Diego Schwartzman se despidió del Argentina Open de la forma más dolorosa. Aquella batalla épica que había ganado ante Pablo Cuevas en la jornada nocturna del viernes, le dejó como saldo una lesión muscular que le impidió presentarse en la semifinal ante el portugués Pedro Sousa. Se trata del primer walkover en la carrera del Peque, que acumula nada menos que 286 partidos en el circuito mayor.
Finalizado el choque de cuartos contra el uruguayo, una primera ecografía en la madrugada del sábado había arrojado un pequeño desgarro en el isquiotibial izquierdo; sin embargo, el jugador se realizó una resonancia por la mañana, ya sin inflamación en la zona, y quedó claro que la lesión fue en el aductor mayor, un músculo sumamente relevante en los desplazamientos del tenis.
“El plazo de recuperación es de dos a tres semanas, como cualquier desgarro; estuve una hora viendo si podía entrar a la cancha con el desgarro pero el médico me advirtió que el músculo podía abrirse más”, explicó Schwartzman, esperanzado hasta último momento con poder jugar por el pase a la final ante su gente.
Descartadas las dos siguientes paradas de la gira en Río y Santiago, además de la Copa Davis ante Colombia en Bogotá, el número uno argentino apunta a recuperarse de la mejor forma para volver al circuito en el Masters de Indian Wells, que comienza el 9 de marzo en el desierto de California.
“El aductor mayor es un músculo muy importante porque estabiliza la pelvis; si está afectado, el jugador no puede rotar la pierna hacia adentro y sufre un dolor terrible cuando corre hacia los costados. A veces un desgarro pequeño genera pinchazos y permite seguir en un deporte de conjunto, pero en el tenis es imposible; si es más grande incluso ni se puede caminar. La función del aductor es tirar la pierna hacia adentro, sostener y equilibrar la pelvis para volver a extenderla después de una flexión”, profundizó Roberto Peidró, director del Instituto de Ciencias del Deporte de la Universidad Favaloro, en diálogo con Página/12.
Schwartzman había hecho el gesto del tirón cuando tuvo su primer match point contra Cuevas, en el 5-4 del tercer parcial, y de ahí en adelante jugó duro, casi sin poder movilizarse hacia el lado izquierdo. “Me abrí de patas, tiré un revés cruzado con la pierna separada y sentí un latigazo”, explicó después del partido.
Sergio Mauro, integrante del departamento médico del Club Atlético Independiente, amplió sobre los tiempos de recuperación y la dificultad que provoca en los traslados la lesión que sufrió el Peque: “Este músculo actúa cada vez que se abre y cierra la pierna. El tenista lo exige mucho en todas las acciones de frenado y arranque. Con una molestia en ese sector es imposible jugar al tenis. La rehabilitación mínima es de 20 días en el proceso biológico de cicatrización, y hay otro plazo variable de readaptación funcional para que el músculo responda en competencia, por lo que a Schwartzman le llevaría alrededor de un mes”.
Algunos factores psicológicos también pueden influir en la vulnerabilidad del deportista. El estrés es uno de los factores de riesgo y puede provocar tanto un déficit atencional como un aumento de la tensión muscular. En ese contexto, jugar en Buenos Aires para los tenistas argentinos suele conllevar una presión adicional. En el caso de Schwartzman pudieron haber influido tres factores: su calidad de máximo favorito, el deseo de levantar el trofeo como local después de dos finales fallidas -el año pasado en Buenos Aires y la semana pasada Córdoba- y el escaso descanso que acumulaba por jugar varios partidos hasta tarde.
El número 14 del mundo se explayó al respecto: “Hay un poco de todo; siempre jugar en casa genera un estrés extra, hay situaciones de nervios. Siempre pido jugar de noche y eso hace que el día se estire, no hay recuperación y el descanso no termina de ser bueno. Todo ese cúmulo de cosas puede terminar en esto, aunque no sé si será el motivo; entiendo y siento que puede ser una razón importante pero no lo sé”.
“Schwartzman tiene muy buena cabeza, pero terminar de jugar tan tarde afecta el descanso y genera fatiga acumulada”, le comentó a este medio Pablo Pécora, uno de los psicólogos deportivos más prestigiosos del país.
Jugar tarde, en este caso, resultó una decisión personal del propio Schwartzman por su condición de jugador franquicia, tanto en Córdoba como en Buenos Aires: “Trato de aprovechar las únicas dos semanas del año en las que los directores de los torneos me escuchan para poder jugar de noche y evitar las condiciones del día”.
Una situación deportiva estresante y el valor que le otorga cada tenista al certamen en cuestión traen aparejado un impacto emocional. El momento de la temporada, además, configura otro elemento preponderante, porque las metas y la ansiedad se ponen de manifiesto en los primeros meses del año.
“El factor emocional se vuelve determinante por las expectativas que genera en todos los jugadores argentinos, desde muy chicos, ganar el ATP de Buenos Aires. Ganar ante su gente y los seres queridos significaba una realización personal para todos los jugadores con los que estuve, a diferencia de lo que representa ganar en cualquier otra parte del mundo”, analizó Pécora, un especialista en la materia que trabajó, entre otros, con Gastón Gaudio cuando ganó Roland Garros. Y dejó, al cabo, una reflexión que parece explicarlo todo: “Nosotros trabajábamos para Buenos Aires como si hiciéramos la preparación para un Grand Slam”.
Por su parte, el cordobés Juan Ignacio Londero no pudo acceder al encuentro decisivo, debido a que perdió 6-4, 5-7, 1-6 ante el noruego Casper Ruud. El ganador jugará este domingo, a partir de las 15 horas, con el portugués Sousa.