El río Seco aparece en el municipio boliviano de Yacuiba, en la frontera con Argentina. Entra por el valle al oeste de la serranía de Tartagal (valle del río Seco), en el departamento San Martín y cruza la ruta 34 al sur de su intersección con la ruta nacional 81.
Las cañadas que conducen los desbordes después de Embarcación, van por el sur de los pueblos asentados en la ruta 81. Sus aguas recorren una zona de pequeños productores y pueblos asentados en las rutas nacionales 81 y 34.
Como lo indica su nombre, no suele preocupar porque rara vez lleva agua. Pues sólo aparece con las lluvias en las serranías que están detrás de Tartagal. Pero cuando crece, empieza a cargar las aguas y distribuirlas por distintas cañadas que perjudican a las poblaciones rurales de estas zonas.
“No hay ningún tipo de estación meteorológica para medir” el cauce de este río, dijo Luis María de la Cruz, director de la Fundación para la Gestión e Investigación Regional (FUNGIR), y administrador del sistema de monitoreo participativo y alerta temprana del río Pilcomayo.
El especialista sostuvo que el curso del río Seco se inicia en una zona donde residen familias campesinas y resulta difícil contar con un sistema de alerta. Como solía crecer sólo en ocasiones (incluso hubo hasta diez años en que no creció), no se le brinda demasiada importancia.
El problema es que cuando crece empieza a recorrer algunas zonas donde el desmonte abunda. Es una de las características de la ruta nacional 81, en donde se encuentra Hickman, localidad de Embarcación (en el departamento San Martín), que fue inundada a raíz de la crecida de este río.
“Los desmontes aceleran el flujo del agua y no retienen nada, lo que explica que, aguas abajo, al sur de Hickman, se inunden cada vez más”, explicó de la Cruz tras realizar la lectura de mapas satelitales que muestran el curso de estas aguas.
Incluso indicó que en su recorrido carga las aguas de una laguna ubicada al norte de Embarcación. Esto podría complicar a la ciudad norteña si las crecidas continúan. Los sistemas de cañadas que forman parte de esa misma crecida también complican a Hickman y Dragones, también sobre la ruta 81.
“En 2005 el río Seco se llevó un puente” recordó De la Cruz. Afirmó que desde 2018 hasta 2020 hubo crecidas. Aunque la de este año está demostrando ser mucho peor que las de 2018 y 2019.
Alud, pérdidas y ganancias
El río Seco afectó hace unos días a las familias campesinas de Campichuelo, también de Embarcación. En este caso ellos están ubicados en inmediaciones de la ruta nacional 34, que cruza la 81. Esta vez la crecida dejó a las familias Tejerina y Gareca sin nada, pues el agua vino acompañada de barro y subió el nivel del suelo hasta los alambrados. Las dos familias perdieron los pozos de agua.
Raúl Marinconz, uno de los técnicos despedidos de la Secretaría de Agricultura Familiar (SAF), durante la gestión macrista y conocedor de la zona, afirmó que estas son consecuencias de los desmontes. Pero en el caso en particular de la ruta 34, agregó que se suma otra complicación. Los finqueros cavan zanjas con el fin de que no se inunden los campos de soja, o de otras producciones destinadas a la exportación. El río entonces pasa con mayor fuerza por la ruta y el desborda e inunda los distintos puestos campesinos. De hecho, explicó, fue esta situación la que generó el corte de ruta sobre la 34 hace una semana y media.