En la ciudad de Buenos Aires hay 459 centros culturales pensados como espacios independientes, sostenidos a partir de una lógica de autogestión y que reciben pequeños aportes del Estado. En los últimos años, en medio de la crisis económica, estos espacios tuvieron enfrentaron varias dificultades para mantenerse en pie: la caída de público, los tarifazos, las clausuras arbitrarias y la imposibilidad de dejar de alquilar, se encuentran entre sus principales problemas. Por eso, Claudio Gonerman, fundador del Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos (MECA) -que nuclea a gran parte de los espacios porteños independientes-, sostiene que "la cultura independiente está en rojo".
“En los últimos cuatro años, los espacios culturales sufrieron la crisis en un doble sentido: los costos fijos se fueron al demonio y, al mismo tiempo, la cantidad de público bajó de manera sustancial”, asegura en diálogo con Página|12 Gonerman, quien, además de ser parte de MECA, integra la agrupación Abogadxs Culturales y es uno de los fundadores del Club Cultural Matienzo, uno de los espacios porteños de referencia dentro del circuito independiente.
A fines de 2019, "Culturas Independientes", un informe que la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) realizó a pedido del Gobierno porteño estableció que existen 459 espacios culturales en Buenos Aires. El censo de UNTREF no se centró solo en datos cuantitativos. Sobre una muestra 154 espacios, las dificultades más mencionadas por sus referentes en el relevamiento fueron los ítems "costo de servicios", "costo de alquiler", "caída de ingresos" y "caída de público". En total, esos rubros se llevaron el 64 por ciento de las respuestas.
En este sentido, el fundador del Matienzo agrega que "hoy los espacios se sostienen por el sacrificio de sus hacedores, que no cobran o cobran un viático mínimo, ponen plata de su bolsillo y están atrasados con servicios o con alquileres". El de los alquileres es un problema particular para los espacios culturales: según en informe, solo el 21 por ciento de los espacios son propietarios del lugar que ocupan, mientras que casi el 59 por ciento alquila. "Es muy difícil pensar en comprar una propiedad cuando no llegás a pagar la luz", explica Gonerman.
Por detrás de los problemas económicos, con un 10 por ciento de respuestas, la dificultad de mayor importancia es la de "habilitación", algo que se traduce en clausuras. "En 2015, por ejemplo, hubo una ola de entre 80 y 90 clausuras en un mes, con modos arbitrarios; en 2019 disminuyeron pero lo cierto es que hay 'épocas de clausuras', cuando se acercan las elecciones o cuando hay que pagar los aguinaldos en el Estado; lo cierto es que tienen un sentido recaudatorio", remarca Gonerman y agrega que la política de clausuras es una "decisión política". Según el informe de UNTREF, el 100 por ciento de los encuestados ha tenido alguna vez problemas con la habilitación.
Una ley insuficiente
La ley de "Espacios Culturales Independientes" (ECI), promulgada por la Legislatura porteña en noviembre de 2018 y reglamentada recién en junio del año pasado, buscó resolver algunos de los problemas de habilitación de los espacios. Si bien la anterior ley, de "Centros Culturales", promulgada en 2014, ya establecía criterios específicos, la ECI contempla una mayor diversidad de espacios: "se comprenden las actividades que actualmente se desarrollan en Teatros Independientes, Peñas, Milongas, Clubes de Música y Centros Culturales", detalla la norma.
"La ECI mete a todos en una misma norma, lo que es bueno porque hoy los espacios son heterogéneos y funcionan actividades muy diversas", analiza el representante de MECA. Además, la norma establece un reglamento concreto para las medidas de seguridad, principal motivo aludido por los inspectores de la Agencia Gubernamental de Control a la hora de clausurar los espacios, y agiliza los trámites para conseguir las habilitaciones correspondientes. Sin embargo, Gonerman reafirma que la urgencia actual se sitúa en el plano económico: "La ley está bien pero hoy la necesidad principal la tenemos en otro lado; tendrían que venir a preguntarnos cómo hacer, por ejemplo, una ley de emergencia cultural que estipule subsidios para sostener el momento crítico".
Una estructura rota
"La urgencia está en aumentar los subsidios para sobrevivir, pero después habría que pensar en líneas de créditos de la Ciudad que, a tasas bajas, le permitan a la cultura independiente acceder a fondos que ayuden a hacer cosas más allá de sobrevivir", asegura Gonerman. El referente de MECA lamenta que en la actualidad los subsidios deban ser utilizados para la supervivencia de los espacios. "Siempre mantuvimos nuestra independencia, nos sostuvimos solos, y los subsidios eran para invertir en equipamiento o para apostar en contenidos alternativos, ahora entran en la cuenta para llegar a fin de mes", reflexionó.
Gonerman agrega que los últimos años fueron de "buscar recursos" para subsistir y rebuscárselas para no dejar de proyectar: "Lo peor que nos podría pasar es programar solo actividades que venden para sobrevivir, porque ahí queda afuera lo experimental, las apuestas, los nuevos contenidos, todo lo interesante que es característico de la escena independiente". La caída del público y los altos costos fijos lograron que la estructura del circuito independiente se resquebrajara para dejar de ser redituable en todos los sentidos. En este sentido, el fundador del Matienzo concluye que una de las principales pérdidas fue "el vínculo de los espacios culturales con el público y los artistas. Somos lugares de encuentro, plataformas para artistas y centros de intercambio, todo con precios accesibles. En los últimos años esa construcción se complicó demasiado".
Informe: Santiago Brunetto