Lionel Messi no pudo extraer ventaja de su visita al estadio San Paolo. Pero tampoco le fue tan mal. El supercrack rosarino no marcó ningún gol ni tuvo una actuación resplandeciente en el mismo sitio donde Diego Maradona edificó buena parte de su leyenda en los años ’80. Pero su equipo, el Barcelona, se llevó ante el Napoli, un 1-1 interesante de cara al desquite del miércoles 18 de marzo en el Camp Nou por los octavos de final de la Champions League. Desde luego que ganando y hasta empatando 0-0, logrará avanzar a los cuartos de final.
El resultado vale más porque el conjunto catalán consiguió el empate tras haber arrancado en desventaja por un gol del belga Dries Mertens, a los 30 minutos del primer tiempo. Nápoli planteó un juego cerrado con todos sus hombres parados por detrás de la línea de la pelota, y dedicados a no dejarlo arrimar a Messi y sus compañeros. La idea conservadora se afianzó mucho más luego del tanto de Mertens, un remate colocado desde fuera del área que se metió junto al poste derecho del arquero alemán Ter Stegen. Facilitada por el traslado tedioso, sin sorpresa ni imaginación, del que abusó Barcelona.
Pero ya no fue posible sostener el mismo énfasis defensivo en la etapa final. Aparecieron espacios que antes no habían aparecido. Y por uno de ellos, llegó la igualdad, a los 11 minutos, tras una buena habilitación de Sergio Busquets para Nelson Semedo, un centro exacto del lateral portugués y una resolución certera del goleador francés Antoine Griezmann. En ese tramo, Messi, quien hasta allí había caminado y trotado la cancha sin encontrar por donde entrar o meter un pase filtrado, se activó algo más, pero sin alcanzar nunca un nivel decisivo. Inclusive, resultó amonestado tras un fuerte choque con el arquero colombiano Ospina.
A medida que fueron corriendo los minutos y el 1-1 fue cobrando forma, Nápoli se aferró al empate y volvió a fortalecerse en la espera cerrada. Tuvo una ocasión que pudo haber cambiado la suerte del partido y acaso, de la llave clasificatoria. Pero Ter Stegen le tapó un mano a mano al atacante español Callejón. Barcelona siguió haciéndose cargo del protagonismo. Pero careció de claridad para romper la aplicación defensiva del equipo italiano. Sobre el cierre del partido, fue expulsado del chileno Arturo Vidal y Gerard Piqué salió con una entorsis del tobillo izquierdo.
Vidal no podrá jugar el desquite, tampoco lo hará Busquets que sumó su segunda amonestación y eso representa una complicación para el técnico Quique Setién. Barcelona viene diezmado por una serie de lesiones de jugadores importantes (Luis Suárez, Jordi Alba, Sergio Roberto, Dembelé). A tal extremo que, para completar el banco, debió recurrir a cuatro juveniles de la filial. En este contexto, Messi se hace cada vez importante, aunque sus aportes puedan resultar esporádicos.
El espíritu genial de Diego Maradona flotó toda la noche en el escenario de algunas de sus mayores hazañas futbolísticas. Pero Messi jugó desentendido de toda esa expectativa. Hizo su partido. Y lo que hizo, alcanzó para que Barcelona se llevara un empate que lo dejó bien parado para el cierre de la serie en Camp Nou. Habrá que ver si resulta suficiente más adelante, cuando haya enfrente otros equipos más ambiciosos que este Nápoli que, como dueño de casa, pareció conformarse con demasiado poco. Demasiado pronto.
En el otro partido jugado el martes, Bayern Munich de Alemania goleó 3-0 a Chelsea, con el argentino Wilfredo Caballero como titular, como visitante. Los encuentros continuarán el miércoles con Real Madrid ante Manchester City, donde será titular Sergio Agüero; y la Juventus, donde se desempeña Paulo Dybala, visitará al Lyon en Francia.