“No conocíamos nada de Soda Stereo”, admitió ayer en una rueda de prensa Michel Laprise, director de Sép7imo día. Y aseguró que esos “ojos frescos” –el hecho de poder acercarse al fenómeno con “humildad”– favorecieron al espectáculo. “Porque no queríamos usar tanto la cabeza, sino el corazón. Así como Soda Stereo es más que una banda, el nuestro es más que un show: es una experiencia que toca el corazón de la gente”, definió, desde arriba del planeta de la escenografía, acompañado por Chantan Temblay, directora de creación, y al lado de la mesa y las sillas que remiten a “Té para tres”.
Laprise contó que para construir Sép7imo día el Cirque desarrolló un trabajo de investigación, que consistió en parte en visitas a “lugares de la niñez” de los músicos del trío. “No queríamos hacer las cosas superficialmente. El último lugar al que fuimos fue la casa de Lilian (Clark), la mamá de Gustavo”, relató. En ese encuentro hubo “lágrimas y emoción” y él pudo conocer cuáles eran los libros que Cerati prefería en su infancia, porque la madre se los mostró. Como eran historias de ciencia ficción, el espectáculo está atravesado por ello. Para construir el planeta y la civilización que lo habita, consultaron a un antropólogo.
“Cuando tienes problemas, puedes escaparte a este lugar. Si pones música de Soda Stereo y cierras tus ojos, esta música es más fuerte que todo”: así resumió Laprise el espíritu del show. Otro de los ejes es la búsqueda de “una relación viviente con el público”; por eso invitaron a los fans a construir la escena de “Primavera cero” a través de Facebook Live, hecho inédito en la historia de la compañía canadiense. Recibieron dibujos, montajes de fotos, poemas y otro tipo de textos. “Un show de carpa dura 15 años o más. Viaja a todas partes del mundo y tiene que ser muy universal. En este caso fue diferente. Sabíamos que sería para América latina. Y el desafío fue ser respetuosos del espíritu de las canciones, pero con la libertad de creación del Cirque”, concluyó el director.
El equipo de creación también estuvo presente ayer en el Luna, brindando detalles acerca de sus tareas específicas. Jazmín Calcarami, diseñadora de maquillaje, es argentina. Se inspiró en Boy George, The Cure y otras bandas de los ochenta. “Yo creo, les enseño y después en las giras se lo hacen ellos mismos”, contó, mientras dos artistas se maquillaban frente al espejo. “Cuando viajé a Montreal era la única argentina dentro del equipo creativo, y me miraban como diciendo ‘¿aprobás lo que estamos diciendo?’. Me emocionó, me di cuenta de que estaba representando al país’”, relató. Dominique Lemieux (vestuario) explicó que, para los trajes, la inspiración fue, concretamente, “el grupo”. “Ellos crearon un look en ese período. Crearon algo específico para ellos. Estaban inspirados en los europeos, pero encontraron su propia forma de expresarse”, analizó. “Los ochenta fueron muy coloridos. Por eso fuimos en esa dirección.”
Por su parte, Germain Guillemot, encargado del diseño de las acrobacias, confió que el número que para algunos es un misterio –el del hombre sumergido en agua dentro de una urna– no tiene ningún truco: está seis minutos sin respirar. También dijo que trabajar con “la cultura” de Soda Stereo fue su “desafío e interés”. Que se preocupó por entender lo que ellos significaron y, luego, por “trasladar eso al cuerpo y las acrobacias”. Heather Show (diseño de escenografía) se convirtió en fanática de Soda. “Fue un desafío fusionar el diseño, loco y divertido, con los aspectos funcionales que requiere la acrobacia”, contó. Y agregó que como la banda era “futurista”, quisieron replicar eso en el escenario. Por eso la tecnología está tan presente. De la rueda de prensa participaron también Hernán Nupieri –diseñador de sonido, que fue técnico del sistema de audio del show Me verás volver y técnico de sonido de la gira Fuerza natural de Cerati– y acróbatas del Cirque.