La Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) exige justicia por el femicidio de Caren Peralta bajo la leyenda “la clandestinidad mata”, porque las vulneraciones hacia sus derechos, el estigma y la discriminación que pesan sobre su trabajo las convierte en malas víctimas. Ellas remarcan que se encuentran expuestas a la violencia por ser mujeres, lesbianas, travestis y trans y recuperan la memoria de Sandra Cabrera, secretaria general de AMMAR asesinada hace 16 años. Señalan que la impunidad sigue vigente ya que el 96 por ciento de los femicidos hacia las trabajadoras sexuales quedan sin resolver y piden que el de Caren no sea uno más de la larga lista.

“Sororidad con zorroridad”, saluda por WathsApp Gabriela Hemela, secretaria adjunta de AMMAR Rosario, e inmediatamente explica que es fundamental organizarse y estar juntas para defender sus derechos. El caso de Caren tiene ribetes que alcanzan a casi todas las trabajadoras sexuales, el estigma que las persigue y demoniza. La dificultad para visibilizarse cuando el miedo a ser juzgadas por la sociedad es muy alto, Gabriela considera que “lo más importante es salir del miedo, todavía en el siglo XXI tenemos miedo a que nos saquen a nuestro hijos porque somos consideradas malas madres” dice. 

AMMAR volvió a conformarse en Rosario en mayo del año pasado, “se acercaron pibas, no muchas, pero hicimos un sondeo de población en privados y calles: es muy lenta la organización, organizarse a las putas -explica Gabriela- nos cuesta. Lleva tiempo que entiendan lo importante que son los derechos, que vos tenés derecho a la salud, a una jubilación”. Realizan rondas por la ciudad para hablar con lxs trabajadorxs sexuales, incluso van a algunos privados. Entregan profilácticos y realizan un relevamiento sobre las condiciones de trabajo. También se encuentran elaborando varios proyectos, un programa ligado a los consumos problemáticos y reducción de daños, "con una pata en territorio y otra en lo académico”; están buscando la vuelta para plantear alguna figura o forma para poder recuperar espacios de trabajo cerrados tras la ordenanza que, en 2013, eliminó la figura de cabarets y whiskerías. Y también están pensando en la asistencia sexual terapéutica, un tema que pone en evidencia el derecho al goce de las personas con discapacidad. Todos estos proyectos parecen zozobrar ante cada vulneración que sufren producto de la clandestinidad en la que deben ejercer su trabajo.

“La clandestinidad nos mata, porque si esto estuviera blanqueado, si nosotras trabajáramos con todos los derechos como queremos ser reconocidas no tendríamos que estar puertas adentro. Como las compañeras de la calle que hay zonas que no estamos cuidadas por nadie, son zonas liberadas, que nos puede pasar cualquier cosa… esa es una clandestinidad y un trabajar solas. Es lo que nosotras no queremos, queremos ser reconocidas” explica Myriam Auyeros, Secretaria General de AMMAR Rosario, y continúa “Nos tratan como pobrecitas, como víctimas de la sociedad, de la prostitución y de la calle” y señala que las mayores violencias las ha sufrido en las instituciones públicas. Myriam era compañera de Sandra Cabrera.

“La clave está en entender que toda vida humana es igualmente valiosa y debe ser reconocible como tal, independientemente de las circunstancias políticas que la rodeen” dice Judith Butler en una entrevista al medio digital elmundo.es, en esta línea, la trabajadora social y feminista Romina Marucco habla sobra las vulnerabilidades que lleva la clandestinidad, porque “si algo está impune –dice- y ellas no son reconocidas ni miradas, todo lo que yo hago ahí, ¿a quién le importa? Entonces tengo la impunidad de seguir haciéndolo, porque total es puta, porque total es el desperdicio, como algo que está por fuera, que se puede agredir” y señala la importancia del trabajo de AMMAR al generar no solo un lugar de visibilidad, también un espacio de escucha, de conversación para hablar de esas cosas que solo ellas pueden entender, donde se están pensando y organizando sobre la propia realidad y cómo la viven; porque es algo que la sociedad se niega a ver, oír y pensar.

Para la concejala Norma López, del bloque Frente de Todos, la posibilidad que las trabajadoras sexuales se organicen es fundamental, sobre todo en el marco de violencia que se vive en la ciudad de Rosario. El asesinato de Caren es el único femicidio “íntimo” de los 5 ocurridos en la ciudad (datos del mapa de femicidios que elabora la concejala). López aclara que “El debate está atravesado por varias cuestiones, les trabajadores sexuales tienen una mayor vulnerabilidad como sector por la mirada social y por el patriarcado y las situaciones violentas en la provincia. En los últimos años ha habido distintas miradas sobre el ejercicio de la prostitución con políticas que son erráticas. Muchas de las situaciones que se atraviesan en términos de violencia social, tiene que ver con la falta de controles, con el rol de las fuerza de seguridad y con la naturalización de muchos episodios de violencia”. Atentos a este debate, desde la Comisión de Feminismos y Disidencias del Concejo municipal, Susana Rueda -concejala por el Frente Progresista Cívico y Social- propuso en la última reunión “empezar a pensar el tema, porque de alguna manera todas tenemos nuestros pros y contra, y pensamientos que puedan ser divergentes en algunos puntos. Vamos a empezar a estudiar y vamos a formar un consejo asesor con las organizaciones feministas, vamos a escuchar a las chicas de AMMAR para conocer su postura y partir de ahí decidiremos. No vamos a tomar una postura definida como comisión sin antes escuchar a las trabajadoras y a las otras posiciones de las organizaciones feministas”.

Lxs trabajadorxs sexuales irrumpieron el espacio público politizando su hacer, gritando “acá estamos”, evidenciando la hipocresía de una sociedad que las niega pero que utiliza sus servicios. Es el momento de dar un debate maduro en los feminismos y en la sociedad.