La vida de Evelina Cabrera tiene tantos matices que suele ser objeto de las simplificaciones más tajantes: "de vivir en la calle, a disertar en la ONU" y títulos por el estilo dan cuenta de los extremos más impactantes de ese recorrido. Pero su experiencia tiene matices que vale la pena desarrollar. “A veces una misma se compra ese speech y de pronto das una nota hablando como si todo hubiera pasado muy rápido. Pero cuando lo ponés cronológicamente en el tiempo, es muy distinto", afirma, como quien prepara el terreno para una buena historia.
– ¿A qué edad te fuiste de tu casa?
–Me fui a los 13. Me fui, volví, y a los 15 me fui de manera definitiva.
–¿Y cómo llegó el fútbol a tu vida?
–De grande, a los 20 ó 21. Ahí encontré herramientas, el fútbol me dio un lugar de pertenencia, me ordenó y me puso pautas porque si no entrenás, no jugás; si no te cuidás, no jugás. Me dio valores también, hay un montón de recursos que se pueden utilizar para desarrollar la parte social, yo me quedé con eso.
–Tu primer equipo como entrenadora, ¿lo formaste con esos valores?
–En realidad fue todo lo contrario. Primero pensé que estaba bueno dar clases y después me di cuenta de que había pibas que no podían pagar la cuota, pibas que no comían y pibas que apenas podían con un montón de cosas. El entrenamiento se empezó a desvirtuar y empecé a encargarme de otras cosas, eso generó que después, en los clubes en los que me desempeñé, buscara una colega que desarrolle más la parte estrictamente deportiva, porque generalmente yo terminaba haciendo un poco el rol de manager o de psicóloga. Desde ese lado armé y busqué herramientas para ayudar a las chicas, con talleres, acercándolas al estudio, aparecieron un montón de cosas que yo al principio no me había dado cuenta.
En 2013 Evelina fue nombrada a cargo del Fútbol Femenino, en Torneos y Competencias de la Secretaría de Deportes del Municipio de Tigre. Al mismo tiempo, empezaron a convocarla de diferentes organizaciones. Fue cuando fundó AFFAR junto a otras jugadoras y entrenadoras. La visibilidad empezaba a asomar, llegó el aval de la Confederación Argentina de Deporte (CAD) y la Secretaría de Deporte de la Nación, y la Empresa Avon eligió a Evelina como embajadora “por su trabajo deportivo y de empoderamiento a la mujer”. Abrió su escuela de fútbol femenino, EVCA, y en 2016 AFFAR formó parte de la campaña de la ONU "Únete Latinoamérica" contra la violencia de género. Actualmente la institución ofrece un instructorado para ser entrenadora, así como talleres y clínicas orientados a que las jugadoras puedan desarrollarse incluso más allá de lo deportivo. Hacen chequeos médicos gratuitos y talleres de RCP y de Educación Sexual Integral (ESI) por todo el país. “Trabajamos la igualdad de género desde todas las perspectivas, lo deportivo y lo social, queremos que la persona se desarrolle de manera íntegra para que le haga bien a la sociedad”, explica Evelina, quien se recibió de técnica y de Coach Ontológico.
–¿Cómo fue el proceso de escribir tu propia historia para el libro?
–Desde que soy chica sabía que iba a escribir un libro, no sabía de qué. El año pasado todos me decían que escriba un libro y yo tenía la necesidad de darle un cierre a lo que había hecho durante tantos años y se dio, pero la pasé muy mal.
–¿Por qué?
–Por que escribir las cosas es doloroso, es atravesar momentos que a veces uno quiere tapar. Por eso cuando me dicen “qué bueno lo tuyo”, yo digo que la pasé re mal.
–El título es un juego de palabras entre altanera y alta negra.
–Sí, una vez en una discusión alguien me dijo “altanera” y yo me acuerdo que respondí: “Altanera no, alta negra”. Me pareció que el juego de palabras tenía que ver un poco con todo, porque cuando alguien te dice “negra” o “negra de mierda”, te marca cierto estatus de la sociedad para mostrarte que vos no podés hacer ciertas cosas o que no vas a ser nadie en la vida. Siempre fue bajo el prejuicio del que me vi rodeada desde que nací, e incluso hasta el día de hoy y el título apunta a eso, a decirle al mundo que sí, soy negra y que no está mal ser negra. Es reivindicar lo que llaman negra y altanera, no resignar lo que todos tenemos que son los derechos.