Jeff Bezos, el fundador y CEO de Amazon, actualmente el hombre más rico del planeta, anunció en febrero que crearía un fondo de diez mil millones de dólares para combatir el cambio climático. La astronómica cifra (dos veces lo que pagó la Argentina como compensación por la mitad de YPF, por ejemplo) representa aproximadamente el 8 por ciento de la fortuna total del magnate.
La idea es que ese dinero sirva para explorar “nuevas formas de combatir el devastador impacto del cambio climático en este planeta que todos compartimos”. La propuesta permite numerosos abordajes. Vale la pena repasar algunos.
¿Cómo se puede tener tanto dinero?
Se puede gracias a un negocio global que arrasa con la competencia y queda en condiciones de imponer las reglas a casi todos. Los ejes del negocio de Amazon pasan por el uso de recursos tecnológicos pero aún más por una enorme espalda financiera que le permite hacer subsidios cruzados. De esa manera avanza sobre nuevos nichos de mercado y arrasa con los competidores. Por estos motivos Amazon está bajo el análisis de quienes piden regulaciones y medidas antimonopólicas. Estas y otras promesas de Bezos (como la de utilizar solo energía “verde” para el 2040) le permiten lavar la cara y pasar a los ojos de la opinión pública como un generoso filántropo. De hecho, desde septiembre de 2019 se suceden las marchas de empleados nucleados bajo la organización Empleados de Amazon por la Justicia Climática, quienes reclaman una postura más firme contra las petroleras y las empresas de gas. Algunos de ellos fueron amenazados con despidos por participar.
¿Qué está pasando con los ricos?
Hace un tiempo vienen encendiéndose algunas luces entre los hiper ricos del mundo. A principio de año Bill Gates revolucionó el ambiente al decir que considera que los más ricos deberían pagar más impuestos y que fue “excesivamente” recompensado por su trabajo. Otros han formado una organización llamada “Patrotic millonaires” y promueven más o menos lo mismo. Mark Zukerberg promueve que los estados regulen su red social y otros tecnólogos dan charlas afirmando que la democracia o, incluso, el mundo tal como lo conocemos se destruirán si no se equilibran un poco las oportunidades. Lo cierto es que a la menor señal de regulación o normalización de las enormes tasas de crecimiento de las empresas tecnológicas, éstas se ven rápidamente castigadas con caídas en la cotización de sus acciones. Al parecer no todos los inversores acuerdan con estas políticas igualitarias.
¿Realmente cree que se puede cambiar el destino planetario con ese dinero?
Hay que decir que Jeff Bezos se comporta como un emperador en pleno apogeo. Este hombre, abandonado por su padre en la infancia, logró transformarse en el hombre más rico del mundo. ¿Por qué no podría resolver también los grandes problemas de la humanidad? El fondo contra el cambio climático no es su primero objetivo titánico. En 2018 lanzó el Fondo Bezos Día Uno que consistió en dos mil millones de dólares destinados a apoyar programas dirigidos a familias sin hogar y de educación. Si de proyectos mesiánicos se trata, se puede señalar que desde hacer varios años vende anualmente cerca de mil millones de dólares para financiar su compañía espacial Blue Origin, cuyo objetivo es, por el momento, abaratar los costos del turismo espacial para transformarlo en un negocio viable. Cabe resaltar que mientras él ejerce una filantropía de una escala económica novedosa, buena parte de sus empleados necesitan subsidios alimentarios para sobrevivir. En estados como Arizona, uno de cada tres los requiere. Este tipo de ayuda estatal permite pensar en la paradoja de que mientras se desfinancia el Estado se eligen algunos de los vacíos que este deja por falta de fondos para decidir, según un criterio personal, en qué problemas sociales poner su propio dinero.
La lista de dudas respecto de la propuesta podría seguir con otras. Por ejemplo, si un modelo de negocios que propone traer cualquier producto desde otros rincones del planeta hasta la casa de un cliente (que muchas veces podría conseguirlo caminando hasta la esquina) no produce un gasto innecesario de combustible para transporte. Por otro lado, sus empleados mismos le preguntan por qué en lugar de donar dinero, no deja de brindar servicios a las empresas petroleras que contaminan el ambiente.
Bezos es un ejemplo de una nueva clase dirigente pluto-tecnocrática con capacidad tecnológica y financiera de impactar con sus decisiones personales el destino de millones de personas ya sea por sus donaciones para enfrentar problemas puntuales o por su modelo de negocios.