Un día cualquiera, un ejecutivo en viaje de negocios pasa caminando por una plaza de la ciudad alemana de St. Blasien, en la Selva Negra. En un instante, todas sus posesiones parecen esfumarse. El tiempo retrocede medio siglo y él vuelve a ser un joven náufrago aferrado a su tabla de salvación en las aguas de alta mar. Ante él, una figura humana de madera, cuya mirada es de un dramatismo cautivante, parece copiar como en espejo aquella instantánea tremenda de aquel viaje de donde no trajo fotos, sólo pesadillas. 

"Quiero esta obra", le pide, cuando vuelve en sí, al autor de la talla comisionada por el municipio. El escultor, Fabián Rucco, nació en Rosario en 1973. Vive y tiene su taller en el barrio La Florida, muy cerca de su amado Paraná, inspiración de una serie de tallas que llevan por título el nombre de ese río y como imagen común la del bote. Vive del arte.

"Le hice otra", recuerda el artista. "Otra obra, de la misma serie". Ni todo el dinero del mundo le hubiera hecho copiarse a sí mismo. Pero lo pagado por el ex náufrago cubrió viaje, estadía, materiales y honorarios. "Exiliados", la pieza que fascinó al sobreviviente del naufragio del Lakonia, es una talla directa sobre madera de ciprés en cuyo grupo escultórico el público europeo ve a los migrantes africanos que llegan a esas costas.

Con toda su solidez y gran escala, las obras de Fabián Rucco en el espacio público parecen imágenes vistas en sueños. Un bote que se inunda y se vuelve uno con el rostro del botero semisumergido, o un pájaro que enseña a volar son algunas de sus escenas. 

Este viernes se inaugura en la Casa Nacional del Bicentenario, en Buenos Aires, la exposición de seleccionados del Concurso de Artes Visuales 2019, que incluye en la sección de obras tridimensionales una de Rucco: "Remo-lino", de la serie "Paraná". Fue uno de los tres rosarinos seleccionados además de Eugenia Calvo y Lucas Bragagnini.

Este año Rucco vuelve a trabajar in situ, por encargos públicos y privados, a St. Blassien y a Schluchsee, otra ciudad de la Selva Negra donde ya tiene una obra: "A la deriva", una figura que se acurruca en un bote como un feto en un útero. Dice que tener dos hijas le cambió la vida, y que ahora está concentrado en una serie de "Juegos unplugged" que comenzó hace cuatro años cuando nació la mayor. Casi un niño más de la casa es su primera talla premiada, "La infancia de Dios", una denuncia realista del hambre en el norte argentino que le valió una distinción en el Salón de Mayo del Rosa Galisteo en plena crisis del 2001. Los ojos del chico desnutrido tienen la misma pregnancia que los de sus náufragos: parecen seguir al espectador, buscar su mirada hasta encontrarla.

Rucco fue tema de una leyenda urbana local cuando una de sus obras en el espacio público de su ciudad pareció desaparecer misteriosamente y se rumoreó que la habían robado. En realidad, el vacío sobre el pedestal de hormigón estaba previsto como parte de toda una secuencia, un relato en cinco imágenes que narran una metamorfosis en la Plaza Pichincha. Emplazadas a dos metros de altura, las 4 tallas de un metro y medio de alto por un metro de diámetro son visibles si se pasa en auto por la avenida Rivadavia al 2500, entre el fin de la estación Rosario Norte y la entrada al túnel Celedonio Escalada. 

"Hace un par de años atrás me buscaron de Medio Ambiente y Parques y Paseos de la Municipalidad de Rosario porque habian podado unos árboles que estaban en riesgo de caerse, unos eucaliptos súper añejos de acá de la ciudad; cada rama tenia un diámetro de un metro y pico, tamaño suficiente para hacer una obra pública", recuerda Rucco. 

"Trabajé las obras en el espacio municipal de Parques y Paseos en calle Moreno. Me iba todos los días a trabajar ahí durante más de un año y medio, casi dos. Y estas obras son talla directa, es decir, no tienen ningún ensamble, solo una gran pieza tallada porque están a la intemperie y así tienen más encastre y durabilidad (por más que la madera necesita protección, una capa anual de antihongo y anti bichos). Con esos eucaliptus decidí hacer un desarrollo de la serie 'Instrucciones para volar', que ya venía trabajando en piezas sueltas y acá decidí hacer todo el desarrollo de la historia. La historia es un personaje que está desnudo, sentado, medio como acurrucado, y un pájaro que está posado sobre sus espaldas, a sus espaldas. En la segunda, él ya se atreve a dialogar con el pájaro, se están mirando y comienza ahí a salirle un ala. En la tercera, el pájaro ya no está más y él está convirtiéndose cada vez más en pájaro, ya le salió un pico... en la cuarta, ya está en posición de tomar vuelo, ya es todo pájaro menos los pies humanos. Y la quinta es la misma base del mismo material, que es hormigón, con las huellas de pájaro (no de humano) y nada más. Es decir, dando a entender que se convirtió y voló".

Fabián Rucco despegó en el año 2001 y sigue en vuelo, enviando a salones de arte y a convocatorias de escultura pública del país y del mundo. Tiene obras en Alemania, España, Francia, Dinamarca, Chile, Uruguay, Perú, Lituania, Tailandia y en Japón, donde trabajó en la meca de la talla en madera: el templo Inami Betsuin Zuisen-ji, de más de 400 años. Y por supuesto en Argentina. Sus tallas directas en mármol travertino pueden verse en la capital de Santiago del Estero y en el parque Bracito Fuerte de la localidad santafesina de Armstrong. Allí, "Valeria" (2014) es como un gigantesco útero que puede alojar cómodamente a un niño, niña o niñe en edad escolar. "En Entre Ríos tengo varias: en Paraná, Seguí y Concordia. En Paraná tengo una instalación hecha con restos de un automóvil y metal: un auto que se hundió en la tierra de tanto peso que llevaba arriba del portatutto, tantas valijas". Tanto allí como en Seguí, el municipio creó un entorno a sus objetos y personajes: el pavimento de una calle ficticia para el auto, o una laguna que circunda la canoa de la serie "Paraná". Algo que el artista no deja de agradecer.

"Me encanta la piedra, me encanta el metal. Amo la materia. Amo la reciprocidad que te da la resistencia del material. Acá en esta ciudad lo que más trabajo es madera porque es lo que más tenemos, felizmente. Hay eucaliptus, algarrobo, cedro, mbirapitá", dice y recuerda que talló su "Grito Euskera" en un retoño seco del sagrado roble de Guernica, por encargo del centro Vasco Zazpirak Bat, en la plaza Guernica de Rosario. "También hice una obra en un retoño del pino de San Lorenzo y otra obra en la plaza República de Libano en Moreno y Riobamba, en madera de cedro". Es Artista distinguido de Rosario. 

  

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