Más de 200 mil personas visitan cada año el Espacio Memoria y Derechos Humanos ubicado en el predio donde funcionó el mayor centro clandestino de detención, tortura y muerte, también maternidad clandestina. Este lugar que el mundo registra como Esma incluye el ex casino de oficiales, donde la Armada torturó y mantuvo en cautiverio a miles de personas, pero también una veintena de edificios que tuvieron un rol de apoyo y complemento de la actividad represiva. Talleres donde preparaban autos que usaban para secuestrar, la imprenta donde falsificaban documentos o elaboraban materiales para campañas de acción psicológica, la central de comunicaciones a la que reportaban los grupos de tareas, entre otros. Para poner en valor esas construcciones que sirvieron al Estado terrorista, especialistas en conservación del Espacio Memoria realizaron recientemente un nuevo relevamiento, para analizar su grado de deterioro. Ya se iniciaron obras en el ex sector “Automotores”, y se trabaja en una futura intervención museográfica.
La inspección de especialistas y responsables incluyó un registro presencial y fotográfico, se realizó en los edificios donde funcionaban los talleres de Automotores, la Enfermería, el Pabellón COY, la Imprenta y la Central de Operaciones y Comunicaciones (C.O.C.). Según informó el Espacio Memoria, fue una actualización de otra realizada en 2015. El relevamiento estuvo a cargo del área de Conservación del Archivo Nacional de la Memoria, y de la Coordinación de Programas y Actividades del Espacio Memoria.
“Muchas veces hay objetos que tienen que ver con la época en que el predio funcionó como centro clandestino y ponemos la atención en eso. Los objetos ya fueron recolectados en 2015, pero vamos poniendo el ojo en cada detalle, porque esto no se termina nunca”, explicó Cristina Godoy, una de las conservadoras. “De hecho el deterioro a veces nos ayuda a encontrar marcas que antes no se podían encontrar, hace que aparezcan nuevas cosas, detrás de una pintura, por ejemplo. Signos que pueden ser interpretados por los investigadores y están asociados a los testimonios de los detenidos y secuestrados en estos espacios”, agregó.
Sabrina Osowski, a cargo del equipo de guías, señaló que para todos los casos las intervenciones museográficas están planificadas. “Hoy los guías señalan de distintas maneras estos edificios, por ejemplo a través de cartelería y folletería, pero la puesta visual de esos contenidos es parte del proyecto de intervención museográfica”, explicó.
Automotores tuvo a su cargo durante la dictadura el montaje y sostén del plantel vehicular clandestino que se usó en operativos de secuestro, robo de bienes, patrullaje y control de población, entre otras tareas. En ese sector, al que perteneció formalmente el capitán Adolfo Scilingo, confesor de los vuelos de la muerte, se repintaban los coches y se modifican las chapas patentes. La idea de los especialistas es respetar la fisonomía original del edificio, resaltar sus marcas de uso y trabajar la intervención museográfica a partir de las declaraciones de testigos sobre el taller como uno de los pilares del área logística del ex centro clandestino.
La imprenta también fue parte del área logística. Varios secuestrados sometidos al trabajo forzado debieron imprimir allí todo tipo de documentación falsificada (documentos de identidad, pasaportes, cédulas verdes, registros, credenciales). También se hicieron allí calcomanías para el mundial de fútbol de 1978 y las obleas con la leyenda “Los argentinos somos derechos y humanos” que distribuyó la editorial Atlántida.
El Pabellón COY, creado para alojar estudiantes de la Esma, pasó a ser en 1981 la base operativa del grupo de tareas que hasta entonces hacía su trabajo sucio en el casino de oficiales y que, tras esa mudanza, pasó a llamarse Grupo de Operaciones Especiales de la Armada (GOEA). Desde ese lugar se continuó haciendo el seguimiento y secuestro de personas, el robo de bienes y los controles telefónicos.
La Central de Operaciones y Comunicaciones se instaló en un sector del sótano del edificio de la ex cocina, hoy parte de la sede de la Secretaría de Derechos Humanos. Desde allí se mantenían enlaces con las patrullas de secuestradores y se coordinaban acciones represivas con comisarías, pidiendo zona liberada, y con el comando subzona capital del Ejército, entre otras dependencias.
La Enfermería brindaba atención médica y odontológica al personal militar, alumnos y conscriptos, pero en paralelo algunos médicos y enfermeros formaron parte de la estructura del centro clandestino, participando en secuestros, sesiones de tortura, partos de detenidas embarazadas y en los denominados “traslados”, el eufemismo de los marinos para referirse a los vuelos de la muerte.