“Nadie muere de desnutrición. Sino de otras enfermedades que atacan a una persona que está inmunodeprimida”, por la desnutrición. Esa fue la afirmación del director del Centro de Investigaciones Nutricionales (CNIN) en Salta, y ex ministro de Salud Pública durante el gobierno de Juan Carlos Romero, Carlos Ubeira.
En diálogo con Salta/12, el médico especialista en nutrición, afirmó que en las investigaciones que se hicieron hasta 1990 por lo menos ya se explicó todo el problema en torno a la desnutrición. “No hay más que investigar. Lo que se tienen que generar son políticas públicas de acceso al agua y a la educación”.
Investigaciones a nivel internacional demuestran que el acceso al agua está íntimamente relacionado a la mortalidad infantil. A mayor acceso al agua potable, menor mortalidad infantil, y viceversa. Pero Ubeira agregó que también existe una relación entre este índice que involucra la muerte de niños y el grado de alfabetización de las madres. En la zona donde se declaró la emergencia socio sanitaria (los departamentos de Orán, San Martín y Rivadavia), se suma otro factor: el corrimiento de la frontera agropecuaria.
En este punto, Ubeira sostuvo que por cuestiones que hacen a su forma de vida, las comunidades obtenían sus proteínas de la caza de animales. La pérdida de los montes generó inevitablemente la pérdida de los animales que permitían ese consumo de proteínas, pues era menor o inexistente la cantidad del consumo de carne o leche, e incluso en algunos casos, de huevos.
El déficit no es solo calórico sino también proteico. Las proteínas “son las que producen los anticuerpos”. No consumirlas implica un proceso a una inmunodeficiencia grave. Entonces, las diarreas en las épocas de calor, y las infecciones respiratorias agudas (IRA), en las de frío, que son resueltas por los cuerpos de otros niños con el consumo de proteínas suficientes, tienen un impacto mayor en aquellos que no consumieron la suficiente cantidad de esta sustancia.
A ello se suma que cuando la mamá tiene mayor cantidad de partos, puede también conllevar a un mayor déficit de hierro y esto puede afectar al bebé. Y en ese caso la afección termina siendo la anemia. Ubeira sostuvo que en Argentina, según la última encuesta de nutrición de 2018, el 34% de los niños de 6 a 24 meses está con déficit de hierro.
En este marco, reiteró: “la desnutrición no se combate con Centros de Recuperación Nutricional que sólo resuelven la coyuntura”. Sostuvo que, por el contrario, se debe contar con políticas públicas cuyos resultados se pueden conocer en un tiempo que está por encima de las gestiones gubernamentales. Se pueden ver recién en 8 o 10 años como mínimo.
En Salta “hemos llegado al índice de 10 muertes de niños por cada mil chicos”. Al hacer un cálculo sobre la cantidad de nacimientos, 26 mil al año, “estamos hablando de 260 chicos por lo menos que fallecen por año”.
Para Ubeira, lo que tuvo incidencia en la actualidad para que Salta se caracterice por la muerte de niños wichi en este momento es que “lo que antes estaba naturalizado se superficializó”.
“Si hay un déficit a marcar no estuvo en el sector de la salud, sino al entorno en donde viven los niños y que nunca se mejoró”, agregó. Sostuvo que con los Centros de Recuperación Nutricional establecidos en 2010 “recuperamos a esos chicos. Pero los devolvemos al medio que los desnutre”.
El bolsón “es cuestionable”
Entre las políticas que se proponen como soluciones a la crisis socio sanitaria, y que se introdujeron desde hace mucho tiempo, se encuentra el bolsón o módulo alimentario. Sin embargo, para Ubeira, esta ayuda “es cuestionable si no se adecua a la realidad” de las comunidades. “Hay comunidades que no consumen leche o en donde los alimentos más nobles le dan al adulto masculino porque lo tienen como proveedor y debe estar sano”, agregó. E incluso el problema de la leche en polvo es que es casi imposible de consumir sin agua potable a mano.
“Una de las sugerencias que hicimos es que había que revisar el bolsón. Y para eso hay que sentarse a hablar con los caciques o referentes de las comunidades para conocer los hábitos alimentarios”. Con esto, dijo Ubeira, se debe además apuntar a “modificar el modelo centralista de compra y licitación de los alimentos”. En este razonamiento es que entendió que una solución al problema sería la aplicación de la Tarjeta Alimentar en estas comunidades “porque al bolsón lo armarían ellos”. La limitante es que en esta zona la conectividad no existe, el posnet tampoco, y el precio de los alimentos está muchas veces por encima de aquellos que se encuentran en ciudades más urbanizadas.
Ubeira indicó que desde el CNIN “estamos empezando a revisar la formación de capacitadores de la comunidad en educación alimentaria y nutricional pero siempre adecuado a ellos”. Afirmó que lo habían empezado “hace más de diez años" pero "lo discontinuamos por tres años”.