Frente a la ilusión de un nuevo porvenir, miles de personas se reunieron en la puerta de Tecnópolis para su gran reinauguración en el predio de Villa Martelli, pegado a Balbín y la colectora de la autopista General Paz. Bajo el nombre de Atardeceres de Verano, se dio cita a un evento que convocó a un amplio abanico de personas de todas las edades.
A la espera de que el predio abriera sus puertas, el espíritu de celebración se sentía en el aire. Y la efervescencia parecía no ser poca frente al recuerdo de Tristán Bauer (actual ministro de Cultura) en ese mismo lugar con San Martín, Belgrano y Zamba destrozados. Definitivamente aquel compromiso con la tarea de “reconstruir lo simbólico” había comenzado.
En diálogo con Página 12, Bauer expresó la emoción que le significó volver abrir la cultura para todo el pueblo: “Tecnópolis es un lugar que yo amo profundamente. En lo emotivo tiene una carga inmensa. No me puedo despegar de lo emocional. Participé de su génesis, seguimiento, desarrollo y el trabajo de hoy es el de la recuperación de aquella esencia. Cuando asumí en el ministerio, primero hicimos con el equipo un diagnóstico de lo que encontramos. Y encontramos un territorio de tierra arrasada que se dio a lo largo y ancho de todo el país con un particular ensañamiento por la cultura, casi un desprecio por la cultura. Por ahí, la palabra más acertada no es un desprecio sino un desamor. La reinauguración de hoy es el puntapié inicial para volver a darle a este lugar la vida y la intensidad que necesita”.
Alrededor de las seis de la tarde, con un sol que aún persistía y no cesaba en su intensidad, una cuenta regresiva y la explosión de papel picado dieron por inaugurada una nueva etapa en Tecnópolis: dos caravanas ingresaron con toda la música hasta el escenario de las banderas. Música andina, percusión y djs, intervenciones de acróbatas en altura, danza y clowns hicieron su aparición.
De la fusión entre la caravana de artistas y de público participó Tristán Bauer junto con Nicolás Trotta, María Rosenfeldt y Roberto Salvarezza, entre muchos otros. Juntos recorrieron de punta a punta el predio, y mientras caminaban se escuchaban personas al grito de “gracias” o al canto de “Tecnópolis es del pueblo”. Sin dudas, una esperanza colectiva y el agradecimiento de “por fin algo gratis para el pueblo” se había apoderado del ambiente.
La actividad era incesante: había talleres participativos de ciencia, shows musicales, actividades didácticas, cine, danza y teatro, para grandes y chicos. Y todo gratuito.
Con motivo de los 90 años del nacimiento de María Elena Walsh se presentó Cantando al Sol, un emotivo concierto sinfónico integrado por músicos de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto y la Orquesta Sinfónica Nacional.
También hubo lugar para el tango y el folklore, dos pilares de la identidad cultural argentina. Como representantes del tango estuvieron Dema & El Maestro, Patricia Malanca, Julieta Laso y Noelia Sinkunas, Lxs Prescindibles y Orquesta Típica Vidú. Mientras que, por el lado del folklore, se presentaron la Selección Nacional de folklore sub 23, Silvana Galli, La Instrumental Salamanquera, Wilson Saliwonczyk, Rocío Araujo, Cuarteto Kare, Hermanos Herrera, Candela Mazza y Eduardo Font.
Entre un San Martín con la espada levantada, a la derecha del arco de Tecnópolis que mira a la General Paz, y un dinosaurio gigante, el predio era un ir y venir de personas constante. Con gotas de sudor sobre la frente, nada parecía frenar la ansiedad de quienes se paseaban de un lado a otro para llegar a verlo todo. Los niños tuvieron su espacio dedicado: Cuánto Cuento! se convirtió en un espacio dedicado a homenajear a María Elena Walsh mediante el uso de nuevas tecnologías.
El cine y el teatro también tuvieron su lugar. Con una pantalla al aire libre, se proyectó una película de Darín: Un cuento chino. En la Nave de la Ciencia se realizaron charlas participativas. Y los libros dijeron presente con la propuesta móvil del Plan Nacional de Lecturas, donde el público podía explorar y disfrutar actividades que combinaban literatura y nuevas tecnologías.
Cerca de las 19, en el Galpón Mil horas, Eruca Sativa fue el número musical que dio inicio al cierre de la reapertura inaugural de Tecnópolis. Aunque el broche de oro para una noche cálida fue el show a cargo de Los Pericos en la explanada. Se trató del cierre festivo que acompañó todas las expectativas del evento. Con un futuro prometedor, Tecnópolis continuará con sus puertas abiertas durante el resto de febrero y hasta el 1º de marzo, en donde se realizarán los “Atardeceres en Tecnópolis”, con una amplia propuesta de charlas, actividades y recitales que se sucederán de viernes a domingos.
Tecnópolis volvió y reabrió sus puertas con diversas experiencias y expresiones culturales. Tecnópolis volvió y la esperanza de un espacio en donde la cultura vuelve a ser protagonista, también.