Técnicamente, el día es un patrón que uniforma la Humanidad. Algunos hablarán de cuestiones astronómicas y astrofísicas. En el caso de Pablo Noriega, se trata de un absurdo inquietante, un cronómetro existencial al que le dio forma como serie web. El otro día es un acorazado animado que destila simpleza y ridiculez, junto con un poder de observación descomunal sobre obligaciones, rituales, lugares y personas. Sus episodios (con títulos tan lampiños como Chino, Dedo, Más acá, Blandengue o Alaska ) ofrecen desvíos narrativos que dejarían boquiabiertos a los creadores de Rick & Morty, y cuentan con cientos de miles de reproducciones en YouTube. “Si pudiera me metería todos tus videos por intravenosa”, comentó en esa plataforma uno de los seguidores de este payador digital.

 

“Soy un tipo que aprende de sus errores; a veces me gustaría no aprender todos los días, todo el tiempo”, acusa recibo el protagonista en el capítulo donde decide no usar más dinero y acaba prendiendo fuego su casa. En otro, el narrador quiere volverse policía y termina multando a los perros. Y así siguen los relatos: se hace vegetariano para convivir con cucarachas, asimila las máximas de un abuelo misterioso, en su afán de volverse inventor compra átomos divididos en una ferretería o se despierta para descubrir que todo el mundo habla en chino excepto él.

Este microscopio vitalista nació hace poco más de un lustro, mientras Noriega probaba formatos de stand up e iba por la vida munido de un grabador. Y entonces sucedió la epifanía. “Se me vino la imagen de un chabón al que se le cae la pija, como si fuera todo así me lo puse a contar y salió como un cuentito, otra movida, se fue armando solo.” La fórmula terminó de cuajar con ilustraciones que rayan el garabato, chamamé de fondo, carraspeos, cuchicheos y sentidos comunes pronunciados con una voz monocorde y curiosa.

“No es una historia cronológica, lo que más une es el tono, es como un surrealismo cotidiano muy delirante, como una exageración de algo que se siente muy real”, dice este creador de 30 años nacido en Los Hornos, que hizo el jardín, el primario y el secundario ”en la misma manzana” antes de pasar por Bellas Artes de La Plata y de campear, ahora, su “empresa familiar individual”, como denomina todo lo sucedido con la serie web.

El pipi, Patreon y los chistes para baños

Lejos del pastiche estético y la sobreabundancia de herramientas, El otro día iza la bandera de la austeridad y el trazo pelado. “Hoy está todo como tan cargado, y para el que lo ve es una simplificación de todo. Estás viendo mil millones de cosas con colores y gráficos, caés acá y es fondo blanco con líneas negras. Tengo unos chistes que voy pegando con stickers en los baños de los centros culturales, donde se destacan entre el quilombo que es eso.” Los dibujos tienen como protagonista incondicional a ese ser que Noriega llama cariñosamente el pipi y que podría mutar en mujer o viejo en las próximas historias.

 

A la hora de citar influencias, el platense menciona a Alejando Dolina “por la forma de contar y ese aire medio tanguero”, el cine de Paul Thomas Anderson y la capacidad de comediantes como Louie CK y Woody Allen para mostrarse vulnerables de manera descarada. “Los dos tienen denuncias, así que es complicado, pero rescato eso de que la vida es una verga, no tiene sentido, ¿qué hacemos acá?, y te lo cuentan con humor y verdad. Hay algo terapéutico en poder ir al medio del bardo, es un tono que me copa mucho”, explica.

La gracia ajena al remate, la mirada extrañada ante lo más elemental de las relaciones y afectos, también se percibe en los dos cortometrajes que Noriega escribió y dirigió: Todo (no tan) mal  y Sobre la mesa . Ambos producidos de manera colaborativa junto a Tangram Cine y protagonizados por Martín Garabal. “Él vio que había un tono en común de una conexión sin tener que ir explicando mucho, porque después los tiempos de rodaje son muy justos. Fue todo muy lindo y tomó un vuelo impresionante. Pero aparte de eso, Martín tiene bocha de mente de director y guionista, es muy payaso pero muy analítico, muy preciso, y obsesivo como yo. Conectamos”, reseña Noriega. De hecho, uno de los tantos proyectos que tiene en carpeta es una serie junto al conductor de Últimos cartuchos.

Noriega acuerda que su obra tiene un nexo con el de otros congéneres de la creación visual como Alexis Moyano, de Guau (“Me hace cagar de la risa”), y Agustín Ferrando Trenchi, de Tiranos Temblad (“Es muy gracioso”). Aunque a él se le debe hacer más difícil detallar cuál es su profesión frente a un formulario. El año pasado publicó un libro de chistes gráficos (Lo que es, es lo que hay), está girando con su banda (El Viejo Azul) y editando temas. Es más, ahora mismo mixtura música y humor en sus videos y shows.

¿Prototipo del trabajador que cobra de plataformas como Patreon? “Lo que estoy viendo es que sacás puchos de todos lados. Te entra algo por YouTube. Hacés un libro y lo querés mover. Hacés una remerita. Nunca vas a tener una cosa fija ni concreta. Algunas te salen bien y otras mal. Otras peor. Tirás y probás”, advierte. Sus amigos, mientras, lo ayudan con algunas ideas. “La otra vuelta estaba perdiendo el bondi y viene uno y me dice: Eh, hacete un capítulo con que te estás perdiendo el bondi. Me cagué de la risa y me quedué pensando, pero hay que darle vuelo a eso”, lanza quien llegó a imaginarse embarazado de un petizo publicista. Cosas de todos los –otros- días.