Desde París
Casi lo último que le faltaba al presidente francés para instalar su movimiento en todos los pisos del edificio electoral se esfumó con la intervención de un desorientado con etiqueta de “artista”. La divulgación en internet de un video sexual por parte del artista ruso refugiado en Francia Piotr Pavlenski llevó a la renuncia del candidato presidencial a la Municipalidad de París, Benjamin Griveaux.
Poco menos de un mes antes de la consulta (15 y 22 de marzo) el presidente Emmanuel Macron perdió al candidato que había elegido para intentar traducir en votos municipales el porcentaje que obtuvo en las elecciones presidenciales de 2017, donde París le dio el mayor número de votos.
Benjamin Griveaux era, además, la esencia de la construcción macronista. Estaba junto al presidente desde el principio, cuando, en 2016, Emmanuel Macron activó su carrera hacia la presidencia. Oriundo del Partido Socialista, donde estaba afiliado al ala más liberal, Griveaux pertenecía al círculo más íntimo de una aventura política en la que nadie creía hace cuatro años.
Su renuncia dejó al presidente huérfano de tiempo y de un candidato. Las ultimas 24 horas fueron una mezcla de crónica política y policial. La política se llenó con la designación de un nuevo candidato en remplazo de Griveaux. En este caso, a pedido exclusivo de Emmanuel Macron, se designó a la actual ministra de Salud, Agnès Buzyn. La apuesta es difícil, el calendario es corto y ya antes del escándalo las opciones para reiterar en París la hazaña de las presidenciales y de las legislativas que le siguieron no estaba al alcance del partido presidencial, LRM (La República en Marcha).
La columna policial se llenó con el arresto del principal implicado, el delirante Piotr Pavlenski y su compañera, Oksana Chaliguina. La detención de Pavlenski no está ligada directamente a la difusión del video sino a un pedido de captura que circulaba desde diciembre del año pasado cuando varias personas lo denunciaron por haber sido víctimas de un ataque con cuchillo durante las fiestas de fin de año.
En cambio, el arresto Oksana Chaliguina sí tiene relación con el video. La policía sospecha que es ella quien era la “destinataria” del video enviado en 2008 por el mismo Griveaux. Por ello se la acusa de “perjuicio a la intimidad y a la ida privada” y “difusión sin el acuerdo de la persona de imágenes sexuales”.
El escándalo huele mal por todas partes, empezando por los argumentos del propio Piotr Pavlenski, por el circuito que condujo a que las imágenes terminaran en la plaza pública y por la sensación global de que se ha pisoteado un estilo de ejercer la democracia que había logrado poner una barrera entre lo público y lo privado. En las últimas horas trascendió que Pavlenski buscó entregar las imágenes a varios medios, entre ellos Mediapart, pero que, dado el perfil sucio de la iniciativa, se rehusó su difusión.
El caso tiene múltiples líneas, empezando por la violación de la vida privada de una persona pública en una sociedad en la cual ese ingrediente no cuenta. También por el hecho de que esta “porno venganza” golpeó a un hombre cuando, en la gran mayoría de los casos, son las mujeres quienes son víctimas de esa forma moderna de violencia cobarde.
La línea política es la que hoy ocupa el espacio. Para Macron 2019 fue un año cargado de ciclos adversos provocados por su política. Cuando apenas se estaba sobreponiendo del extenso movimiento social de los chalecos amarillos (2018-2019) se abrió otra secuencia social muy dura, que aún perdura: las huelgas y las manifestaciones contra la reforma del sistema de pensiones.
La designación de Benjamin Griveaux como candidato a la Municipalidad tampoco resultó consensuada. Enseguida salió, de las mismas filas del partido de Macron, un candidato disidente, el matemático Cédric Villani. Además, el video se propulsó en Twitter por medio de la cuenta de un ex miembro de la República en Marcha, el diputado Joachim Son-Forge. Griveaux era una pieza clave del plan político del presidente. Aunque no ganase París, esa elección y el candidato designado eran parte de la estrategia de reconquista de una opinión pública muy enfadada con el presidente debido al contenido de la reforma de la jubilación, muy alejado de la promesa de campaña de “refundar el modelo social”. Había un programa público pactado en el cual Macron pensaba acariciar el centro derecha, la izquierda, los ecologistas y los sectores más liberales. En el entorno presidencial hay un clima de frustración. En las páginas del vespertino Le Monde un diputado de la mayoría presidencial reconoce que “estamos arrastrados en una espiral bastante sombría de la cual no logramos salir”. La dinámica positiva se ha atrasado. La hoy candidata ministra Agnès Buzyn había cerrado la puerta a asumir la candidatura. Según la radio France Info, fue Macron quien convenció a esta doctora que se introdujo en la política recién en 2017 de que saliera conquistar París.
Queda también un terreno al descubierto: las dos potencias mundiales que son Rusia y Estados Unidos empañaron el juego electoral francés. El mismo hombre importó a Francia la llamada “americanización” de la política, es decir, la divulgación de secretos íntimos como arma política. Resulta contradictorio porque Pavlenski es un refugiado político que huyó del régimen de Vladimir Putin. Hasta ahora, Rusia había interferido a través de sus medios de difusión, de sus incontables maniobras y falsas informaciones con las que inunda internet y del respaldo material a la extrema derecha. Habrá sido al final un opositor al sistema de Putin el que más daño causó.