Un gigantesco panal o un manto a gran escala. Hay varias analogías para describir la enorme instalación de papel que Andrea Moccio (Buenos Aires, 1964) inauguró recientemente en el foyer de la Usina del arte.
El título de la obra, “Exuvia”, remite a otra analogía posible: se trata del exoesqueleto que los artrópodos abandonan luego de la muda de su “piel”, en la renovación de sus ciclos de vida.
Son en general analogías que remiten a lo orgánico y animal, incluso (por el panal) a un cierto funcionamiento social.
La enorme obra blanca, que cuenta con trescientos kilos de papel --hechos de una trama de guirnaldas-- cuelga del techo en el espacio central del foyer, desplegada en sus doce metros de ancho por diez de alto.
Se transcribe parte de la entrevista que Página 12 mantuvo con la artista.
--¿Cómo se dio el paso de la serigrafía al volumen en tu obra?
--La versatilidad original de ciertas técnicas me fue llevando a probar otras, de origen preindustrial, que usualmente se usan no para generar imágenes sino para producir un sistema de pegado, o partes de una producción como circuitos impresos. Y experimentando con la serigrafía me di cuenta de que podía realizar un sistema de pegado seriado, lo cual a su vez me llevó a generar volumen. Rápidamente pasé de ahí a ciertas ideas previas que tenía sobre mi propio modo de generar imágenes, siempre en papel. Convivir con imprentas, haber trabajado en Papelera Palermo. Todo ese proceso, en 2004 y 2005 fue para mí como estar en un patio de juegos.
--¿En ese momento comenzaste a usar guirnaldas?
--Aunque siempre me llamaron la atención, sin embargo fue como un descubrimiento. Y si trabajás con el papel, todo lo esté relacionado lo mirás especialmente. Me di cuenta que tienen algo de orgánico y me atrajo la idea de producir manualmente lo que está producido industrialmente, como sucede también con la serigrafía en nuestro país. Muchas veces lo industrial acá se hace artesanalmente. Descubrí que podía imprimir pegamento en lugar de tinta y con eso pegar de tal manera como para hacer guirnaldas. Entonces empecé a hacer guirnaldas de papel con libros y guías telefónicas, trabajadas en módulos que siempre remitían a la naturaleza. También armaba tramas visuales. Y si primero usaba el papel de la guías telefónicas para hacer estampas de descarte, después empecé a usarlo como material “noble”.
-- La serigrafía es un campo controlado. Pero en estas grandes instalaciones, la escala, la desmesura, el desgarramiento del papel, parecen expandirse con un alto grado de indeterminación. Es lo que se vio en la gran instalación recorrible que hiciste en el Centro Cultural Kirchner en 2016 y en esta otra de la Usina.
--En estas grandes instalaciones busco ocupar el espacio y que el acercamiento sea desde lo sensual del material. Intento convertirlo en otra cosa. Y cuando los visitantes descubren que se trata de guirnaldas se produce ese extrañamiento. Es un material común, relativamente cotidiano, que cuando es visto en otra dimensión y escala sugiere muchas más cosas.
-- Se pasa del componente festivo de las guirnaldas a otro, de sentido por momentos invasivo, descontrolado y amenazante.
-- Es así porque el grabado permite la seriación sobre materiales a los que podés darles nuevos usos. Y a eso se suma el manejo de la escala en la construcción y el resultado. A veces genero un módulo de determinado papel que lo tengo guardado un tiempo, hasta que se de la ocasión para hacer una instalación. Es lo que me pasó cuando participé en una edición de Estudio Abierto en 2006 en el (entonces) Correo Central. Tenía un módulo hecho con papel de seda y se transformó en una instalación.
--La luz juega un papel central en estas obras de papel, porque produce texturas.
--Ya sea luz natural o artificial, la orientación y tonalidad de la luz generan retículas. Por momentos parece una piel de lagarto, de dragón. Me gusta que los visitantes se encuentren con lo que dicte su imaginación. Y “Exuvia” es eso: parece una piel de descarte. La propia palabra tiene algo de arcaico, prehistórico o mitológico y sugiere exuberancia. Me gusta la palabra, incluso si significara otra cosa, porque se vuelve abstracta.
--Si tomamos la analogía del panal, podría pensarse en un funcionamiento social.
--Precisamente, uno de los primeros títulos que pensé para esta obra era “panal”, y cuando sea la noche de los museos pienso poner una proyección en la que se ven personas en miniatura, casi como abejas, que caminan por todo el panal. Tiene que ver con la idea de que todos formamos parte de una matriz y a su vez cada uno está en lo suyo, en sus propios movimientos y recorridos, cambios de velocidad, entrada y salida de las celdillas.
--La combinación de los desgarramientos del papel con la iluminación aportan un elemento dramático.
--Eso es parte de las modificaciones de la idea original, que siempre son productivas. La obra fue pensada en la computadora pero realizada y “parida” acá mismo, en la Usina. La obra se fue haciendo, en parte por el desafío de hacerla en forma vertical, y se fue convirtiendo en lo que es ahora, que no es exactamente lo mismo que cuando la pensé.
--Los desgarramientos también sugieren cierta depredación.
--Es un daño o una depredación basados en los que generalmente se producen sobre las obras que se exhiben públicamente. Muchas veces el público es dañino o pícaro. Hay cierta depredación, sí. Aunque en este caso la obra es inalcanzable para el público y solo sucederá el deterioro del tiempo; ahora los desgarros los produjimos nosotros, yo misma y diez colaboradores del equipo de la Usina.
* La instalación “Exuvia” de Andrea Moccio será exhibida durante todo 2020 en la Usina. Junto con esta obra se pueden ver otras dos instalaciones pictóricas. Por una parte, “La ilusión” una enorme composición geométrica de Leila Tshcopp en parte del techo del foyer. Y por la otra, “Polifonía en cuatro colores”, una intervención de Mariano Ferrante, que ocupa el exterior de la sala de cámara. Estas dos últimas instalaciones fueron coordinadas por Santiago Bengolea.