La inflación de febrero fue del 2,5 por ciento, la más alta desde junio del año pasado, según informó ayer el Indec, desmintiendo al presidente Mauricio Macri y al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que habían asegurado que el ritmo de aumento de precios se estaba desacelerando. El informe oficial registró fuertes subas en servicios para la vivienda, por el aumento de la luz. Pero también se anotaron importantes remarcaciones en educación, alimentos y atención médica y gastos para la salud. En enero se había computado un alza de los precios del 1,3 por ciento, por lo que en el primer bimestre se acumuló una inflación del 3,8 por ciento. La cifra anualizada arroja una suba para 2017 de al menos 25,3 por ciento, cuando la meta oficial es del 17 y se pretende que las paritarias públicas y privadas se negocien por debajo del 20. El Gobierno no consigue controlar el proceso inflacionario, pese a tener planchada la cotización del dólar: fue el único precio de la economía que se mantuvo igual el último año. La llamada inflación núcleo, que despeja la evolución de tarifas y productos estacionales, escaló hasta 1,8 por ciento en febrero.
El ajuste de la luz se dividió entre febrero y marzo, y está previsto un nuevo incremento para noviembre. El mes pasado, por el tarifazo eléctrico, se anotó un suba del 13,1 por ciento en el bloque de combustibles para la vivienda. Los informes de las consultoras del mercado calcularon que para marzo el segundo ajuste de la luz tendrá un impacto todavía mayor en el nivel general de precios minoristas (ver aparte). El rubro de servicios básicos y vivienda registró un avance del 8,4 por ciento, lo cual computa la suba de alquileres (2,8).
Las tarifas eléctricas no fueron el único elemento para explicar el salto de la inflación en febrero. Hubo fuertes aumentos en los gastos para la salud, hasta 3,3 por ciento. El Indec aclaró en su informe que “la suba de este capítulo refleja el incremento de la medicina prepaga aprobado para febrero”. En el detalle de este rubro se precisó que servicios para la salud avanzaron al 4,1 por ciento, y los productos medicinales y accesorios terapéuticos lo hicieron al 2,3 por ciento. Mientras que la medicina y los remedios suben a un ritmo por encima de las jubilaciones y asignaciones familiares, el Gobierno desarma los programas de acceso a la medicación para sectores vulnerables de la población.
Educación anotó subas del 4,0 por ciento, al registrarse un avance del 4,4 por ciento en servicios educativos (cuotas de colegios privados) y del 2,5 por ciento en útiles y textos escolares. Además de los ajustes mensuales, distintos relevamientos privados calcularon que la canasta escolar subió 61 por ciento el último año y algunos productos lo hicieron arriba del 350 por ciento. Un informe del Centro de Economía Política (CEPA) precisó que el lápiz negro costó en febrero 15,3 pesos, cuando tenía un valor de 5,0 pesos el año pasado, lo que equivale a un incremento del 206 por ciento. El sacapuntas trepó a 25,4 pesos, contra 4,6 pesos (452 por ciento); la tijera 30 pesos, contra 18 (67 por ciento) y la plasticola 26,5 pesos, contra 8,9 pesos (197).
El informe del Indec detalló que alimentos y bebidas tuvo remarcaciones del 1,9 por ciento, donde los lácteos aumentaron 2,8 por ciento, las verduras lo hicieron al 6,9 por ciento y productores de panificación, cereales y pastas al 2,2. La suba de los alimentos de casi 2 por ciento deja en evidencia que “el proceso de desinflación” que celebra en cada uno de sus informes de política monetaria el Banco Central está muy lejos de observarse en la práctica. No son sólo los precios regulados (principalmente tarifas) los que suben por encima de la meta oficial de inflación, sino que gran parte de los bienes y servicios de la economía muestra importantes distorsiones. Según el Indec, los bienes aumentaron 1,4 por ciento y los servicios, 3,9.
La indumentaria fue una excepción. Según el centro de estadísticas oficial, registró en febrero una caída de precios del 0,5 por ciento. El fenómeno se explica por una combinación de factores: la liquidación de la temporada de verano, la avalancha de productos importados con un tipo de cambio estancado hace 14 meses y el retroceso del 15 por ciento de la demanda de indumentaria en el mercado interno. Las pequeñas y medianas empresas dedicadas al negocio textil computan una crisis de proporciones y anotaron valles de uso de la capacidad instalada del 48,9 por ciento. El sector de esparcimiento, en tanto, marco una baja del 0,2 por ciento, por efectos estacionales y la flojísima temporada turística.
Transporte y comunicaciones anotó un aumento del 2,3 por ciento, esencialmente por la suba de la nafta y el ajuste en la telefonía celular. Además, en el rubro de otros bienes y servicios se destacó el avance del 7,3 por ciento en cigarrillos y accesorios y del 1,6 por ciento en artículos de tocador y belleza.