No hay duda que el deporte es una actividad humana que tiene una recepción ampliamente positiva en la sociedad. Desde todos los sectores sociales y tribunas políticas se habla, aunque más no sea superficialmente, de sus múltiples bondades. Se le reconoce como un muy efectivo integrador social, como agente fundamental en la salud física y psíquica de la población, como trasmisor de positivos elementos como esfuerzo, compromiso, compañerismo y perseverancia, entre muchos otros.
También es para los materialistas, una de las mejores posibilidades para hacer negocios y una rentable actividad en los deportes profesionales. Ante este consenso casi total, siempre me pregunté: ¿Porqué los presupuestos deportivos suelen ser exiguos? ¿Porqué razón casi siempre hay otras prioridades ?
No resulta lógico suponer que una herramienta política y social tan útil como el deporte, que interviene fuertemente en la salud, entretenimiento, educación y hasta en la salud de la población, y cuyas acciones cuentan con una gran cobertura mediática, tenga en general tantas otras prioridades por delante a las que sin duda, el Deporte Social y el de Rendimiento podrían ayudar a desarrollarse.
Se abre una nueva etapa política en nuestro país con fuertes controversias, y grietas difíciles de superar rápidamente, en la que sin embargo, el deporte aparece con consensos casi unánimes. Quizá sea el momento para potenciarlo de la única manera posible: mayor presupuesto, más infraestructura, mayor profesionalización de los técnicos, y una inteligente integración al tejido social.
Esta situación ideal no es nueva en nuestro país, a fines de la década del '40 se intentó y con éxito vincularlo a la salud y educación , otros países lo hacen desde hace décadas. Ojalá se pueda comprender y realizar.
* Ex Director Nacional de Deportes.