con el presidente Alberto Fernández el próximo 1 de marzo en Montevideo, cuando Luis Lacalle Pou asumirá la presidencia de Uruguay.
La propuesta de Bolsonaro va a contramano de sus repetidos ataques como los que lanzó poco después de la victoria del Frente de Todos en los comicios de octubre. Antes de ello el ex capitán había hecho proselitismo, por momentos alevoso, a favor de Mauricio Macri (y de Lacalle Pou).
A nadie escapa que la idea lanzada por Bolsonaro apunta a una reunión con Fernández en tierra neutral --no lo invitó a Brasilia-- y el día escogido fue la asunción de otra figura de la derecha regional, como Lacalle Pou, que desplazó al Frente Amplio tras 15 años en el poder.
"La propuesta de la reunión partió del presidente Bolsonaro", declaró Solá al dejar el Palacio del Planalto, tras 50 minutos de conversación que pusieron fin a una intensa agenda iniciada horas antes en la Cancillería, donde dialogó en extenso con su par Ernesto Araújo.
"Bolsonaro le manda un abrazo al Presidente y espera verlo el 1º de marzo".
Por lo pronto, Solá no confirmó la realización del encuentro en Uruguay, dado que la fecha coincide con la apertura de sesiones ordinarias del Congreso nacional.
El cónclave entre Sola y Bolsonaro "fue un paso hacia el deshielo, fue muy importante, nos volvemos con el objetivo alcanzado", comentó a PáginaI12 una fuente de la Cancillería que estuvo en el tercer piso del Planalto, donde tiene su despacho el jefe de Estado brasileño.
Consultada sobre la posibilidad de que Fernández no pueda viajar a la República Oriental, la misma fuente respondió: "Me parece que es compatible estar en las dos ceremonias, la del Congreso y la de Montevideo, son sólo 45 minutos de avión entre las dos ciudades (...) Lo importante es que se realice la primera reunión entre los presidentes".
Hasta el cierre de este nota, Bolsonaro no había ofrecido un balance de su primera conversación con un alto funcionario del gobierno de Alberto Fernández. Una demora que de por sí es toda una señal del estado de las relaciones. Hasta el momento sólo se divulgó una foto que muestra a Bolsonaro sonriente junto a sus interlocutores. Es prematuro asegurar que este encuentro y el posible del 1º de marzo en Montevideo indiquen que hubo un cambio de rumbo de la política externa. Parece más probable que el líder de extrema derecha haya aceptado el consejo de sectores del gobierno o grupos de interés más pragmáticos, advertidos de que a pesar de las divergencias políticas existentes con la Casa Rosada, Argentina es el primer socio comercial de la región y el tercero en el ranking general, detrás de China y Estados Unidos. Un dato a considerar para una economía que no despega, que creció el 1 por ciento en 2019 (contra 2,5 a 3 por ciento prometido), con cerca de 28 millones de desocupados y subocupados, que serán votantes en las elecciones municipales de octubre próximo.
La negociación de la deuda
Otro de los ejes del viaje de Solá pasó por la negociación de la deuda. "Le hemos pedido apoyo (...) él lo entendió bien y supongo que lo hablará con su equipo, Bolsonaro escuchó con atención, no le pedí una respuesta inmediata", resumió Solá, que estuvo acompañado por el embajador designado, Daniel Scioli, quien desde diciembre pasado comenzó a limar asperezas con la administración bolsonarista mientras mantuvo conversaciones con grupos empresariales.
El representante del presidente Alberto Fernández reivindicó el papel estratégico del Mercosur, que Bolsonaro ha desdeñado, además de proponer acuerdos de Brasil con terceros países, incluso con Estados Unidos, con lo cual se violaría una cláusula vital del bloque sudamericano.
Solá aseguró que su gobierno no será "una traba" para que el Mercosur lleve adelante negociaciones con otros bloques, especialmente asiáticos, y resaltó que la recuperación de la economía argentina implicará que Brasil mejore sus exportaciones, afectadas por el coronavirus y la tregua comercial entre Estados Unidos y China.
Al hablar en el Palacio Itamaraty, Solá vinculó la suerte de las negociaciones con otros bloques con el resultado de un acuerdo por la deuda con el FMI. "El futuro de Argentina necesita de esta negociación y nos condiciona al momento de pensar en el futuro. Esto ha influido para no tener una ratificación inmediata del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur", afirmó.
Por su parte, el ministro de Exteriores brasileño, Ernesto Araújo, calificó de "excelente" la reunión bilateral y compartió el énfasis en la mirada sobre el Mercosur, al que definió como una "plataforma dinámica para la inserción en la economía internacional, como un polo de crecimiento económico. El Mercosur debe ser estratégico y hay un potencial a ser explorado".