Carlos Orellano de 23 años salió a bailar el domingo por la noche a la disco Ming River House, ubicada en el complejo La Fluvial. Hasta las 3.10 de la madrugada estuvo con sus amigos, con quienes compartió imágenes en redes sociales. Después se apartó de su grupo y sus amigos siguieron su camino y regresaron a sus hogares. Sin embargo al otro día, Carlos no pudo cumplir la misma rutina. Como era adepto a seguir divirtiéndose estando solo, se sospecha que protagonizó algún episodio que la Justicia trata de esclarecer: para su familia y sus amigos, habría ingresado al VIP del boliche sin pulsera, tal vez algo alcoholizado, de donde habría sido retirado de mala manera por los patovicas. Es más, un testigo señaló a una mujer que oficiaba de seguridad adicional de haber sido quien lo retiró del lugar junto con otro hombre que también cumplía las veces de personal de seguridad. Por la tarde aparecieron dos testigos del caso, que pescaban esa madrugada en la costa, y que aseguraron que vieron "a un joven llevado por la fuerza por tres personas, que cayó al agua". La Policía peritó ayer el sector en busca de manchas de sangre. Al cierre de esta edición la mujer policía y su pareja, empleado de seguridad del lugar, declaraban ante el fiscal de Homicidios Adrián Spelta.
La historia de la desaparición continuó con el peregrinar de la familia Orellano que asentó la denuncia el lunes mismo en la seccional 20, porque vive en Empalme Graneros. Sin novedades y después de mucho trajinar por distintos lugares como Prefectura y hasta el mismo boliche, su madre llegó a la comisaría 2 de Paraguay y San Juan donde se enteraron que una mujer policía –que había hecho adicionales en la disco esa misma noche– había radicado una denuncia en esa seccional. En la misma afirmaba que un joven de similares características a Carlos había sido visto por ella sobre la baranda que da sobre el río, y que en un momento determinado dejó de verlo. La versión fue desacreditada por los mismos amigos y compañeros de salida del joven, que aseguraron que esa noche habían colocado una soga que dividía el sector del muelle con la disco, para impedir el paso hacia ese sector.
Carlos es de contextura delgada, tes blanca, mide 1,70 altura, pesa unos 70 kilos, tiene ojos marrones, pelo corto y marrón oscuro. La última vez que fue visto vestía camisa de jean, pantalón corte chino color marrón claro, zapatillas grises con cordones negros. Posee un tatuaje en el pecho que dice «Rosario Central» y otro que dice «Aymará» en la parte interna de uno de los tobillos.
Los amigos y familiares del joven Orellano siguieron ayer de cerca todas las diligencias judiciales, que se realizaban en el interior del boliche ribereño, con un solemne ritual de espera y silencio, solo alterado por el llanto de alguno de ellos.
La fiscal Valeria Piazza Iglesias arribó al lugar a media tarde y se mostró sorprendida ante los familiares porque el mismo lunes había ordenado que se cautelen las cámaras de seguridad del lugar, sin resultado hasta ese momento. Es más, el boliche Ming Rivera abrió sus puertas sin problemas el lunes por la noche, siendo que se trata del posible escenario de un crimen.
Un capítulo aparte merecen las cámaras de seguridad del lugar: el dueño del boliche, el empresario Woelflin, que estuvo presente en el lugar, aseguró que las mismas funcionaban sólo para ver desde los monitores pero no estaban grabando.
"Esto me hace acordar mucho al caso de Pichón Escobar –dijo a este diario el abogado de la familia Salvador Vera, también querellante en la causa del joven visto por última vez en el bar La Tienda antes de aparecer muerto en el río–, es bastante parecido porque la víctima podría haber sida sacada por agentes de seguridad del boliche, en forma mixta entre privados y uniformados, y resulta muy llamativo una denuncia que realizó precisamente una de las agentes policiales que trabaja de adicional en el lugar, diciendo que un chico se habría caído al río. Sin embargo cuando se analiza su denuncia, surgen algunas preguntas. Por ejemplo ¿por qué se tomó el trabajo de hacer la presentación con posterioridad y no pidió colaboración a nadie en ese momento? ¿Por qué no convocó a nadie para rescatar a esa persona? Eso es lo más curioso. Además se están relevando algunas manchas de sangre y se están peritando los equipos de comunicación del personal de seguridad del lugar", reveló el letrado.
Edgardo Orellano, papá de Carlos, confió ayer por la tarde sus dudas respecto a todo el proceder de la agente policial: “Cuando vemos el acta, es rara, la denuncia la hizo una policía, esa mujer que estaba ahí, diciendo primero que escuchó el ruido del agua a cierta distancia y después que estaba vestido con jean clarito, con pelo negro, de 1,70 metros de alto, de unos 25 años de edad. Describió perfectamente como es mi hijo. Si ella vio una sombra y en lo oscuro, entonces hay una contradicción”, advirtió el padre del muchacho desaparecido.
Además, señaló que “hay otra versión que asegura que la policía lo sacó y se lo llevó en un auto, pero son versiones, uno dice una cosa, otro dice otra cosa”.
Edgardo es pescador y se enteró de la desaparición de su hijo cuando estaba en la isla. “La denuncia es media rara, dice como que estaba en la baranda y se cayó, nosotros nos enteramos anoche, Prefectura ya había empezado los rastrillajes”, y aseveró que su hijo “es un excelente nadador, en diez brazadas llega a la escalera y se agarra. Si cayó al agua, cayó inconsciente porque si cayó despierto hubiese salido”, conjeturó.
Respecto a los compañeros de trabajo que habían salido con Carlos, dijo: “No se explican lo que pasó porque dicen que no hubo discusión, no hubo ninguna situación tensa con nadie, ningún roce, no saben por qué lo sacaron”.
Asimismo, afirmó: “La única testigo es la policía que trabaja acá, son los que hicieron la denuncia, los que describieron perfectamente bien a mi hijo como para verlo a tanta distancia”.
Matías, amigo del joven desaparecido, agregó: “Estamos seguros que lo sacaron del boliche, más de eso no sabemos, creo que tiene que haberse ido por ahí, pero hay muchas versiones”.