"Celebro que el FMI reconozca la posición argentina respecto de los procesos de endeudamiento", escribió anoche el presidente Alberto Fernández luego de la difusión del documento del organismo financiero internacional en donde se hizo eco de la posición del Gobierno acerca de que el pago de la deuda, así como está planteado, no es sostenible . "Si todas las partes demuestran voluntad de acordar, podremos volver a crecer, honraremos nuestros compromisos y volveremos a tener una Argentina de pie", planteó el Presidente a poco de que su helicóptero aaterrizar en Olivos en el epílogo de una jornada marcada por la expectativa acerca de lo que sucedía en Washington. El documento, del que en el Gobierno tenían buena información previa acerca de su contenido, fue festejado como el primer paso deseado en el complicado proceso de renegociación. Eso sí, sin abandonar la prudencia. "Esto recién empieza", repetían.
El ministro de Hacienda, Martín Guzmán, que se llevaba buena parte de los elogios del entorno presidencial, se sumó luego a las reacciones en Twitter. "Los encuentros que concretamos con la misión del FMI han aportado gran valor al diálogo", expresó respecto al trabajo de los enviados del organismo, Julie Kozack y Luis Cubeddu, que justamente terminaron su labor ayer. "Hallamos un punto de acuerdo en que la deuda pública de Argentina es insostenible y debe ser reestructurada para que el país pueda volver a crecer con inclusión social", completó Guzmán, por lo general poco dado a las declaraciones en las redes. La oportunidad lo ameritaba.
Desde el martes, funcionarios del Gobierno aconsejaban "estar atentos" a lo que sucediera esta semana en el Fondo, donde estaba previsto que se reuniera su directorio. Con todo, se cuidaban de generar expectativas que luego pudiera quedar defraudadas. Pero sí advertían que había buenas señales que hacían pensar en una declaración favorable, acorde a la posición que viene proponiendo Fernández desde que asumió, acerca de la necesidad de esperar a que la economía crezca para cumplir con las obligaciones.
Por cierto, desde entonces Alberto Fernández recibió por lo general muy buenas señales. Desde su primer viaje al exterior en Israel, al que le siguió de inmediato una exitosa gira europea, con encuentros importantes con la canciller alemana Angela Merkel y presidente francés Emmanuel Macron. En todos los casos, el Presidente expuso sus necesidades y los mandatarios europeos le dieron su total aprobación. Si hubo algún planteo fue sobre otras cuestiones -por ejemplo, incumplimentos argentinos en el CIADI- pero no sobre la deuda.
Otra señal contundente la dio el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, una voz decisiva en el FMI, quien luego de recibir una sugerencia de parte del premier israelí Benjamin Netanyahu adelantó la ceremonia de recepción de las cartas credenciales al embajador Jorge Argüello y le transmitió su predisposición a colaborar con el presidente Fernández en lo que requiriera. Argüello venía trabajando ya desde antes en el diálogo con las segundas líneas de los funcionarios del Departamento de Estado y de los organismos financieros con asiento en Washington y también fue importante para la resolución de ayer.
La presencia de la titular del FMI, Kristalina Georgieva, en un encuentro sobre economía organizado por el papa Francisco en Roma, compartiendo panel y algunos conceptos con Guzmán, hacían prever un cambio de actitud en el organismo. Georgieva parecería encarnar la tan mentada "humanización" del organismo financiero, de la que varias veces se habló pero nunca se comprobó. Escribió esta semana una editorial en el Financial Times reconociendo que las recetas ortodoxas que el Fondo exigió invariablemente implementar a lo largo de su historia tal vez no hayan sean buenas para las economías emergentes. Mejor tardísimo que nunca.
Muchas señales en una misma dirección, que se completaron con el arribo de la misión de Kozack y Cubeddu. En un gesto atípico, no sólo quisieron encontrarse con los responsables de las áreas económicas y productivas, sino que fueron a ver al ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, y al de Salud, Ginés González García, para interiorizarse sobre la delicada situal social y sanitaria que atraviesa el país como consecuencia del desastre que dejó el modelo macrista. También, aseguraban en Gobierno, comparten una mirada acerca de lo pernicioso que resultan los fondos especulativos, que ahora empiezan su trabajo en busca de sacar rédito de la nueva crisis.
Kozack, número dos del Fondo para la región, voló hacia Washington el martes para llevar sus conclusiones al encuentro del directorio. En el Gobierno tenían información de que sus planteos serían atendidos pero preferían la cautela. Ayer, Guzmán entró a la Caasa Rosada pasadas las 15, cuando Fernández todavía se encontraba con el gobernador Axel Kicillof, con la confirmación de que todo había salido de acuerdo a lo imaginado. Hubo celebración íntima pero también la idea de que es el inicio de un largo camino.