Las previsiones económicas de corto plazo para México se presentan adversas. Las expectativas de crecimiento por parte del sector privado son escasas —lo que redunda en bajos sus niveles de inversión— y los planes quinquenales así como el diseño del presupuesto público del país afinan el lápiz considerando pagos de deuda cercanos al 3 por ciento del Producto Bruto.
En ese escenario, el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, Gregorio Vidal, advirtió que México necesita de cambios sustantivos que den “fuerza, contenido y profundidad a la estructura productiva”.
Invitado por el IADE para participar del ciclo de Conversaciones sobre la Democracia en América latina, el economista mexicano dialogó con Cash y sugirió una serie de cambios que apuntan a crear las condiciones para un crecimiento consistente de la economía interna con inclusión y generar las condiciones para una recomposición de la relación comercial con otros países que estén acompañadas de una autosuficiencia alimentaria “absoluta y contundente”.
En la encuesta sobre las expectativas del sector privado que realiza el Banco de México se observa una reducción en las perspectivas de crecimiento económico para el 2020. ¿A qué se debe?
- En México, hay estudios de los que participan más de 30 consultoras que, seguramente, manejan alguna información sobre las decisiones de inversión de las grandes corporaciones. A lo largo de todo este año, hemos tenido una disminución constante en el ritmo de crecimiento de la economía. El último dato disponible que brindó el Instituto de Estadística y Geografía dio un crecimiento anualizado cercano a 0. Este instrumento de política pública que orienta la política económica habla de cierta expectativa vinculada a la estimación que tienen de los impuestos que el Estado recaudará. En un escenario de cuatro o cinco años, se prevé un crecimiento menor al 4 por ciento. Y el último compromiso que hizo la Presidencia de la República hablaba de un 2,5, una estimación que está lejos de cualquier posibilidad de modificación.
¿En qué se basa para decir que no va a haber modificación?
- Desde 1984 tenemos un crecimiento promedio del Producto Interno Bruto (PIB) del orden del 2,2 por ciento. En las previsiones de las que hablo, cualquier mínima desviación de esa cifra nos volverá a colocar en un 2,1 o 2,2 por ciento. Eso nos indica que lo que debemos cambiar es la política económica.
¿Qué rasgos de la política económica cree que deberían cambiarse? Y más precisamente, ¿qué debería haber incorporado el Plan Nacional 2019-2024 para revertir esos parámetros?
- El Plan, que se aprobó en 2019, tiene por objetivo crecer al 4 por ciento mediante un conjunto de medidas articuladas. Pero en 2019 la inversión privada mantuvo el mismo comportamiento de los dos últimos años, mientras que la inversión del sector público tampoco ha tenido un comportamiento particularmente positivo. El presupuesto de 2019 se elaboró con la idea de que se necesitaba un superávit primario. Posteriormente, se previó tener déficit cero, considerando el cuantioso pago de la deuda, que llega a 3 puntos del PIB. Finalmente, la opinión de las calificadoras, que defienden a ultranza la necesidad de superávit primario y equilibrio fiscal, se vuelve relevante para este aspecto de las finanzas públicas. Estas son restricciones clave en el ejercicio del gobierno, pero no me obligan a decir que no hay nada para hacer.
¿Qué habría que hacer en este escenario?
- Hay que ampliar esos márgenes, recurriendo a formas de reactivación de la inversión pública. Eso es lo que no ha sucedido a lo largo del año, aunque hay un esfuerzo notable de redistribución del gasto público para concentrar recursos en algunos programas sociales del nuevo gobierno. Destaco tres. El de Adultos Mayores, de carácter universal, consiste en darles a todos una mínima pensión sin distinción por ingresos. El otro programa, destinado a los jóvenes, tiene dos vertientes: darles recursos para que puedan seguir estudiando y otro, destinar recursos para que sean recibidos y capacitados en las empresas para incorporarse en el mercado laboral. Es un programa importante, ya que en la población juvenil no había opciones de estudio ni de trabajo. El tercero está destinado a apoyar proyectos agrícolas con la idea de alcanzar capacidades propias.
Además de las políticas de inclusión que describe, ¿qué aspectos estructurales habría que atender para lograr el crecimiento esperado del 4 por ciento?
- Un ejemplo de las carencias que hay en este terreno es que el año pasado estábamos importando hasta el 60 por ciento de la gasolina que se consume en el país. Hubo modificaciones en la generación de electricidad a partir de proyectos de ciclo combinado con gas. Pero México es un enorme importador de gas natural para satisfacer la demanda interna, al punto que la balanza de la industria petrolera es negativa. Eso es una restricción al crecimiento. La política del gobierno de Enrique Peña Nieto apuntó a sacar todo el petróleo que se pudiera y venderlo sin refinar, con la participación de operadores privados. Como resultado, Pemex fue perdiendo capacidades industriales y se redujo a ser administradora de contratos.
Se ha referido, en algunas ocasiones, a la lógica extractivista y exportadora que había promovido el gobierno de Peña Nieto respecto de Pemex. ¿Es posible revertirlo?
- El país tiene seis refinerías, que para el tamaño de la economía es algo mínimo. El proyecto tiene dos patas en el caso de Pemex: uno es reconfigurar las refinerías existentes y otro es construir una nueva refinería. En eso ya se está avanzando. Otro punto es la búsqueda de proveedores nacionales. Eso es diferente a que todo sea importado. No todo va a depender de la postura del gobierno sino de los empresarios que puedan asumir esa tarea y que estén capacitados, pero son cosas que se conciertan. Es necesario cumplir los plazos y tener la refinería en funcionamiento dentro del actual gobierno y, así, disminuir radicalmente la importación de gasolina. Junto a eso tiene que haber algún proyecto para avanzar fuertemente en un cambio de la matriz energética, lo cual no implica olvidarse de la industria petrolera sino comenzar a utilizarla como un bien industrial aplicado a otras actividades. Esto obliga a redefinir el perfil de Pemex -que, actualmente, es una empresa productiva del Estado- para que sea capaz de participar de esas otras actividades, de suerte tal que otros subproductos del petróleo se produzcan en el país y, eventualmente, empezar a reducir las exportaciones de petróleo crudo para pasar a exportar refinados y otros productos resultado de la transformación del petróleo.
¿Qué le permitirían a México fortalecer su comercio exterior y hacer crecer su economía?
- Uno no puede tragarse la píldora de que el comercio exterior es algo que se realiza por empresas que salen al mundo y quieren vender. Un ejemplo claro es la composición de nuestra balanza de comercio exterior. México es uno de los principales productores y exportadores de automóviles. Pero si observamos la industria automotriz, la mayor parte son transferencias intra-firmas, con decisiones de colocación de inversiones y de reparto de producción que se toman desde matrices que no están en México, y que ya han decidido cómo van a manejar su producción. La modificación de ese comercio tiene esas restricciones estructurales. Necesitamos de nuevos actores que busquen otros mercados y que no estén organizados a partir de decisiones de inversión que se tomen fuera de nuestras fronteras.
Si no es con la industria automotriz, ¿con qué otros sectores se podría promover un perfil comercial que redunde en un crecimiento de la economía mexicana?
- Si en el caso de la industria de telecomunicaciones lográramos incrementar la producción de contenidos y el desarrollo de capacidades técnicas vinculadas a algún aspecto de esa cadena, tendríamos un actor relevante con matriz en México, una empresa de carácter global. Por eso digo que es necesario modificar la composición del comercio para encontrar otros caminos de crecimiento de la economía y lograr crecer más. Se trata, en definitiva, de alcanzar articulaciones dentro del país para ir sembrando nuevas condiciones de relacionamiento con el exterior, que tengan capacidades endógenas de producción y diversificación de sectores.