Los enviados del FMI terminaron ayer sus reuniones y comenzaron una discreta retirada: Julie Kozack se fue ayer mientras que Luis Cubbedu lo hará hoy. En la Casa Rosada imperaba un clima de moderado optimismo y aconsejaban esperar a la próxima reunión del directorio del organismo -sería hoy- que muy probablemente haga una declaración sobre la situación argentina que, se ilusionaban, iría en línea con la prédica albertista. Si bien aseguraban que no volverían a aquella mirada naif que hablaba de la aparición de un FMI "más humano", si decían ver un perfil interesante en las apariciones de su titular Kristalina Georgieva y que había una percepción común acerca de que los fondos de inversión especulativos como factor indeseable. "Con motivaciones diferentes, ambos queremos acotar el poder que tienen los fondos buitres en el mundo", sostenían en Gobierno.
Algo atípico de la visita fue que los enviados del organismo se encontraron con ministros y funcionarios fuera del área económica y productiva como el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, y el de Salud, Ginés González García, que le ofrecieron un costado social de la catastrofe que dejó el macrismo a sus espaldas. Que en su primer desembarco, Kozack y Cubbedu hayan rumbeado para ese rubro más allá de los imaginables encuentros con Martín Guzmán y Matías Kulfas, marca una preocupación que el organismo no tuvo en otras épocas.
Hay coincidencia en cuanto a que las supuestas tensiones que provocarían las declaraciones de la vicepresidenta Cristina Kirchner en Cuba acerca de la co-responsabilidad del organismo en la crisis, nunca existieron. Las reuniones se desarrollaron en un marco de cordialidad y franqueza, sin retos ni reproches. Los enviados hicieron sus preguntas en base a informes certeros y los funcionarios argentinos dieron sus respuestas sobre el crítico estado de sus áreas. En el área social, les hablaron de "catástrofe", un cuadro no muy diferente al posterior a la caída de 2001.
Nunca estuvo previsto que los recibiera el presidente Alberto Fernández, quien, sin embargo, siguió de cerca el derrotero de esta primera misión. Georgieva, reciente participante junto a Guzmán de una jornada sobre economía organizada por el papa Francisco en El Vaticano, en un artículo en Financial Times reveló que el FMI está "repensando y actualizando consejos para países emergentes", dado que al fin habrían comprendido que sus recetas ortodoxas no sirven para todos por igual. Sin salir nunca de la prudencia -ni siquiera se animaban a decir que eran optimistas-, en la Casa Rosada esperaban recibir buenas noticias en las próximas horas de parte del organismo que sirvan para poner en marcha las negociaciones por la deuda en la idea que reclaman: que se le permita al Gobierno un margen para poner en marcha la economía y recién después pagar. A esperar.