Desde Necochea
"En este encuentro celebramos la música, el respeto y la diversidad", dice Nicolás Kramer, líder de El Robot Bajo el Agua, rodeado de árboles, estrellas y el susurro del mar en el Parque Miguel Lillo de Necochea. "Mi música es diversa porque yo soy diverso", lanza luego la artista y performer Max Vanns en la segunda jornada del Festival IndieGesta. De algún modo, la diversidad de estéticas y propuestas musicales fue uno de los ejes transversales de este festival independiente que transitó su sexta edición en la ciudad balnearia. Entre el viernes y el lunes, el encuentro propició la convivencia y el intercambio de artistas disímiles entre sí: desde la cantautora mexicana Cecy Leos hasta la banda de post-punk e indie-rock Cabeza Flotante, pasando por el pop magnético de Los Besos, las canciones bellas de Lucio Mantel, el power feminista y bailable de D.I.Y y la frescura de la necochense Lucía Balzaretti, entre otres.
La jornada inaugural arrancó en un espacio poco convencional: una carpa de circo en medio del bosque de pinos. La noche fría del viernes estuvo en sintonía con la melancolía del documental The Devil and Daniel Johnston (2005, Jeff Feuerzeig), que retrata la agitada vida del músico folk y artista plástico estadounidense que se convirtió en una especie de mito. Fue la previa ideal para la presentación del cantautor porteño Lucio Mantel, quien trajo las canciones misteriosas y atemporales del Todas las formas de estar (2019) y repaso obras preciosas de su repertorio como "Luz de día", "Nadie en el espejo" o "Punto de fuga". "Esta canción la compuse después de un encuentro que tuvimos varios cantautores en 2008 con el uruguayo Fernando Cabrera. Él nos dijo que los músicos jóvenes, cuando queremos hacer algo folklórico, siempre hacemos una zamba o una chacharera, pero que nos olvidamos de géneros como el estilo pampeano, el triste o la cifra", introdujo Mantel antes de “Traidor del cielo”, un triste que escribió con el mexicano David Aguilar.
Una de los logros de la Agrupación Indiegesta es haber construido una identidad clara en la ciudad: cada evento que realizan apunta a mostrar una escena musical distinta, alternativa, que no transita por los carriles convencionales. Una línea estética que no responde a las tendencias o al canon de la industria, pero que conecta con un público amplio y aporta una buena dosis de pluralidad a la escena cultural local. "Me parece que formamos parte de un festival en la cual tácitamente una de las premisas es la libertad de expresión y el respeto por los distintos géneros, tanto musicales como humanos", sostiene Nicolás Kramer en diálogo con Página/12. "¿Cómo convive acá nuestra música? A través de la diversidad, el eclecticismo y una grilla inclusiva. La convocatoria la sentimos desde ahí y respondemos desde ahí, desde la emoción", se explaya Kramer, quien reflotó su proyecto El Robot Bajo el Agua después de nueve años de silencio musical. La banda vino a presentar El lado velado (2019), un viaje experimental que se reflejó en el trance y la conexión que provocó en las personas que se acercaron a El Point, en la tercera jornada.
Salvo la primera jornada, que se realizó en La Carpa Espacio cultural, el resto del festival se desarrolló en El Point, un bar y sala cultural del palo ubicado en el Parque Lillo. En este marco, el grupo de arte contemporáneo Intemperie aprovechó el espacio natural para realizar una intervención en el corazón del bosque. Con el eje puesto en el cuidado del entorno y la naturaleza, los artistas armaron una experiencia con espejos, lunas hechas de papel y un binocular que transportaba a una dimensión desconocida. En este contexto, las necochenses The Ostras (Julieta Salas y Natalia Gago) regalaron un set potente a fuerza de canciones acústicas y espíritu punk. En un plan más pop, la cantautora Cariño desplegó un set amoroso que le hizo honor a su nombre. La sorpresa del festival vino con la irrupción al escenario del performer, cantante y bailarín Max Vanns, un artista disruptivo e irreverente que cautivó la atención de todes al instante.
En formato trío --programaciones electrónicas y bajo--, Vanns arremetió con intervenciones y canciones transfeministas con un cóctel sonoro de rap, trap, rock, reggaetón, cumbia, pop bailable y electrónica. "Mi cuerpa, mi decisión", lanzó con el puño en alto. "Me interesa salir de la norma musical y darle lugar a lo disidente. En el primer álbum, Trigonométrico, quería hacer algo solo para mí. En el segundo, 3.11, ya pensé en un otre, en un público. Y empecé a hacer música no binarie, romper el género musical", cuenta Vanns, quien tiene formación en danza y teatro clown. "La música siempre es una herramienta de combate. Todas las grupas que se juntan para hacer algo tienen que tener un himno. Entonces, trato de hacer himnos de combate marica para que cada canción sea un repensarse a sí misme. Un 'perfo' es algo que te hacer repensar como público y te incluye", entiende la artista a Página/12. Su música tiene un fuerte lazo con la militancia social y política sobre el transfeminismo y las disidencias. "Creo que toda acción es política. Y cuando estoy en escena quiero que eso esté marcado. Siento que en estos festivales tengo que ponerme más fuerte sobre lo que quiero comunicar", cierra.
Frente a más de 300 personas, el cierre de la segunda jornada estuvo a cargo de Los Besos, una ascendente banda porteña liderada por la potencia poética e interpretativa de Paula Trama. Con Matemática sentimental (2019) bajo el brazo, el grupo de pop cautivó con la solidez de su sonido y la personalidad de su búsqueda estética. Un día después, la grilla estuvo más orientada a las canciones y los silencios. En eso anduvieron el cantautor Juanito el Cantor, la pianista Licina Picón y el percusionistas Nicolás Soares Netto, quienes se fundieron en un set que pasó de la intimidad de "Solo la luna" al frenesí luminoso de "Amarillo" y "Uhuhuh", de la Nube Mágica. Lucía Balzaretti, en tanto, adelantó canciones de su primer disco acompañada por una banda de pibas superpoderosas.
Oriunda de Chihuahua, México, Cecy Leos se encuentra realizando su primera gira por Uruguay y Buenos Aires. "Me siento muy en casa, muy cómoda con la cultura y la forma de pensar", dice Leos sobre su visita por Argentina. "Yo soy del norte de México, de una ciudad bastante conservadora. Y acá encuentro mucha libertad en las mujeres, para vivir, sentir y aceptar su cuerpo. Me está cambiando un chip". La cantautora llegó a Necochea para mostrar un repertorio de canciones propias envueltas en un sonido pop y letras melodramáticas, una poética que recoge de la tradición de los boleros y las rancheras. "Siento que cada vez asimilo y abrazo más las raíces de mi música", cuenta la mexicana, quien aprovechó su set para compartir clásicos de su país como "Cielito lindo". "Me identifico a pleno con el drama, por eso también me gusta el tango. La música es la oportunidad para sacar el corazón. En las canciones, me gusta la exageración", explica. Su vínculo con Argentina viene a través de colaboraciones. Ha compuesto con artistas argentinos como Abel Pintos ("De solo vivir"), Silvina Moreno ("Luminosidad") y Sofía Macchi ("Bonito, bonito").