El ala dura de Juntos por el Cambio comienza a delinear su perfil opositor al Gobierno de Alberto Fernández. El camino recorrido dentro del Congreso, en estos primeros noventa días de la nueva gestión, no deja lugar a dudas. El interbloque que conduce Mario Negri amenazó en la primera reunión de los diputados en el periodo extraordinario con no dar quórum para que juren los diputados del oficialismo, tampoco aportó sus legisladores para habilitar el debate de la ley de solidaridad y reactivación productiva y este jueves, finalmente, intentó voltear la sesión en la que se le dio media sanción a la modificación de los regímenes especiales de jubilación para el Poder Judicial y el cuerpo diplomático.
Indignación dentro del recinto y conferencia de prensa en salón de los Pasos Perdidos. La estrategia es conocida por la actual oposición. Fue diseñada por Patricia Bullrich, actual titular del PRO, y por Elisa Carrió, líder de la Coalición Cívica, luego de las elecciones parlamentarias de 2009 y tomó el nombre de Grupo A.
Hace poco más de 10 años, luego de los comicios de medio término en los que se plasmó el humor social que leudó al calor del conflicto desatado por la resolución 125, el oficialismo se quedó sin quórum propio y con la necesidad de articular con distintos sectores para poner en marcha la maquinaría legislativa. La decisión de aquella oposición, nucleada en el Grupo A, fue bloquear el trabajo parlamentario.
Queda claro que en cuanto a la relación de fuerzas la situación es similar. El Frente de Todos hoy necesita de aliados para conseguir los 129 Diputados indispensables para habilitar las discusiones en el recinto. Las diferencias están marcadas por la debilidad de esta unidad opositora y porque, en este caso, se trata un gobierno que recién empieza y no de un proyecto que promedia su segundo ciclo al frente del Poder Ejecutivo. Sin contar que los referentes de la oposición acaban de abandonar la Casa Rosada en medio de una profunda crisis económica y social.
Aquella experiencia de 2009 terminó en 2011, luego de que el Frente para la Victoria consiguiera la reelección de Cristina Fernández de Kirchner, pero sentó las bases para el armado que en 2015 encabezó Mauricio Macri.
En un contexto de fuertes internas dentro de Juntos por el Cambio pensar más allá del próximo debate parlamentario parece apresurado. Más cuando el ala dialoguista de esa fuerza espera que el Ejecutivo envíe un proyecto que les otorgue la excusa para romper.