En tiempos en donde la legalización del aborto en nuestro país está cada vez más cerca, el acceso de corporalidades disidentes a la salud sexual reproductiva y no reproductiva no es una utopía, sin embargo el camino es bastante peliagudo. Una de las experiencias que atestigua este derrotero es la de los consultorios de diversidad sexual a nivel provincial y nacional: se trata de equipos que trabajan desde la médula de un sistema de salud hecho de materia ósea anquilosada en la que solo se puede ser hombre o mujer y en donde las relaciones sexuales se miden en términos de penetración y coito.
Paula Faglioli es lesbiana, médica generalista y parte del equipo de salud del consultorio de diversidad sexual de Morón. Lleva trabajando hace ocho años en consultorios de diversidad sexual, empezó en el Flemming, uno de los primeros a nivel nacional en tiempos en que se aprobaba la Ley de Identidad de género, hace dos años es parte del equipo de consultorio de Morón en donde el 50 por ciento de las personas que trabajan en esa área son no binaries o lesbianas, lo que para ella es una de las necesidades fundamentales en la atención de salud reproductiva y no reproductiva en personas disidentes.
La lucha por el derecho al aborto es parte del tejido feminista que levanta las consignas vinculadas a la autonomía del cuerpo y al destierro de prácticas disciplinadoras y de vigilancia corporal. ¿Cómo sería un abordaje ginecólogo que vaya más allá de la vagina? ¿Existen en las instancias académicas de formación una perspectiva no heterosexual de la salud? ¿Alcanza con la empatía a la hora de acompañar? ¿De qué manera se garantiza el acceso a los cuidados en el amplio espectro de posibilidades de disfrutar de la sexualidad?
La experiencia del consultorio de Morón sobrevivió al macrismo a pesar de que muchas de las organizaciones que lo sostenían tuvieron que retirarse del trabajo territorial. Se trata de uno de los consultorios más grandes de la provincia de Buenos Aires, se atienden a más de 250 personas que vienen de diferentes lugares del país. Las consultas más comunes son el acceso a la hormonización y a modificaciones corporales, los cuidados ginecológicos, la salud sexual reproductiva y no reproductiva, infectología y enfermedades de trasmisión sexual (ETS)
--¿Cuáles son los casos de ILE en el consultorio?
--Generalmente son mujeres cis atravesadas por situaciones de violencia por parte de sus parejas sexuales. El primer abordaje es explicar detalladamente el proceso legal que existe en un espacio de grupalidad, allí van surgiendo diferentes cuestiones en cuanto a la represión sexual que viven un montón de personas que se acercan al espacio.
--¿Han tenido casos de aborto en varones trans, lesbianas o personas no binarias?
--En estos años solo tuve el caso de una persona no binaria. Sí me ha tocado dar herramientas de métodos anticonceptivos en corporalidades en donde la gestación parece que no entra en el imaginario. Por ejemplo, consultas de masculinidades trans que están en un proceso de hormonación con testosterona y tienen relaciones sexuales con penetración sin el uso de preservativo y deben acceder a la anticoncepción de emergencia (pastilla del día después).
--¿Por qué es importante hablar de personas gestantes?
--En el consultorio no hablamos de mujeres y aborto si no de personas con capacidad de gestar o como vos decís, personas gestantes. Esto creemos que rompe con las lógicas mujeriles que los espacios de salud reproducen y nos hacemos cargo de esa tarea. No existe una formación política de quienes trabajamos en salud respecto a esto.
--Pareciera que no hay tantos espacios en donde poder acceder a información sobre salud sexual reproductiva y no reproductiva ¿es así?
--Yo como lesbiana te digo que no. Estos consultorios siempre dependen de las personas que los llevamos adelante, en nuestro caso pensamos por fuera de la heteronorma y eso garantiza que no solo tengamos en cuenta nuestras prácticas para acompañar los procesos sino también cómo estamos pensando nuestras propias experiencias de salud. Los consultorios de diversidad sexual de la provincia de Buenos Aires están atendidos mayoritariamente por médicos varones y heterosexuales, entonces ahí hay una diferencia política en el abordaje de determinadas corporalidades.
--¿Qué tipo de formación tienen las personas que conforman los grupos de salud en los consultorios?
--Hacen talleres en torno a derechos humanos y el acceso de todas las personas de manera igualitaria y eso es un problema.
--¿Por qué?
--Porque se termina homogeneizando y se cae en el “yo no voy a violentar a una persona en una consulta ginecológica porque es una cuestión de derechos humanos” y entonces en esta construcción de que todes somos iguales y hay que acceder a buenas prácticas de salud ginecológica porque es un derecho humano, se termina invisibilizando una particularidad muy importante: no es lo mismo que haya un lugar para consultas de personas de distintas identidades sexo, genéricas y políticas a que haya un lugar en donde se esperan solo “buenos tratos”. La gran falencia del sistema de salud tiene que ver con que la formación médica es esencialmente heterosexual y entonces hay un desconocimiento absoluto de cuáles son nuestras necesidades corporales y sexuales a la hora de acompañar.
--¿Qué es lo que se desconoce?
--Por ejemplo las prácticas sexoafectivas que llevamos adelante y entonces se termina teniendo un abordaje heterosexual y violento, por más amorosidad que se le quiera poner. El sistema de salud deshistoriza nuestros cuerpos, es apolítico y es biologicista, por tanto heteronormatiza nuestras prácticas sexuales. Entonces alcanza con que haya una médica piola que te ponga el espéculo bien pero no tiene ni idea de cuáles son las prácticas entre lesbianas. Ni hablar de que todo el tiempo hay una sexualización coital.
--¿Además de heterosexualizar la salud también se tiende a su binarización?
--Esa es otra de las grandes falencias que tiene el sistema de salud: es esencialmente binaria. Se despliega una lógica bastante violenta sobre las personas que no habitan lo binario. En los consultorios de diversidad no es lo mismo si vos vas y decís “soy travesti y quiero ser mujer” a “quiero tomar testosterona pero no quiero masculinizar (entre miles de comillas) mi cuerpo”. Hay todavía en los consultorios de diversidad una lógica para normativizar los cuerpos: hablamos de mastectomía si me decís que sos un varón trans o te hago la vaginoplastía si vos te definís como mujer trans. Existen muchísimos relatos de personas no binarias que sufrieron violencia por parte de cirujanos en este sentido.
--No asumir...
--Exacto. Cuando alguien dice “soy lesbiana”, el médico o la médica asumen que no hay que hablar ni de métodos anticonceptivos o de cuidados para evitar ETS (enfermedades de trasmisión sexual). Hay lesbianas que no se vinculan sexo afectivamente con personas que tengan vagina, es muy común que en personas no binarias, que están en proceso de hormanación con testosterona y que tienen vagina se dé por sentado que se relacionan con personas con vagina. Entonces no se les da información sobre anticoncepción o cuidados con las ETS.
El trabajo es arduo, sobre todo cuando depende solamente de las voluntades de quienes componen los equipos de salud de los consultorios, el desafío es poder amalgamar una formación en salud sexual que pueda fugarse de la normalización de los cuerpos con la participación cada vez más activa de profesionales lesbianas, trans, travestis y no binaries. El proyecto para la legalización del aborto está en la calle pero la vara continua en alza para decidir sobre el propio cuerpo y para explorar al máximo el disfrute de la sexualidad.