La historia de Nueva Unión es una cronología de la lucha contra el machismo en el fútbol: los pasos que movieron a este equipo que es casi un club -o más que un club- estuvieron signados por seguir adelante con una pelota en los pies, dijeran lo que dijeran los que se creen dueños del juego. En 2016, cuando ya estaban consolidadas como grupo humano y futbolístico, fueron a la Asociación del Fútbol Argentino con un sueño: quería jugar el campeonato de segunda división. El fútbol femenino profesional todavía no era ni siquiera una utopía. Llevaron los papeles necesarios para cumplir con las formalidades, pero en esa reunión alguien le puso palabras a la negativa ridícula: “Si no tienen un equipo masculino que las respalde, acá no pueden jugar”.

La anécdota es un recuerdo absurdo hoy que les sirve para valorizarse. Nueva Unión podría haberse quedado sin jugar. Pero no: se reinventó y creó. Transformó la bronca y la angustia en potencia. Organizó un certamen para nuclear a las futbolistas amateurs que no tienen lugar en AFA o a aquellos equipos de fútbol femenino de 11 que quieren participar de un certamen libre de violencias. A pibas como ellas. Lo llamaron -lo llaman- Torneo Inclusión.

“Para la AFA no contar con el respaldo de un equipo masculino que avale nuestro compromiso era motivo suficiente para dejarnos afuera. Fue una excusa, una de las tantas puertas que nos quieren cerrar diariamente por ser mujeres. El Torneo Inclusión surge como un espacio en el cual distintos clubes o instituciones amateurs, como así también reservas de AFA, buscábamos solucionar la ausencia de ligas o torneos más allá de la Primera División de AFA. Ahí asumimos el rol de organizadoras”, cuenta Vanesa López, volante central del plantel de Nueva Unión.

“La Nueva”, como se denominan, existe hace nueve años. En ese tiempo militan “ese fútbol que va más allá de la pelota”, una frase que llevan como bandera. Al principio tenían un equipo de fútbol 5, pero el deseo de anotarse en un torneo de 11 contra 11 las hizo buscar a otras compañeras. Se nuclearon con otro equipo y armaron esto que hoy es una realidad.

Mariel Benítez, delantera, realata que desde un inicio la mayoría de las jugadoras eran del interior, en su mayoría del Sur del país, Neuquén y Tierra del Fuego. Estudiaban y trabajaban en la Ciudad. Con el tiempo esto fue cambiando, pero sigue siendo un equipo federal. “Creo que esto hizo no sólo nos juntemos para entrenar y jugar, sino que compartamos almuerzos familiares. Este equipo es también un espacio de encuentro y contención para todas”, dice.

La arquera Felicitas Stegmann recuerda que aquella presentación ante la entidad madre del fútbol contó con el apoyo de distintos clubes de AFA, que acreditaban su responsabilidad y compromiso. “Para ellos la solución era que nos fusionemos o que nos metamos en otro club que sí tuviera equipo de varones, y que renunciemos a nuestro nombre y autonomía. Eso no sucedió”, dice la "uno" con orgullo.

Todas coinciden con la pregunta retórica: ¿qué hubiera pasado si un equipo masculino quería inscribirse en un torneo de AFA? ¿Le hubieran dicho que no porque no tenían la disciplina femenina?

El Torneo Inclusión es un campeonato autogestionado. Los equipos hacen un aporte mínimo para solventar el costo de cancha, árbitros y fotógrafos. “Los equipos que participan tienen voz y voto en la organización y toma de decisiones, para poder crear un espacio donde estemos cómodas y contentas de participar, porque las principales protagonistas son las jugadoras”, cuenta Vanesa. Y da detalles: la lista de buena fe no es cerrada, sino que todos los equipos puedan incluir nuevas jugadoras en cualquier momento del torneo, incentivando la posibilidad de que cualquier futbolista pueda acercarse a la disciplina que quieren promover y fortalecer.

Nueva Unión invita a quienes quieran participar de “un fútbol distinto”: “Nos vendieron el cuento de que el fútbol es de los hombres, que el fútbol es ir a una cancha a sacarte la bronca y putear a les jugadores, árbitros, a través de dichos y cánticos homofóbicos, xenófobos… Vemos que en el fútbol masculino cada dos jugadas fuertes los protagonistas quieren mostrar cuán machos son, buscando irse a las piñas. Es vergonzoso y ellos deberían cuestionarse y aprovechar el lugar de privilegio que tienen para transmitir otra cosa que no sea violencia. Para nosotras el fútbol es otra cosa”, reflexiona Vanesa.

Para Bianca Dipasquale, delantera por derecha, el fútbol es “un espacio de juego y disfrute, cada persona puede ser en su máxima expresión y hacer su aporte desde la autenticidad de cada uno, conformando así un equipo con diferentes cualidades”. Para Silvina Moises, también delantera, “el hecho de ser mujeres y disidencias, y estar jugando al fútbol, es un hecho político”. Agrega: “Por todas las veces que no nos quisieron dejar jugar, que nos quisieron hacer desistir, con que el fútbol no es para nosotras. El fútbol se me presenta como un fin pero también es un medio, la excusa. Es un espacio de militancia. Es un lugar encuentro y debate para cuestionar la sociedad”.


Otra delantera, Nuria Figini, cuenta que el año pasado Nueva Unión creó su propia comisión de género, lo que les permitió organizarse para participar de la marcha del 8M, la presentación del proyecto de ley de IVE, la marcha del Orgullo, el Encuentro Plurinacional de mujeres y disidencias y el 4º Festival plurinacional y transfeminista, entre otros eventos. Nueva Unión tiene su Comisión Directiva, integrada por las jugadoras más antiguas, y comisiones de Comunicación, Fiesta (el espacio que les sirve para recaudar dinero), Torneos y Finanzas.

“El fútbol es nuestro espacio de construcción política. Desde acá también intentamos construir una versión mejor de una sociedad igualitaria con los derechos que nos corresponden”, explica Nuria.

Entre los planes de Nueva Unión para la temporada 2020 figura conformar un cuerpo técnico formado íntegramente por mujeres. Y entre todas refuerzan que necesitan apoyo económico: “Más allá de todo el trabajo y la organización durante todos estos años, estamos en la búsqueda de sponsor que nos ayuden, canchas donde poder entrenar, ya que sostener la actividad requiere de mucha energía y esfuerzo; y a veces buscando resolver estas cuestiones nos olvidamos que somos jugadoras. Deseamos poder enfocarnos de lleno a organizar el Torneo Inclusión como un espacio necesario para todos”, coinciden.

Este año también quieren repetir una edición con más de 300 pibas en competición, algo que pudieron concretar cuando contaron con las instalaciones necesarias. Nueva Unión se entrena dos veces por semana en espacios públicos y acepta jugadoras: “Invitamos a todes a venir a entrenar. A quienes no se hayan animado antes por distintas cuestiones, o porque nunca jugaron fútbol 11 o por una situación económica, lo que sea. Estamos abiertas a cualquier piba o disidencia que quiera venir. Desde nuestro lugar nos organizamos para juntar fondos y que nadie se quede sin entrenar por no poder pagar la cuota social”.