De repente, un día de 2013 Sebastián Volco se tomó un avión a Nueva York, y no volvió más. No era esa la meta, claro. Quería dar unos shows y ver qué onda, pero una propuesta de Pablo Gignoli, ex bandoneonista de la Fernández Fierro, le hizo cambiar los pasajes de vuelta por otro destino: París. “El ya estaba viviendo allá, y teníamos la idea de formar un dúo de piano y bandoneón que tocara tango y rock. Entonces fui”, rememora el inspirado multiinstrumentista, que no solo pegó un par de trabajos con su amigo sino que, envalentonado, se quedó allí durmiendo en un sofá, y esperando por más. Vaya que valió la pena: hoy, siete años después, lleva más de ochocientas presentaciones entre Europa y Estados Unidos. “Hasta estuvimos en los Emiratos Árabes acompañando al Gotan Project. Poder encontrar una manera de sobrevivir con la música hizo que me quedara naturalmente en París, igual no veo que sea para siempre. Mañana podría estar viviendo en Rusia o flotando en una balsa”, se ríe Volco, ejecutor de guitarra, piano, bajo y teclado, además de compositor y cantante.

Por ahora no ocurrió ninguna de ambas posibilidades. Sí un toco y me voy por Buenos Aires, cuya fecha será este viernes a las 21 en Hasta Trilce (Maza 177). “Estoy trabajando para unificar todos mis universos musicales y performáticos: la música instrumental, la cantada, el rock, el tango, el jazz y otros experimentos electroacústicos y electrónicos. En la fecha de acá se podrá asistir al comienzo de esta nueva etapa de libertad total, profundización y entrega”, promete el músico, cuya banda porteña formará con Pat Coria, en bajo; Fernando Samalea, en batería y bandoneón; Mariano Malamud, en viola; y Michelle Bliman, en saxo. “En todos mis proyectos participan personas de entornos musicales y sociales muy diferentes”, comenta sobre la exquisita selección. “Siempre llamo rockeros y músicos académicos. En este caso tenemos una base rítmica proveniente del rock (Coria + Samalea) jazz y música clásica (Malamud + Bliman). Lo único indispensable para poder tocar mis ideas es que sientan amor por la música y mi particular locura. Y que estén dispuestos a salir de su zona de confort”.

--A lo Hendrix, el toque se llama “The Volco Experience”.  ¿Qué lo define, en lo esencial?

--Pasión y entrega absoluta, por un lado. Un abanico multicolor de mi visión del rock y el espectáculo que es psicodelia, hard rock, rock progresivo, punk, folk, ambient/electrónica, guiños al jazz y al tango y al teatro surrealista, por otro. Y por último, una celebración de la vida y la resistencia al avance implacable de la oscuridad y la estupidez.

Cuando Volco recaló en Francia comandaba un mundo sonoro asociado no solo a la música para ballet, cine o teatro, sino también una Orquesta llamada Metafísica que, tal vez tras las estelas de Hermeto Pascoal, se proponía dislocar el sentido de la comodidad musical. “¿Qué tiene la Orquesta?... No sé, tal vez un trabajo muy minucioso que desarrollamos junto a Sebastian Rosenfeldt, donde todo está muy pensado. Pero lo que estoy haciendo en plan solista es musicalmente más amplio. Hay canciones y una propuesta general más espontánea… punk y patafísica, digamos”.

--Tal vez se acerque más al flamante Civilización demonio, entonces...

--Relativamente, porque si bien Civilización es un disco de canciones, habla de los mismos asuntos que tratamos en Hipnotizados, último disco de la Orquesta, aunque en este caso el lenguaje musical es menos inclasificable.

En París, Volco reparte sus días entre la vida familiar, el estudio de piano y los trabajos como manager y productor “de él mismo”. “Si bien estoy muy instalado allí, soy un extranjero. Es un fenómeno extraño porque siento que la patria es mi familia y mi piano. Trabajo en muchos países de Europa, porque en Francia, como en cualquier lado, para poder sobrevivir tenés que estar en permanente búsqueda de oportunidades. La situación allí es alarmante y el caos social, económico, ecológico y psicológico se avecina. No veo que nuestro inminente salto al abismo infernal vaya a detenerse”, describe Volco sobre un lugar que, de soñado, parece tener poco y nada.

--¿Con qué te encontrás cada vez que venís a la Argentina?

--Viajé pocas veces desde que me fui, la verdad. Sigo la actualidad del país por las noticias y por lo que hablo con amigos. Justamente, es algo que me entusiasma volver a ver a mi amada Argentina con mis propios ojos. Me alegro de que se siga creando y trabajando contra viento y marea. Hay unos músicos tremendos acá.